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Agroecología, ¿un término más a adulterar por el sistema?

Fuentes: Rebelión

A partir del martes 27 de marzo de 2018, se ha celebrado en Roma, en la sede central del Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo de la Agricultura y la Alimentación (FAO) el SEGUNDO SIMPOSIO INTERNACIONAL SOBRE AGROECOLOGÍA. El evento reunió hasta el 5 de abril a cerca de 400 especialistas en agroecología, académicos, […]

A partir del martes 27 de marzo de 2018, se ha celebrado en Roma, en la sede central del Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo de la Agricultura y la Alimentación (FAO) el SEGUNDO SIMPOSIO INTERNACIONAL SOBRE AGROECOLOGÍA.

El evento reunió hasta el 5 de abril a cerca de 400 especialistas en agroecología, académicos, agentes gubernamentales, representantes de la sociedad civil y organismos de la ONU, para discutir sobre las políticas e iniciativas para «perfeccionar» ese nuevo concepto de producción agrícola. Se considerada clave, para el futuro, preservar el planeta y a la vez garantizar alimentos sanos para todos. En él, el director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, apuntó: «La estrategia de aumentar la producción a cualquier precio no ha sido suficiente para erradicar el hambre y además asistimos a una epidemia global de obesidad».

Se consideró necesario abandonar la agricultura intensiva y sustituirla por la agroecología.

Resulta difícil ser crédulo al respecto, no parece que vaya a cambiar mucho una organización que, una y otra vez, no solo se equivoca sino que lo reconoce.

Durante el simposio se plantearon nuevas posibles acuñaciones en terminología agraria y distintas ideas novedosas de cómo deberá ser la agricultura del futuro. Se planteó la «agroecología», como el desarrollo agrícola «ecológico» y «sostenible». Ya emplazamos con unas palabras o términos tabú: DESARROLLO y SOSTENIBLE.

Por ejemplo, Stéphane Le Foll, exministro francés de Agricultura propuso que «la agroecología se considerara como a una «doble revolución verde», agrícola y ecológica. Es decir, no había que descolgarse del todo de la nefasta «revolución verde», que fue un engaño. Hoy para hacer sostenible este engaño había que hacerlo doble, ¿no quieres té?, ¡pues dos tazas! ¿Y si fue un flagrante engaño lo de la «revolución verde» por qué no ha de serlo también el término que ahora quieren sumarle el de la «revolución ecológica»? Pues sí, la «revolución verde» resultó ser un universal engaño para mantener el macronegocio de las petroleras.

¿Y porque no ha de ser ahora de nuevo un engaño comercial y gran negocio la «revolución ecológica»? Esa revolución que intercambia «productos ecológicos» a decenas de miles de kilómetros, que suponen diariamente transportes de millones de toneladas de mercancías «ecológicas» a miles de kilómetros, incluso a distancias intercontinentales [1] . ¡Que no!, que mientras no terminemos completamente con las globalizaciones mundiales y regresemos al localismo no habrá solución.

Y no es que la FAO se equivoque, es que es sabido que las grandes organizaciones mundiales (FAO, ONU, OMS, etc.) están soterradamente influidas por los intereses del neoliberalismo global y que a lo más que llegan es a buenas palabras demagógicas [2], que con el tiempo termina viéndose que sólo son eufemismos para vender mejor los productos industriales nocivos. Y todo esto para que después de cierto tiempo haya que cambiar el eufemismo con el insano objetivo de que nada cambie y se pueda seguir produciéndose, sin problemas, el sacrosanto CRECIMIENTO de la acumulación de plusvalía global. Para que se pueda seguir produciendo el gran fraude del desarrollo sostenible. Un termino que también salió a relucir, ¿cómo no? Se habló de que «Invertir en conocimiento e innovación es clave para aprovechar el potencial de la agroecología, con el fin de abrir el camino para un desarrollo sostenible«.

Y es que es imposible concebir una agroecología dentro de un desarrollo capitalista, porque el desarrollo solo tiene connotaciones  de crecimiento y es por esto por lo que es completamente incompatible con un concepto no-demagógico, y no adulterado, de agroecología. Si, incompatible según veremos a continuación en una serie de citas de opiniones respecto al término DESARROLLO SOSTENIBLE que a mi ver son de lo más respetable. 

Latouche en su libro «Sobrevivir al desarrollo» [3] comenta: » En1949 el presidente Truman en su discurso inaugural ante el Congreso, calificó a la mayor parte del mundo como regiones subdesarrolladas » [4] .  Para que todas estas gentes se «desarrollaran» el capitalismo inventó la entelequia del «préstamo rescatador y desarrollador». Con ello se crearon » solventes artificiales » que dejaron de poseerse a si mismos. Y cayeron en el infierno de la deuda, caracterizado por una SUPEDITACIÓN TOTAL AL PRIMER MUNDO.

Además: en el mismo libro Serge Latouche continua diciendo: «John Pezzey (del Banco Mundial) en 1989 ya reseñaba 37 acepciones diferentes del concepto desarrollo sostenible . Pero es que F. Harem llegó a catalogar hasta 60 acepciones» [5] . Esto nos da una idea de lo manipulado y deformado que resultó el término desarrollo sostenible en manos de «expertos ecologistas» del sistema. Manipulación constante para convertir esta expresión en un eufemismo que permitiera engañar al completo, con el fin de no cesar el sacro-santo-CRECIMIENTO al que es adicta la doctrina económica del neoliberalismo global.

Y también Serge Latouche defiende el siguiente concepto: «Las ideas de progreso , desarrollo y crecimiento… son exclusivas de la sociedad de Occidente. Ideas que no tienen ningún sentido en otras sociedades [6] «. Es decir, en donde no existe la religión de la desmesura que es el capitalismo, según acertada opinión de Walter Benjamín. Estos conceptos consumistas-productivistas , que tienden a estandarizarlo todo en aras de la rentabilidad y la utilidad, en el fondo, son la base del universalizado pensamiento único capitalista.

 Nicholas Georgescu-Roegen (1906-19994) sostenía que «es imposible concebir el desarrollo sin crecimiento».

Y según el profesor Joan Martínez Alier: «El desarrollo sostenible es un imposible. El crecimiento verde y el desarrollo sostenible son una contradicción. No puede haber un desarrollo económico que sea verde. Es falsamente verde. La economía actual se basa en más petróleo, más carbón, más palma, más cobre… Hablar de desarrollo sostenible es engañar a la gente».

No se si tal vez peco de «órgano-oficialismo-pesimista» y que tal vez sea que el «gato escaldado del agua fría huye». Pero por desgracia no creo que me equivoque, no obstante me alegraría mucho que con el tiempo pudiera constatar que me equivocaba. Pero mucho me temo que más que huir de agua fría, huyo de aceite hirviendo.

Notas:

[1] Al respecto, ver mi artículo: El comercio y la economía verde en Rio+20,  en:  http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/El_comercio_y_la_economia_verde_en_Rio_20, en: http://www.plataformasdelsur.org/?p=264 o en:  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=147537

[2] Resulta especialmente escandaloso, y cuando menos chocante, el organismo mundial directamente relacionado con la ONU (o que forma parte ella) del Consejo de Seguridad para la Paz de las Naciones Unidas. Recordemos que el 74 % de las exportaciones de armas proceden de sólo 5 países: EE.UU., Rusia, China, Francia y Alemania, y todos ellos, excepto Alemania, son miembros permanentes, con derecho de veto, del Consejo de Seguridad de la ONU. ¿Seguridad para la paz o seguridad para la guerra? Para ampliar más sobre esto consultar el libro: Julio García Camarero, Manifiesto de la transición hacia el decrecimiento feliz, Los libros de la Catarata, 2017.

[3] Serge Latouche, Sobrevivir al desarrollo, Icaria Más Madera, 2007, Barcelona.

[4] Opus citada, pág. 11.

[5] Opus citada, pág. 39.

[6]  Decrecimiento o barbarie, entrevista a Serge Latouche por Monica di Donato, 2009 http://www.fuhem.es/media/cdv/file/biblioteca/Entrevistas/Entrevista_Serge_Latouche.pdf  PAPELES- nº 107 2009, entrevista 159.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.