Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.
Un ambicioso ministro del gobierno israelí, un príncipe de la corona saudí, un yerno de un presidente de Estados Unidos y un ferrocarril abandonado desde hace mucho tiempo. ¿Podría ser el comienzo para establecer un eje anti-iraní que en un nuevo y extraordinario giro de la historia extraiga de la chistera un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos?
El ministro es Yisrael Katz, que detenta las carteras de Asuntos de Inteligencia y Transportes en el actual gobierno israelí. Está considerado como candidato principal para relevar a Benjamin Netanyahu si los turbios cargos por corrupción acaban finalmente con el primer ministro israelí.
El príncipe heredero es, por supuesto, Mohammed bin Salman (MBS) que ejerce en la actualidad una panoplia de poderes jamás vistos desde los días de su abuelo Ibn Saud, el fundador del actual reino saudí. MBS es tan despiadado como ambicioso según muestra el hecho de haberse desembarazado de sus rivales al trono en tiempo récord.
El yerno es Jared Kushner, agente inmobiliario de Nueva York nombrado asesor principal del presidente estadounidense y encargado de conseguir un acuerdo de paz israelí-palestino.
El ferrocarril es la vía de 1.300 km. que los otomanos construyeron en 1908 entre Damasco y Medina, el segundo lugar más sagrado del islam. Un ramal conectaba el puerto mediterráneo de Haifa con la línea principal a través del Valle de Jezrel y la actual Jordania. El ferrocarril se cerró en 1920 con la caída del Imperio Otomano.
El ministro Katz está impulsando una reactivación de una red ferroviaria de cargo como llave para estabilizar un eje anti-iraní que se serviría del comercio para promover una estrecha alianza entre Arabia Saudí y otros Estados árabes con Israel. En entrevista reciente con el periódico canadiense The Globe and Mail, declaró que «Irán es el gran enemigo» y añadía que «está muy claro que [Israel y Arabia Saudí] estamos prácticamente del mismo lado… Todos los países suníes están en contra de Irán. Queremos un acuerdo de paz en paralelo con el avance de iniciativas de desarrollo económico regional».
El ministro, miembro como Netanyahu del partido Likud, ya supervisó la apertura de 60 kilómetros de vía desde Haifa a través del Valle de Jezrel, en el noreste de Israel, hasta la frontera de Jordania. Y a pesar de oponerse firmemente a la solución de dos Estados ha ofrecido a los palestinos que viven en Cisjordania una curiosa zanahoria: un incentivo en forma de un ramal de ferrocarril que conectaría la ciudad palestina de Yenin con la línea principal. «Si los palestinos se conectan a un sistema ferroviario todo el área obtendrá un importante impulso económico», declaraba al periódico Haaretz.
Entretanto se ha dedicado a engatusar a MBS. Lo hacía abiertamente el 14 de diciembre con una oferta para atacar las «plantas de misiles iraníes» en Líbano. Aunque no lo hayan hecho público, los saudíes han sido objeto de dos ataques con misiles en Riyad. Acusan a Irán de suministrar misiles de largo alcance y a los rebeldes Huzi de dispararlos desde el interior de Yemen a través de su apoderado regional Hizbolá. Una acusación que los iraníes niegan.
Katz ha elogiado al príncipe heredero saudí de 32 años diciendo que es el líder del mundo árabe y ha propuesto que sea Arabia Saudí la que auspicie un nuevo proceso de paz entre israelíes y palestinos. El ministro ha añadido que Israel estaría encantado de participar en tales negociaciones. Y ha invitado a MBS a visitar Israel para reunirse con altos funcionarios del gobierno israelí y con el propio Katz. Tal reunión, supuestamente, tendrá lugar en Jerusalén, donde se encuentran el parlamento israelí, el Knesset y los ministerios del gobierno.
Puede que sea ir demasiado lejos, al menos en esta etapa. Aún así, la respuesta oficial saudí a la declaración del presidente estadounidense Donald Trump sobre Jerusalén como capital de Israel ha sido sorprendentemente tibia si se tiene en cuenta que el liderazgo del reino ha impulsado durante varias décadas (aunque no siempre con mucho entusiasmo) una solución de dos Estados con Jerusalén Oriental como capital palestina.
Quedó constancia de la tibieza saudí en una reunión extraordinaria que MBS mantuvo a principios de diciembre con Robert Satloff, director del Washington Institute for Near East Policy . El WINEP está integrado por un grupo de expertos pro-israelíes vinculado al AIPAC (Comité Estadounidense de Asuntos Públicos de Israel), una poderosa organización que ejerce en Washington una intensa labor de lobby en favor de Israel.
Satloff mantuvo un encuentro de 80 minutos con MBS en Riyad, algo que hubiera sido impensable solo hace unos meses. El hecho de que la reunión tuviera lugar justo después de la declaración de Trump sobre Jerusalén , que durase más de una hora, y que MBS solo mencionase Jerusalén después de recibir indicaciones de Satloff, lo hace aún más llamativo.
Una semana después, Satloff publicó un artículo en el sitio web de WINEP titulado «Mohammed bin Salman no quiere hablar de Jerusalén». Decía lo siguiente:
«Si no le hubiéramos preguntado directamente sobre el anuncio de Trump, es posible que ni hubiera salido el tema […] Se limitó literalmente a esbozar una palabra de decepción por la decisión del presidente, y luego rápidamente pasó a hablar de que Riyad y Washington podrían trabajar juntos para limitar las consecuencias y restaurar la esperanza en el proceso de paz israelo-palestino».
Ese proceso de paz parece cada vez más un trato preparado por MBS y Jared Kushner. Se trata del llamado plan santuario por el cual se crearía un nuevo Estado palestino entre Gaza y el norte de Sinaí. Las ciudades y pueblos palestinos de Cisjordania que han acabado más rodeados de asentamientos israelíes quedarían bajo la jurisdicción de Jordania. Por su parte, los saudíes invertirían cientos de millones de dólares para apoyar el proyecto.
El plan prevé forzar un éxodo de palestinos de Cisjordania, de la hacinada Gaza y de Israel hacia al Sinaí, desactivando así la bomba demográfica a la que los israelíes deberían hacer frente si declararan una solución de un solo Estado con iguales derechos para todos, una democracia donde los palestinos inevitablemente se convertirían en mayoría.
Declarar Jerusalén como capital de Israel es el primer paso en el gran plan para cerrar, en palabras de Trump, «el acuerdo definitivo». Desde su posición como ministro de Transportes, Katz ya ha ofrecido construir una isla artificial frente a la costa de Gaza que serviría como aeropuerto y centro de transportes para el nuevo Estado.
Lo que parece que se les escapa a Katz, MBS y Kushner es que plan santuario sobrevuela la realidad sobre el terreno. Los palestinos no aceptarán las presiones mafiosas para que abandonen la lucha que sostienen desde hace décadas por su patria. Tampoco los egipcios que viven en el norte de Sinaí aceptarán ser reubicados por la fuerza al oeste de Suez. Y el presidente Abdel Fatah al Sisi , que ya ha sido criticado por renunciar a dos islas para los saudíes , ¿ofrecerá gran parte de la península del Sinaí? Finalmente, ¿dónde encontrarán los saudíes, con sus problemas de liquidez, los fondos para financiar esta descabellada empresa?
Por ahora, sin embargo, el verdadero peligro sigue siendo la inquietud por la creciente influencia de Irán en la región que podría llevar a israelíes, saudíes y estadounidenses a una guerra por delegación a gran escala. Katz ya ha dado señales de que Israel está preparado para ello. Refiriéndose recientemente a la guerra de 2006 entre Hizbolá e Israel en Líbano, dijo: «Lo que sucedió en 2006 será un picnic en comparación con lo que podemos hacer […] Les aseguro que devolveremos Líbano a la Edad de Piedra».
Fuente: https://www.aljazeera.com/indepth/opinion/iran-hejaz-railway-ultimate-deal-171223205737611.html