Una nueva derrota de la política sionista en Palestina y de la protección del gobierno estadounidense a su socio, representa el informe de una agencia de las Naciones Unidas, que establece la existencia de un régimen de apartheid israelí, que somete al pueblo palestino en los territorios ocupados tanto de la Ribera occidental como de […]
Una nueva derrota de la política sionista en Palestina y de la protección del gobierno estadounidense a su socio, representa el informe de una agencia de las Naciones Unidas, que establece la existencia de un régimen de apartheid israelí, que somete al pueblo palestino en los territorios ocupados tanto de la Ribera occidental como de la Franja de Gaza.
La denominada Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas Para el Asia Occidental – ESCWA por sus siglas en inglés – es una entidad dependiente de las Naciones Unidas cuya misión es apoyar el desarrollo social de sus miembros. Algunos Estados que componen este grupo de 18 países árabes y de Asia Occidental, solicitó un informe sobre la situación vivida por el pueblo palestino en los territorios ocupados, concluyendo, en parte de su informe que «Israel ha establecido un régimen de apartheid que somete al pueblo palestino en su conjunto».
Apartheid versión sionista
El texto del informe, entregado al conocimiento público, constituye un legajo de más de 60 páginas, que reconoce la política de segregación racial de Israel contra el pueblo palestino y concluye con un capítulo de recomendaciones en el que pide a la ONU y a la comunidad internacional que estudien acciones para responder a las políticas israelíes contra los palestinos y tomen medidas contra sus responsables. El redactor principal de este lapidario informe de condena a la política de apartheid de Israel es el estadounidense Richard Falk, profesor emérito de derecho internacional de la Universidad de Princeton y quien cumplió años atrás la función de Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.
El documento de la ESCWA refleja una acusación que no es inédita, que se une a la Resolución N° 2334 del 23 de diciembre del año 2016, que exige a Israel cesar de inmediato y en forma completa todas las actividades de colonialismo en territorio palestino. Incluyendo en esta exigencia a Al Quds – Jerusalén Este – ocupados desde el año 1967. Colonialismo que se expresa a través de la construcción de asentamientos – 140 en el West Bank – poblados con hombres y mujeres de religión judía traídos de diversas partes del mundo, considerados los más extremistas dentro de la sociedad israelí.
El cumplimiento de las resoluciones o las conclusiones derivadas de informes como el de la ESCWA son ignorados, permanentemente, por las autoridades sionistas, contando para ello con el apoyo de su principal valedor: Estados Unidos. En esta ocasión, tal como la Resolución 242 del año 1967 o la N° 2334 del año 2016 y el medio centenar de estos llamados, que no han sido cumplidos por Israel; este nuevo Informe de la ESCWA será ignorado por los políticos sionistas. Teniendo además que ser testigos de una lluvia de críticas por el padre putativo de Israel: el gobierno estadounidense, que tiene en su primer mandatario, un adalid en la defensa del sionismo como no lo ha tenido presidente alguno en los últimos años y donde el lobby del Comité de Asuntos Públicos estadounidenses-Israelí – AIPAC – genera la verdadera política exterior de Washington.
La Secretaria Ejecutiva de la ESCWA y que además ocupa el cargo de Subsecretaria General de la ONU, la jordana Rima Khalaf, sostuvo ante medios de prensa que «el reporte que hemos entregado para conocimiento de la comunidad internacional es el primero de su tipo en que clara y honestamente concluye que Israel es una entidad racista que ha establecido un sistema de segregación que persigue al pueblo palestino». El informe que vuelve a colocar al sionismo en el centro de la condena internacional señala que el principal método usado por el régimen ocupante de Palestina en el plano del apartheid denunciado es «la fragmentación estratégica de los palestinos» que ha provocado la división del pueblo palestino no sólo en dos zonas diferenciadas: la Franja de Gaza y el West Bank, sino que también dentro de la ribera occidental ha creado bantustanes, que impiden en forma práctica el concretar la idea de un Estado palestino. «Se ha dividido al pueblo palestino en dos regiones diferentes geográficamente administradas por distintos tipos de legislación».
No había terminado de darse a conocer el citado informe, lapidario con la conducta segregacionista del sionismo respecto al pueblo palestino, cuando al unísono, en coro vociferante e histérico, el gobierno de Tel Aviv y el de Washington expresaron su «indignación» por el informe. En el caso del gobierno de Donald Trump, la cólera se expresó a través de las palabras de la Embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, quien sostuvo que «este informe se debería suprimir. Las Naciones Unidas están enojadas con este informe y el Secretario General hace lo correcto al tomar distancia de este documento pero, debería ir aún más lejos y retirarlo lisa y llanamente», añadió la funcionaria estadounidense en una especie de dictak imperial. Refiriéndose con ello a la declaración del portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, quien ante medios periodísticos en Estados Unidos sostuvo que el reporte se publicó sin consultas previas con el Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres. Cuestión lógica, pues se trata de informes que las distintas comisiones y agencias de las Naciones Unidas emiten de acuerdo a su grado de autonomía y objetivos determinados en su misión.
Las presiones se han dejado sentir con fuerza a través de amenazas de la entidad sionista, al mismo nivel de las efectuadas en diciembre del año 2016 donde la furia del gobierno de Netanyahu llegó al extremo de convocar a sus embajadores desde los países que aprobaron la Resolución N° 2334 y amenazar con sanciones. Danny Danon, un reconocido colono israelí con estudios en Estados Unidos y que hoy cumple la función de representante de Tel Aviv ante las Naciones Unidas – a pesar de menospreciar públicamente al organismo internacional convencido que no debe influir en las decisiones de la entidad sionista – señaló con respecto al informe de la ESCWA que «estamos ante una mentira descarada, despreciable que tiene el intento de manchar el nombre de Israel». No es difícil imaginarse que se hablará de retirar los fondos de mantención de la ONU que entregan ambos países, con sanciones a organismos y agencias de esa entidad multinacional, en fin, lo conocido cuando el criminal es conminado a no seguir delinquiendo.
En la mentalidad sionista y en la explicación – Hasbara en el lenguaje hebrero – resulta lógico que un régimen que hace de la ocupación de las tierras palestinas, del crimen contra su pueblo, la discriminación, segregación, usurpación y robo de sus riquezas naturales, de la negación del otro como ser humano, que construye muros de separación, en ese marco resulta lógico que trate de justificarlo y niegue que su política contra el pueblo palestino sea una política de apartheid y lo denomine como territorios administrados y en disputa en lugar de ocupados. Que hable de valla de seguridad en lugar de muros de separación, que demonice a la sociedad palestina con legítimo derecho a combatir al ocupante.
El esfuerzo sionista va cada día encaminado a fortalecer tácticas de deshumanización de la población palestina mediante la retórica del terrorismo, tildándolos de una sociedad que no quiere la paz. Es en función de estos esfuerzos propagandísticos que la Universidad de Haifa, por ejemplo, ha comenzado a ofrecer desde el año 2014 a la fecha, un curso de ciberguerra para combatir lo que ellos llaman la «deslegitimización de Israel en internet». Práctica que se une al trabajo de coordinación y otras iniciativas de Hasbara como la Universidad Hebrea, la Universidad Ben Gurion o entidades más de choque destinadas al público de habla castellana como Hatzad Hasheni.
Desde el año 2001 el régimen israelí ofrece a universitarios de Estados Unidos «Becas Hasbara» destinadas a ofrecer educación proisraelí para que esos pasantes puedan combatir lo que llaman propaganda anti israelí en los campus de estudio estadounidenses, tal como lo sostiene el estudiante Zach Sandler de la Universidad de Illinios que afirma: «Las Becas Hasbara me proporcionaron la capacidad estratégica para ser un líder pro-Israel eficaz en mi campus siempre volátil».
El Informe de la ESCWA legitima la campaña BDS
Pero…no se puede tapar el sol con un dedo y seguir negando aquello que ya es evidente para la humanidad en su conjunto, con excepción del gobierno de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y algún otro diletante solitario, con la pesada mochila del lobby sionista sobre sus espaldas: Israel es una Entidad que practica un sistema de segregación racial y eso se llama Apartheid, tal como lo señala en su informe la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas Para el Asia Occidental – ESCWA -.
Hasta en la propia entidad sionista, algunos medios de comunicación, centros especializados de investigación y ONGs defensoras de los derechos humanos – muy minoritarios aún – dan cuenta de la mala imagen de Israel ante el mundo, por más trabajo de limpieza de imagen que se haga. Por ejemplo, el Think Tank Reut Institute resume el cómo es visualizado Israel en el mundo: «un país que no está interesado en la paz, sino que en perpetuar la ocupación de los territorios palestinos. Se le identifica con el régimen del apartheid en Sudáfrica. Se le acusa de discriminar a la población palestina y de violar sus derechos humanos sistemáticamente. Se intenta aplicar las leyes internacionales contra sus dirigentes. Su sistema legal es denunciado por falta de legitimidad. El trato a los ciudadanos árabe-israelíes es objeto de análisis y críticas internacionales».
Uno de los resultados importantes del Informe de la ESCWA radica en reconocer que la entidad sionista practica un sistema de segregación racial – apartheid – lo que legitima toda la campaña internacional de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS – contra el colonialismo, el apartheid y la ocupación israelí. Y eso, el gobierno sionista sabe que son palabras mayores, ya dimensionadas en daño económico, imagen política y desinversión que según cálculos de las propias autoridades ocupantes ha significado pérdidas por 35 mil millones de dólares el año 2016 y que hay que multiplicar desde que se dio inicio a la campaña el año 2005, desde la propia sociedad civil palestina y que ha prendido en gran parte del mundo.
Daños que han obligado al análisis político-militar sionista, con llamados a eliminar físicamente a los promotores de la campaña BDS. Tal como aconteció en marzo del año 2016 en la ciudad ocupada de Al Quds – Jerusalén – donde una gran número de responsables políticos, militares y periodistas israelíes participó en una conferencia denominada «Stop BDS». Ocasión en la cual, Yisrael Katz, ministro de inteligencia del régimen de Israel, pidió realizar «asesinatos selectivos» de activistas que apoyan el movimiento BDS con la ayuda de la inteligencia del régimen de Tel Aviv». ¡Ejemplar llamado desde la «mayor democracia de Oriente Medio» con que suelen vanagloriarse los sionistas, que sacan a relucir sus demonios cuando se ven acorralados al revelarse sus crímenes y políticas de segregación.
Para los promotores del BDS el informe de la ESCWA refleja el hecho que ha sido la primera entidad de la ONU que prueba, sin lugar a dudas, que Israel es culpable del crimen de apartheid contra el pueblo palestino. Esto confirma las conclusiones del movimiento BDS desde el año 2005 cuando se da inicio a esta lucha. Dado que el apartheid es el segundo crimen más grave contra la humanidad en el derecho internacional – después del delito de genocidio – esta demoledora conclusión de esta comisión de la ONU reforzará el argumento a favor de las sanciones mundiales contra Israel, que tuvo el año 2015 un fuerte apoyo por parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que aprobó en Ginebra, Suiza, la confección de una lista negra de las compañías israelíes e internacionales que operan directa o indirectamente en los asentamientos ilegales israelíes de la Ribera Occidental, Al-Quds – Jerusalén – y en el Golán, territorio usurpado al pueblo sirio desde la Guerra del año 1967.
Para Omar Omar Barghouti, cofundador del movimiento BDS, el nuevo informe de la ONU refleja que el apartheid sionista está destinado a terminar más temprano que tarde «tal como se hizo con Sudáfrica.. BDS no sólo está creciendo de manera impresionante en los campus, en iglesias, sindicatos, organizaciones culturales y movimientos sociales, hoy es adoptado por una Comisión de la ONU. Este bien puede ser el primer rayo de luz que abra el alba de las sanciones contra el régimen de ocupación, colonialismo y apartheid de Israel».
Y, sin duda, esto será así, a pesar de la contumacia criminal de la alianza entre Benjamín Netanyahu y Donald Trump, decididos a legitimar la ampliación inmoral, ilegítima y criminal de las colonias sionistas en territorio palestino con toda su carga de segregación y violación de los derechos humanos de la población palestina ocupada. Sionismo como ideología y Apartheid como práctica de ocupación se constituyen así en dos palabras para un mismo significado: crímenes de lesa humanidad.
Fuente original: http://www.hispantv.com/noticias/oriente-medio/336037/sionismo-israel-apartheid-palestina
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