«La ciencia no es neutral ni objetiva. La ciencia siempre tiene ideología y un sentido político. La ciencia puede aportar a la liberación o al sometimiento. La ciencia puede ser aliada de las corporaciones o estar al servicio del pueblo». (Andrés Carrasco) La película del prestigioso y reconocido cineasta argentino Pino Solanas es más […]
«La ciencia no es neutral ni objetiva. La ciencia siempre tiene ideología y un sentido político. La ciencia puede aportar a la liberación o al sometimiento. La ciencia puede ser aliada de las corporaciones o estar al servicio del pueblo». (Andrés Carrasco)
La película del prestigioso y reconocido cineasta argentino Pino Solanas es más que una denuncia, es un alerta y un llamado a la a sensibilidad. Viaje a los pueblos fumigados es un viaje no sólo a los campos devastados por el uso indiscriminado y sistemático de agrotóxicos, es también una invitación a sentir el dolor de quienes sufren las consecuencias de estas prácticas en sus cuerpos, en sus vidas concretas, en sus existencias.
Más allá de la reflexión sobre el modelo agro-industrial de larga escala presente en la Argentina desde los años noventa, el último documental de Solanas (82 años) llama la atención por lo no-dicho no sólo en los medios de comunicación hegemónicos sino también en los ciclos, por así decir, más progresistas y/o politizados de la sociedad argentina. Es un apelo a la no invisibilización de la problemática «olvidada» por algunos para la manutención de sus privilegios y negocios por un lado, y por la ignorancia y desprecio por los sectores más vulnerables por otro.
Utilizando evidencias bien fundadas, la película pone afuera las incontestables evidencias de que el uso de agrotóxicos es responsable por enfermedades, destrucción de los territorios, abortos espontáneos, hambre, desempleo, contaminación de alimentos, corrupción, concentración de tierras, trabajo análogo a la esclavitud, desplazamiento de poblaciones, cambios socio-económicos y culturales, secuestro de los medios de producción científica y por la imposición de un ideario desarrollista que ha cambiado las formas de vivir y también de resistir a las políticas de saqueo.
Mientras recorre los campos fumigados con sus «lindas» plantas de soja, las cámaras también muestran la fantasmagórica realidad de los campos de monocultivo, las escuelas y casas abandonadas, el llanto de los pueblos indígenas con el hambre marcada en los rostros y en los cuerpos de lxs niñxs, la desesperación de los campesinos por la destrucción de los campos en los cuales ya no se puede producir alimentos sanos. En el silencio incómodo de algunas escenas hay una invitación a la escucha y a la empatía.
Las resistencias desde el campo científico, nítidamente apuntadas en el documental como las más dinámicas y relevantes, buscan desvelar la verdad de los hechos. El trabajo incasable de la comunidad científica argentina comprometida con la Ciencia Digna confronta al negacionismo y evidencia la falacia de los agrotóxicos y de los transgénicos como inofensivos a la salud.
Presentada en forma previa en el Festival de Berlín apenas meses después de que Bayer comprara a Monsanto, Viaje a los pueblos fumigados es una osada iniciativa que no se resigna, nombra y figura a los responsables corporativos, políticos y sociales de forma nítida y contestataria.
A pesar de la positiva repercusión internacional de la obra, en la Argentina los medios de comunicación -aliados en gran medida con la Sociedad Rural- no parecen muy satisfechos con la temática elegida por Solanas como forma de romper la burbuja mediática. Las menciones al documental en los dos medios más importantes del país son de un laconismo y eufemismo peculiares.
Fuente: http://virginiabolten.com.ar/cultura/viaje-los-pueblos-fumigados-mas-una-denuncia/