La corrupción política esta arrastrado al país a una crisis sistémica desoladora. La corrupción que es un componente indispensable de oscuros intereses económicos nos está saqueado económicamente. La mayoría social es víctima de un atraco diario. Somos los ciudadanos, lo sepamos o no, los esquilmados. Cada día que pasa la trama corrupta nos mete la […]
La corrupción política esta arrastrado al país a una crisis sistémica desoladora. La corrupción que es un componente indispensable de oscuros intereses económicos nos está saqueado económicamente.
La mayoría social es víctima de un atraco diario. Somos los ciudadanos, lo sepamos o no, los esquilmados. Cada día que pasa la trama corrupta nos mete la mano en la cartera y nos despoja de nuestros derechos.
Se estima que la corrupción le cuesta al estado español una pérdida de decenas de miles de millones de euros al año, por concepto de sobrecostes, comisiones, obras innecesarias, elusión impositiva de las grandes fortunas, fraude fiscal y robo directamente.
Las decenas de miles de millones de euros salteados de las arcas públicas significan menos educación, menos sanidad, menos pensiones, menos trabajo, más desigualdad y más miseria. Representan la cifra del escándalo. El dinero del pillaje. La indignidad de la política coludida con el capital.
Sabemos quiénes son. Son los integrantes de las élites corruptas del expolio de los bienes públicos y de los recortes de los derechos sociales, son aquellos que tienen el dinero en Suiza, Andorra y otros paraísos fiscales para no pagar impuestos y esconder el dinero mal habido.
Ya nadie cree en la hipótesis de las manzanas podridas del PP, que tiene cerca de 900 imputados. No estamos hablando de sus votantes, hablamos una organización dentro del PP que ha transformado ese partido en un entramado mafioso solo comparable en sus objetivos y métodos al crimen organizado.
Hay una emergencia democrática
Al pueblo le parecen grotescas las explicaciones de Ciudadanos y del PSOE, que con su actitud mantienen y amparan al PP en el gobierno. El circo lo ponen estos partidos. Sus afirmaciones son fuegos de artificio. Están destinadas a distraer la atención y evitar comprometerse con el clamor popular.
Particularmente, los socialistas deben allanarse a conversar para aprobar la moción de censura y discutir el programa de un nuevo gobierno que tenga como objetivo limpiar al país de la lacra de la corrupción. Los partidos que no actúen en consecuencia serán, de alguna manera, cómplices de los latrocinios cometidos por una mafia transmutada en organización política.
Mientras no haya una respuesta ciudadana, los próceres del PP seguirán actuando con descaro, insolencia y arrogancia ante las cámaras de televisión. Tienen todavía la impunidad que les da el poder y el dinero. Están convencidos que España les pertenece. Por décadas, desde el franquismo, han parasitado las instituciones.
Ante las irrefutables evidencias de sus fechorías, las más altas esferas del gobierno ha decidido liquidar -en la práctica- la división de poderes. El poder judicial ha sido intervenido por un fiscal anticorrupción que opera como integrante de la trama.
Estamos en una emergencia democrática. Pero no todo está perdido, porque esta vez se han equivocado, han ido demasiado lejos. La reciente rebelión de jueces y fiscales ha puesto al descubierto unas artimañas de los poderosos y su actitud nos interpela a todos.
Aquí y ahora no valen las excusas porque los corruptos siguen maniobrando desesperados para asegurarse la impunidad. Deberá imponerse la dignidad de un pueblo capaz de reaccionar ante tanto peculado.
La hora de la acción
La moción de censura de Unidos Podemos y el llamamiento a la movilización del Frente Cívico nos muestra el camino que debe transitar la gente justa y responsable. Las náuseas deben transformarse en auto-organización.
El próximo 15M debe ser un hito en la lucha por la democracia y contra la corrupción. En este combate no hay diferencias políticas que valgan. Cuando los corruptos roban y estiran la mano para las coimas no preguntan por nuestra filiación política o creencia religiosa. Hay que fomentar la unidad y desterrar los intentos sectarios de apropiarse de las protestas.
Debemos prepararnos para una movilización sostenida en el tiempo. Entre el 15M y las marchas de la Dignidad -que convergerán en Madrid el 27 de Mayo- solo hay 12 días de diferencia. En esos días los ciudadanos deberíamos ganar calles y plazas para explicar que lo que está en juego son los fundamentos mismos de la democracia.
No basta con lamentarse o mendigar dimisiones que, apenas son un brindis al sol. No podemos quedarnos con los brazos cruzados. Toda explicación política que eluda decir la verdad no está a la altura del desafío que enfrentamos.
Si estamos por luchar contra la corrupción hay que llamar a votar a favor de la moción de censura para terminar con el gobierno del partido de la podredumbre y la corrupción sistémica. Es la hora de movilizarse como propone el Frente Cívico.
Basta Ya. A la calle, que es hora. Recuperemos la dignidad como pueblo y la categoría de ciudadanos.