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La crisis del Golfo: continuas pérdidas para la región

Fuentes: Monitor de Oriente

La crisis del Golfo, que comenzó con el asedio y el boicot contra Qatar por parte de varios países árabes y del Golfo y liderado por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, no ha provocado ningún resultado útil para los países que orquestaron el bloqueo. Todo lo contrario, de hecho. La lección más obvia es: […]

La crisis del Golfo, que comenzó con el asedio y el boicot contra Qatar por parte de varios países árabes y del Golfo y liderado por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, no ha provocado ningún resultado útil para los países que orquestaron el bloqueo. Todo lo contrario, de hecho. La lección más obvia es: Todo conflicto explota y toda guerra que estalla no pueden detenerse y reprimirse porque el entorno local, regional e internacional sea propicio a los conflictos.

No es de extrañar que la crisis del Golfo siga en pie y que no se vaya a resolver en el futuro previsible. La crisis del Golfo es un claro producto de decisiones apresuradas, incluido el uso de los peores medios disponibles en batallas políticas y económicas sin sentido. Bajo estas circunstancias, la ética y los valores pierden su importancia, y esto volverá para atormentarnos en una región que ha perdido su camino, su historia y su identidad. El coste de la crisis es alto, lo suficiente para hacer de toda la región árabe y del Golfo algo menos atractivo para las inversiones, lo cual es contrario a las visiones de los capitales que exportan la inversión global.

Una de las consecuencias de la crisis del Golfo es la creciente dependencia de los Estados del Golfo de Estados Unidos, particularmente de la administración de Trump, lo que supone una situación de agotamiento y debilitamiento para el Golfo. El gobierno de Trump ha utilizado el bloqueo de Qatar para ganar dinero, arreglar contratos y manipular voluntades. El precio de la alianza con Trump es alto, especialmente desde que su agenda se basa en el principio del agotamiento financiero de los países de la región.

Sin embargo, la crisis del Golfo, que afectó y debilitó a los países del Consejo de Cooperación del Golfo, ha beneficiado a varios países fuera del círculo árabe. La crisis ha beneficiado a Turquía, que ha jugado un papel importante en el Golfo. También a Irán, que ha descubierto que el Golfo y el CCG no están de acuerdo respecto a las políticas regionales iraníes. La crisis del Golfo ha supuesto beneficios políticos incluso para Rusia y China, ya que ambos países obtuvieron ganancias del declive de la confianza de ciertos países del Golfo en EE.UU. A su vez, Israel se ha beneficiado de esta crisis, ya que se encontró con un mundo árabe y del Golfo en busca de apoyo para enfrentarse a Irán y espiar a sus adversarios, como demuestran las filtraciones publicadas por el The New York Times hace pocos días.

Las justificaciones para el bloqueo no están claras, ni lo estarán, debido a la debilidad de su lógica. El bloqueo no provocó ningún cambio en la identidad y la línea polítca de Al-Jazeera, sino que impulsó a la cadena a abordar problemas que no había cubierto en el pasado respecto a temas del Golfo. El bloqueo en Qatar no condujo a la estabilidad de Egipto; de hecho, parece que Egipto está más agitado debido a las acciones del presidente y a la encarcelación de sus aliados y partidarios más cercanos. El asedio a Qatar no puso fin a la guerra de Yemen ni a ninguna tensión regional.

La crisis del Golfo no era inevitable. No era el último recurso; más bien, una respuesta de los responsables de la toma de decisiones tanto saudíes como emiratíes a algunos problemas regionales a la luz de la llegada al poder de Trump. Esta crisis representó la evaluación de una posición, de la guerra de Yemen y de la suposición de que los misiles iraníes estaban alcanzando Yemen. Parece que los analistas creen que las armas iraníes se encuentran actualmente en Irak. ¿Quiere decir esto que se librará otra guerra en Irak?

En las leyes de las relaciones entre los Estados árabes, pocas veces nos encontramos con un comportamiento civilizado en caso de haber diferencias. A pesar de que Qatar vive en una nueva situación y ha sido capaz de gestionar sus necesidades, la continuación de la crisis a este nivel, que afecta a los ciudadanos qataríes y del Golfo, a sus derechos y a sus movimientos, sólo podrá profundizar la negatividad que pesa sobre nuestra región. Si pensamos en una familia, es natural que se pelee y existan diferencias, y es normal que se formen alianzas a varios niveles. Sin embargo, la base que determina la naturaleza de su relación se asocia a la forma en la que lidian con sus diferencias y en los grados que rigen estas diferencias. ¿Están sus relaciones sujetas a las consideraciones de la lógica, de ganar y perder, de modo que el conflicto se reconozca y se racionalice, o el espíritu de la intolerancia y la agresión empuja al conflicto fuera de su curso natural?

En la mayoría de los casos, la situación árabe actual no valora en absoluto la opinión pública, ni en su país ni en los demás Estados, y no hace referencia a la opinión pública en las posiciones respecto a los conflictos y disputas entre los líderes. En la mente de los árabes todo se disputa, ya que, cuanto menos abierto está un país árabe el conflicto con sus ciudadanos, menos tolerante puede ser hacia sus vecinos. Esto se debe a que opera en base a que conoce la verdad absoluta. En esta situación, la ira del Estado se hace similar a la pasión de las personas luchando en las calles, ya que la posición política se convierte en un problema personal cargado de emoción. En el caso de los árabes, los grandes se comen a los pequeños, los fuertes pueden oprimir a los débiles, y los que controlan los ejércitos y las fuerzas de seguridad pueden destruir economía.

En los momentos de rabia, los árabes quemamos libros, destruimos civilizaciones, y nos vemos consumido por el espíritu de la venganza y el rencor. Nos convertimos en algo parecido al emperador Nerón, quien quemó Roma, o a Hulagu, quien quemó Bagdad y a sus libros. Saddam Hussain no era una excepción en nuestra historia, ya que, actual e históricamente, nos encontramos con continuos ejemplos de este tipo de violencia y agresiones relacionadas con el control y el terrorismo sistemático. Quizá es por eso que el mundo árabe todavía no ha conseguido acumular logros.

Si el poder y la fuerza son la base del éxito, Hitler habría conseguido hacerse con el mundo, Japón habría controlado Asia en la II Guerra Mundial, Estados Unidos habría permanecido en Vietnam, Francia se habría anexionado Algeria, y la raza blanca seguiría con su régimen de apartheid establecido en Sudáfrica. Incluso Israel habría conseguido el olvido de Palestina (a pesar de la diferencia de fuerzas y la naturaleza de su asentamiento sionista). El poder es un elemento esencial a la hora de dar forma a las relaciones entre países y sociedades, pero, al mismo tiempo, el poder es relativo y está influenciado por factores de demografía, justicia, derechos, opinión pública, economía y equilibrios visibles e invisibles a nivel regional e internacional. Por eso, el poder violento o forzoso es dañino para los demás, e incapaz de mantener una estabilidad, de ganar guerras y de imponer voluntades.

Los árabes, al igual que el Golfo, necesitan resolver la crisis del Golfo, pero esto no será posible debido al acoso y las imposiciones. Requiere de un cambio de mentalidad y de enfoque para que los países y las sociedades acepten las críticas y el diálogo entre distintas escuelas de pensamiento, tanto en el país como en el extranjero. ¿Es posible que nuestra región progrese sin dar espacio a la libertad en los países y más allá?

Este artículo fue publicado en árabe en Al-Quds Al-Arabi el 6 de septiembre de 2018.

Fuente: https://www.monitordeoriente.com/20180910-la-crisis-del-golfo-continuas-perdidas-para-la-region/