Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
El ataque en curso contra Ghuta oriental por parte del gobierno sirio y sus aliados me trae recuerdos de mis últimas semanas en mi ciudad natal, Qusair. Pocas cosas han cambiado desde entonces, excepto el creciente coro de voces que piden que el presidente sirio Bashar al-Asad permanezca en el poder como medio para llevar la paz a Siria.
Esos llamamientos se han incrementado drásticamente en los últimos meses tras los consistentes avances militares de las fuerzas gubernamentales. Para muchos, el resultado de la guerra está ya decidido. «El final de la partida está claro: Asad, Rusia e Irán saldrán victoriosos», escribe Danny Makki en Open Democracy.
«He llegado a la triste conclusión de que la forma de salvar vidas es dejar que Asad gane tan rápidamente como sea posible», sostiene Max Boot en The Washington Post. Las llamadas a aceptar el gobierno de Asad se basan por lo general en tres premisas principales. Intentaré explicar por qué esos argumentos no se sostienen.
1. Realides sobre el terreno
Muchos sostienen que el presidente Asad ha ganado la guerra y que es hora ya de aceptar esa realidad. Aunque muchos grupos rebeldes han desaparecido y han surgido otros, el régimen sirio ha permanecido coherente, firme y tenaz, especialmente tras la intervención militar rusa a partir de 2015.
El hecho de que Asad haya ganado militarmente no resulta sorprendente. Con el apoyo estratégico de Rusia e Irán, la estrategia de su gobierno se ha centrado en los últimos siete años en ir logrando avances consistentes, aunque fuera a escala relativamente pequeña.
Esos avances incluyen la recuperación, entre 2012 y 2017, de Baba Amr, Qusair, Yabrud, los suburbios de la ciudad vieja de Homs, la ciudad de Alepo y Deir Ezzor. Ghuta oriental es el objetivo actual de la ofensiva del régimen de Asad que, desde el 18 de febrero, ha provocado ya más de mil muertos.
Es verdad que las ganancias militares de Asad son una realidad sobre el terreno. Pero, ¿significa eso que la comunidad internacional debería aceptar que siga gobernando en base a su poderío militar? ¿Se ha convertido Siria en otro ejemplo más de la ley del más fuerte, donde sólo gana el más duro y el más salvaje?
Puede que para algunos la respuesta sea afirmativa, ya que la fuerza militar es el principal factor determinante a la hora de resolver los conflictos. Sin embargo, esos mismos analistas, ¿aclamarían a Hitler y aceptarían su implacable campaña militar en Europa? Reconocer la fuerza militar de Asad es una cosa y otra aceptar que ese statu quo deba normalizarse.
2. No hay otra alternativa mejor
La segunda justificación de aceptar el dominio de Asad es la ausencia de una alternativa mejor. A menudo se afirma que la oposición está fragmentada e integrada por extremistas. Aunque algunas de estas afirmaciones son ciertas, se olvidan tres aspectos:
Primero, esos análisis pasan por alto a menudo las causas de la fragmentación de la oposición siria, especialmente el papel de intromisión de los actores extranjeros. A diferencia del régimen de Asad, los diferentes grupos de la oposición estaban en desventaja desde el comienzo porque tuvieron que unificar sus filas y construir relaciones con actores externos para poder conseguir apoyos.
Putin recibe a Asad durante una reunión celebrada en el enclave de Sochi, Mar Negro 20 de noviembre de 2017 (Reuters)
Segundo, esas afirmaciones olvidan también la evolución y heterogeneidad de la oposición política y armada. Los grupos de la oposición siria han ido experimentando cambios importantes en los pasados siete años como pone en evidencia la desaparición de algunos y el surgimiento de nuevas alianzas.
Tercero, la oposición política y la oposición armada sirias no son lo mismo, al igual que la mayor parte de los sirios no son combatientes, pero sí son los que integran la cifra más alta de víctimas de los bombardeos del gobierno sirio y de la aviación rusa.
3. Poner fin al sufrimiento
La tercera razón más citada es que aceptar al régimen de Asad es la única vía para poner fin al sufrimiento de los sirios. Si bien son conscientes de esta barbaridad, algunos consideran que volver a comprometerse con el régimen es una vía para aliviar el sufrimiento de los civiles.
Aunque estas preocupaciones son comprensibles, uno debería preguntarse si tal enfoque garantiza, o no, que Asad no se vengue de las comunidades contrarias a su gobierno. Muchos de los que se hallan en las zonas bajo control de la oposición tienen familiares y amigos que han luchado contra el gobierno.
Hay varios informes que demuestran que las fuerzas del gobierno han arrestado a civiles tras apoderarse de nuevas áreas. Si Asad logra sofocar la resistencia, no hay duda de que su prioridad principal será asegurarse de que no vuelva a repetirse nunca.
Es probable que el hecho de permitir que Asad gane detenga el bombardeo sobre zonas civiles, ya que sus fuerzas pasarán a controlar esas áreas bombardeadas. Sin embargo, es probable que prevalezcan otras formas de violencia. Podemos temer campañas de arrestos masivos, desapariciones forzadas y torturas.
Sigue sin conocerse el destino de cientos de miles de sirios. Como de esas formas de violencia ni se informa ni se ven, podría asumirse que la guerra ha terminado. En realidad, más que salvar vidas, aceptar el régimen de Asad dará lugar a más muertes sin denunciar porque la opresión asegurará que el ciclo de violencia continúe.
Por otra parte, la crisis de refugiados no podrá resolverse mientras Asad permanezca en el poder.
No hay respuestas fáciles para Siria. La única certeza es que no es posible una solución estable bajo Asad. Restaurado en el poder, Asad perpetuará la mismas condiciones que allanaron el camino para la injerencia extranjera, la violencia y el sufrimiento.
Sus aparatos de seguridad seguirán desatando todo tipo de horrores contra las comunidades vulnerables. La única diferencia es que los llevará a cabo en el más absoluto silencio, en las celdas de sus prisiones.
Rifaie Tammas es un activista sirio que sigue estudios de doctorado en la Universidad Macquarie, en Sydney, Australia, donde también es enseñante en varias unidades. Centra sus investigaciones en temas relativos a la injerencia extranjera, la violencia colectiva y los conflictos internos. Trabajó como periodista entre 2012 y 2013 informando desde Siria sobre el conflicto.
Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/accepting-assad-rule-wont-end-syrians-suffering-1685726592
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