La política israelí, en su diaria y crónica conducta criminal contra el pueblo palestino, persigue que tal comportamiento sea visto como parte constituyente de un proceso de ocupación, que sólo puede tener como fin, en ese actuar sionista, la completa anexión de los territorios ocupados. Una política ilegal y violatoria de los derechos humanos del […]
La política israelí, en su diaria y crónica conducta criminal contra el pueblo palestino, persigue que tal comportamiento sea visto como parte constituyente de un proceso de ocupación, que sólo puede tener como fin, en ese actuar sionista, la completa anexión de los territorios ocupados.
Una política ilegal y violatoria de los derechos humanos del pueblo palestino. Una política de segregación llevada a cabo, desde el momento mismo, que la entidad sionista nace artificiosamente el año 1948, con la complicidad de las superpotencias surgidas tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Una entidad que confía en que el paso de los años, unido al silencio, la ceguera y la mudez de gobiernos, organismos internacionales y la alianza entre el imperialismo y el sionismo invisibilicen cualquier intento de oponerse al colonialismo, racismo y crímenes que lleva a cabo el régimen israelí.
La expresión máxima del objetivo de exterminio del sionismo contra el pueblo palestino se vive con especial énfasis contra los habitantes de la Franja de Gaza. Una tierra sometida a un brutal y perverso programa de aniquilación, al estilo de los más sanguinarios regímenes totalitarios que ha tenido la humanidad. Un programa genocida que está siendo develado, en toda su profundidad a través de un plan miserable, denominado mediáticamente como el «Acuerdo del Siglo». Formulado en las oficinas de Washington y Tel Aviv y que pretende, bajo mandato del lobby sionista y los sectores más reaccionarios de la sociedad estadounidense, dotar a Israel de las herramientas políticas y con aval de gobiernos cómplices que obstaculice el objetivo de concretar un Estado Palestino, con plena autodeterminación.
La Franja de Gaza, «el campo de concentración más grande del mundo», está sometida, desde el año 2006 a la fecha, a un bloqueo criminal. Un enclave que sufre periódicas operaciones militares y una permanente política de exterminio. Un territorio, que es escenario de una política colonial, discriminatoria y perversa, llevada a cabo por el régimen cívico-militar israelí, que no sólo ocupa la Palestina histórica desde el año 1948, sino que pretende usurpar todo el territorio palestino de la Ribera occidental y al mismo tiempo estrangular a esta Franja de Gaza, que con sus dos millones de habitantes en 360 kilómetros cuadrados, vive en condiciones definidas, por la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU), como una tierra que está al «borde de un hundimiento total».
La resistencia como arma invencible
Con esta afirmación, dada a conocer por el Enviado Especial de la ONU ante Oriente Medio, el diplomático búlgaro Nikolay Mladenov, el organismo internacional da cuenta de la grave crisis alimentaria, sanitaria, de agua potable, contaminación ambiental y en general de infraestructuras básicas que vive este enclave costero, que camina «hacia el colapso total de su economía» y que desde el 30 de marzo pasado, en el marco de las denominadas Marchas por el Retorno, han sufrido el asesinato de 144 de sus habitantes a manos de francotiradores sionistas, que disparan en forma cobarde y artera, desde la valla que separa la Palestina ocupada de la Franja, bajo la excusa que las piedras, las cometas y el humo que sale desde neumáticos encendidos en territorio gazetí representa un peligro para su seguridad. Argumentos tan pueriles como irracionales, considerando la nula equidad de fuerzas.
Resulta evidente que la situación desesperada que viven los casi dos millones de palestinos en la Franja de Gaza genera desesperanza y un sentir, frente a un futuro poco promisorio, con una realidad brutal y desgarradora. Sometidos al asedio, la muerte y un bloqueo, que impide un mínimo desarrollo del pueblo gazetí, origina la certeza que frente a esa realidad «no hay nada que perder». Y esto ha sido reconocido por instituciones dependientes de las Naciones Unidas, que están en el terreno, que conocen los padecimientos del pueblo palestino y que además están igualmente sometidas a las críticas y los ataques del sionismo y el imperialismo, como es el caso de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados en Oriente Próximo – UNRWA -.
Efectivamente, la UNRWA, a través del asesor de prensa Adnan Abu Hasna, señaló que «Para Gaza no hay futuro, es una gran cárcel, donde no hay sueños, no hay estabilidad. Dos millones de personas, un 50 % de desempleo, el sector privado no funciona. Los daños causados por la guerra de agresión israelí del año 2014 aún no han sido superados. Aquí el gran problema es que la gente no tiene nada que perder». Afirmación que además encamina los temores ante una posible escalada militar israelí en las próximas semanas y que se vislumbra a través de ejercicios militares llevados a cabo por el Ejército Invasor Sionista.
Según informaciones entregadas por medios de prensa israelíes – el diario The Times Of Israel y la agencia Walla – parte de esos ejercicios estuvieron centrados en simular la irrupción en localidades de la Franja de Gaza. En específico a través de la 162 División Blindada israelí. División que tiene, como último antecedente bélico, la derrota sufrida a manos de Hezbollá en la Guerra de los 33 días del año 2006. Ello explica el que las fuerzas militares de ocupación simulen ejercicios contra un rival, que bien sabe el alto mando sionista, ha estudiado la estrategia que permitió a Hezbollá derrotar al sionismo y dar una lección de estrategia militar, expresada en la destrucción de decenas de tanques Merkava que eran utilizados por Israel como muestra de su aparente superioridad tecnológica y militar. Orgullo militar que terminó convertido en chatarra inservible en tierras del sur de El Líbano. Como se afirma con orgullo en las fuerzas antisionistas «la historia se escribe sobre las rocas sobre las cuales vuestra ola se estrelló».
La mencionada opinión, respecto a que el pueblo palestino no tiene nada que perder, da cuenta de una terrible pero evidente realidad. ¿Perder la vida frente al ejército sionista y los colonos ocupantes? Acontece diariamente, en las formas más diversas y sanguinarias llevadas a cabo por el nacionalsionismo, que da vía libre al contubernio ejército-colonos, para cometer crímenes de lesa humanidad. ¿Perder sus tierras y cultivos? Cada día el pueblo palestino sufre el expolio, la usurpación y destrucción de sus tierras de labranza y sus olivos centenarios. A lo que hay que sumar la demolición demencial de sus viviendas.
¿Perder la relación y comunicación entre sus pueblos y ciudades? Cada día son construidos más y más asentamientos, que se pueblan con colonos extremistas y se erigen kilómetros de un muro que segrega y divide al pueblo palestino a pesar de todas las resoluciones de la ONU en contrario. Cada día nuevas carreteras exclusivas para uso de israelíes atraviesan el territorio del West Bank, cada día la Franja de Gaza está más y más aislada. ¿Perder el derecho a visitar sus centros sagrados? Cada día las fuerzas ocupantes ponen nuevas trabas para que los palestinos visiten la Explanada de las Mezquitas en Al Quds – Noble Santuario de Jerusalén – conocido en árabe como al-Ḥaram al-Qudsī al-Šarīf. Como también invadir con colonos terroristas Al-Haram Al-Ibrahimi (la Mezquita de Ibrahimi) en la ciudad de Al Jalil. Todo ello bajo la política de judaización de Palestina.
Pero, a pesar de esa dolorosa realidad, existe algo que los funcionarios de la ONU y los líderes políticos y militares sionistas tienen muy presente. Saben que el pueblo palestino, ya sea en la Ribera Occidental o la Franja de Gaza, en el combate diario contra las fuerzas invasoras, poseen una joya invaluable. Un tesoro que no van a perder nunca y dan muestra de ello en forma valerosa: El Derecho a la Resistencia contra el sionismo. La Resistencia frente a militares y colonos usurpadores. La firmeza, aguante y entereza en la lucha contra quienes ejecutan operaciones de exterminio. Resistencia noble y admirable, frente a una ideología criminal. La resistencia es el mayor orgullo que nos muestra el pueblo palestino y que implica, admirar el valor de este pueblo y su resistencia, al cual es imposible doblegar a pesar de crímenes y bloqueos.
En la Franja de Gaza la conducta valerosa de sus habitantes le grita al mundo que no hay libertad sin lucha, no existe dignidad sin el pleno retorno de los refugiados y una plena autodeterminación. Idea compartida por sus líderes políticos. Efectivamente, el Movimiento de Resistencia islámica Palestina, Hamas, a través de su líder, Ismael Haniya, ha declarado que las protestas iniciadas el 30 de marzo y que muestran al mundo la determinación palestina de resistir a pesar de francotiradores, drones, tanques y el uso de diversas armas que llevan la muerte a la población palestina, son protestas que continuarán «hasta que los refugiados palestinos tengan el derecho a regresar a sus hogares». Es claro, en esta decisión, que el llamado «acuerdo del siglo- afirma Haniya – cuya meta es obligar a los palestinos a reconocer el régimen israelí y abrogar sus derechos en los territorios ocupados, nunca podrá eliminar este derecho».
Hoy, más que nunca, Palestina necesita la solidaridad, el apoyo efectivo y concreto de los pueblos del mundo. Hoy, cuando el binomio criminal compuesto por Washington y el sionismo pretende imponer un «Acuerdo del Siglo» que exuda sangre palestina. Hoy, que la Resistencia palestina muestra el camino de la dignidad como eje de la acción contra el régimen nacionalsionista, se requiere intensificar los esfuerzos de la sociedad civil por apoyar a Palestina. La campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS -debe ser una línea central de lucha. El apoyo que el Eje de la Resistencia debe dar a las fuerzas palestinas, tal como lo ha dado al pueblo sirio, es otra línea de acción necesaria y vital.
La lucha por la libertad de los pueblos de Oriente Medio, contra los grupos extremistas creados por occidente y el apoyo sionista y wahabita, es parte de la lucha final por la autodeterminación del pueblo palestino. El combate sostenido por recuperar los territorios usurpados por el sionismo, sean en la Ribera occidental, los Altos del Golán y el fin del bloqueo contra la Franja de Gaza van en la misma dirección.
No habrá paz en el Levante Mediterráneo sin la derrota total del sionismo, sin que los políticos y militares de esa falsa «mayor democracia de Oriente medio» con que suelen vestirse en forma hipócrita, responsables de crímenes de lesa humanidad, sean llevados a tribunales internacionales y se juzgue su papel en el exterminio del pueblo palestino. Hoy, debemos avanzar por la necesaria libertad de Palestina y deje de estar sometida al crimen y la ocupación de uno de los regímenes más brutales que ha dado el mundo. Y en ese objetivo, la resistencia frente a la ocupación y su política de colonialismo y crimen ostenta un lugar central.
Fuente original: http://www.hispantv.com/noticias/opinion/382812/israel-politicas-ocupacion-conflicto-hamas
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