El reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital de Israel, es una bochornosa acción imperialista, pero no constituye un hecho aislado. Se suma al aumento de las tropas yanquis en Siria y Afganistán, al endurecimiento de las sanciones contra Cuba y a la decisión de suspender (casi totalmente) la admisión en Estados Unidos de refugiados procedente […]
El reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital de Israel, es una bochornosa acción imperialista, pero no constituye un hecho aislado. Se suma al aumento de las tropas yanquis en Siria y Afganistán, al endurecimiento de las sanciones contra Cuba y a la decisión de suspender (casi totalmente) la admisión en Estados Unidos de refugiados procedente de Siria y otros escenarios de guerra que ha creado el poder imperialismo.
La ultraderecha, para impulsar a nivel global su proyecto, patrocina agresiones contra los pueblos y contra los gobiernos que le son hostiles, fomenta la criminalización de la lucha popular y recrudece la discriminación a los grupos humanos que se han tornado vulnerables por los efectos del saqueo y de la guerra.
La instalación en Estados Unidos de un gobierno ultraderechista sin disfraces, favoreció la aprobación de una reforma fiscal de gran alcance que rebaja enormemente los impuestos a las elevadas rentas y a las grandes ganancias de capital, lo cual repercutirá negativamente (la fuga de inversiones será uno de sus efectos en los países pobres) en las economías latinoamericanas y en las de otras zonas.
En esa reforma y en la política económica del gobierno de Trump en sentido general, está comprometido el influyente grupo denominado Israel First, que no es de reciente formación. Al mismo pertenece la presidenta de la Reserva Federal, Yanet Yellen (en el cargo desde el año 2014). Sus antecesores, Ben Bernanke y Alan Greenspan, son del mismo grupo. Eso no es casual. Hasta septiembre estuvo en la vicepresidencia de la Reserva Federal Stanley Fischer, quien fue gobernador del Banco de Israel.
Hay que destacar, sin embargo, que el pilar de las aspiraciones ultraderechistas es la política exterior de la administración encabezada por Donald Trump.
La reaccionaria reforma fiscal y la infame política exterior se entrelazan, porque forman parte del mismo proyecto. Esto no significa que la reforma fiscal fuera destinada a la firma de Yellen y de sus cercanos colaboradores, casi todos de formación keynesiana, pero sí que el compromiso con la ultraderecha hay que cumplirlo de cualquier modo.
Es determinante también en la política exterior la influencia del grupo Israel First.
En el año 2017 pasó a una etapa superior el cumplimiento de los compromisos del poder estadounidense con el Estado de Israel. Son compromisos heredados, pero al crearse las condiciones para no tener que guardar las formas, se manifiestan con mayor fuerza.
Se destaca la incidencia de colaboradores como Jason Greenblan, abogado al servicio personal de Trump y confeso partidario de los asentamientos israelíes en territorios ocupados, quien ha sido enviado especial para Oriente Medio, y Jared Kushner, hebreo y sionista, yerno de Trump, desacreditado magnate inmobiliario y quien hizo convertir a Ivanka Trump a la religión hebrea; pero la preponderancia de estas figuras y naturaleza de la política predominante se retroalimentan.
Por Palestina y por todos
La ubicación geográfica no puede ser indicativo de lejanía entre los pueblos. Los ejércitos agresores atraviesan océanos y continentes y la solidaridad debe tener el mismo alcance. Los interventores políticos y los saqueadores directos tienen presencia a nivel global y del mismo modo debe hacerse presente la hermandad.
El reconocimiento unilateral de Jerusalén como capital de Israel y el consecuente traslado de la embajada de Estados Unidos desde Tel Aviv, es un acto simbólico que manifiesta la posición a favor de la ocupación del territorio de Palestina.
Casi todos los países de la Unión Europea votaron en la Asamblea General de la ONU a favor de la resolución que condena la acción del gobierno de Trump, pero no han dado nuevos pasos en la búsqueda de medidas vinculantes. Hay condena, mas no sanción.
La influencia de Estados Unidos y el protagonismo de la ultraderecha se convierten en condicionantes. La posición del presidente de Francia, quien manifestó que no favorecería el proceso de paz si reconociera unilateralmente a Palestina como Estado, es un hecho revelador. Los países de la Unión Europea han sido atados por su participación en aventuras imperialistas.
El esfuerzo diplomático y político de los representantes de Palestina y de otros gobiernos, pone en evidencia la prepotencia imperialista. Estados Unidos se pronuncia repartiendo premios e imponiendo castigos y reitera el anuncio de que disminuirá sus aportes a la ONU; pero el orden vigente es incapaz de imponerle sanciones.
Estados Unidos tiene incluso responsabilidad en la cruel represión que ha desatado Israel en los territorios palestinos.
La condena de los pueblos tiene que hacerse sentir.
La agresión a Palestina es de la misma factura que la política del golpe suave (¿suave?) en Venezuela, las sanciones contra Cuba y el montaje de escenarios de guerra en diversas zonas del mundo.
Contra el saqueo y el despojo
En 1964, en su memorable discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el Che Guevara dijo: » En la intervención que hubiera de hacer, a raíz de su primera visita a las Naciones Unidas, el compañero Fidel Castro advertía que todo el problema de la coexistencia entre las naciones se reducía al problema de la apropiación indebida de riquezas ajenas, y hacía la advocación siguiente: «cese la filosofía del despojo y cesará la filosofía de la guerra.» Pero la filosofía del despojo no sólo no ha cesado, sino que se mantiene más fuerte que nunca y, por eso, los mismos que utilizaron el nombre de las Naciones Unidas para perpetrar el asesinato de Lumumba, hoy, en nombre de la defensa de la raza blanca, asesinan a millares de congoleños».
Y, ciertamente, el despojo es el principal objetivo de la agresión imperialista. Por la apropiación indebida de riquezas han sido convertidos en escenarios de guerra países cuyos nacionales han tenido que salir en masa.
En 1964 no había cesado la filosofía del despojo, y hoy, los mismos que han montado nuevos escenarios de guerra y asesinado a millares de sirios e iraquíes, en nombre de la mal llamada seguridad nacional, cierran sus fronteras para impedir el paso a millones de seres humanos expulsados por las bombas.
La definición del internacionalismo, es la condena a las tropelías imperialistas y la participación en la lucha por el respeto a la dignidad de los pueblos. Y esto tiene vigencia hoy, más que nunca… Si la agresión imperialista no reconoce fronteras, la defensa de la soberanía y de la dignidad de los pueblos tampoco debe reconocerlas…
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.