Con esta aportación se pretende algo muy concreto: contribuir al debate para rectificar la estrategia política que el núcleo mayoritario de IU está llevando a cabo y que, a nuestro juicio, tiene errores analíticos de bulto y, lo que es más importante, supone un elemento más en la grave crisis por la que atraviesa IU. […]
Con esta aportación se pretende algo muy concreto: contribuir al debate para rectificar la estrategia política que el núcleo mayoritario de IU está llevando a cabo y que, a nuestro juicio, tiene errores analíticos de bulto y, lo que es más importante, supone un elemento más en la grave crisis por la que atraviesa IU. Para decirlo con claridad, la política que se está siguiendo es errónea y contribuye poderosamente a desdibujar el perfil político y las bases de apoyo de IU.
En la primera cuestión que habría que insistir es en que el P.P. ha perdido las elecciones y ya no gobierna. Después de haber vivido en el pasado la experiencia del retraso sufrido en comprender el cambio de ciclo que marcaron la derrota del PSOE y el acceso al gobierno del PP., hoy asistimos a la paradoja de que el «todos contra el P.P.» sigue siendo uno de los elementos claves de la estrategia de la mayoría de IU; el otro aspecto es configurar una mayoría de izquierdas en torno al gobierno de ZP o, mejor dicho, en el lenguaje usual, «forzar», una mayoría de izquierdas.
Una diferencia relevante habría que señalar con respecto a la etapa anterior de IU y es la siguiente: que el último ciclo electoral completo ha significado una derrota política y organizativa de IU sin precedentes, hasta el punto de que esta estrategia de «influencia determinante» se pretende desarrollar con tres diputados, en alianza en un grupo parlamentario con una fuerza como IC-V, que ha hecho de la relación preferente con el Partido Socialista un elemento básico y esencial de su política. Y otra diferencia más: un PSOE en la oposición competía en nuestro espacio social y electoral; el PP, en las mismas circunstancias, no.
Insistir, pues, en que el PP está en la oposición y que gobierna ZP no es una perogrullada, sino una constatación que merece reflexión y una adecuación de las políticas que IU debería practicar en esta fase. Porque no hay que engañarse: lo que hagamos ahora va a ser determinante para nuestro futuro y, lo que es más importante, no tenemos demasiado margen para errores de bulto: no hay retaguardia donde retirarse y el sustento político cultural de IU se ha debilitado mucho en estos últimos años. Lo cual no implica, obviamente, que no tengamos en cuenta los «límites» parlamentarios del gobierno de ZP y que minusvaloremos la fuerza política y social de la derecha española.
La cuestión tendría que plantearse de otra manera. Se trata de identificar las relaciones entre el bloque político-económico dominante y el PP, de un lado y, de otro, las de ese mismo bloque con el Partido Socialista. Es decir, mientras el PP es un partido orgánico del capitalismo español, el PSOE sigue siendo, en lo fundamental, un intermediario de ese poder. Ambas cuestiones hay que tenerlas en cuenta. Tan ingenuo sería subestimar las estrechas relaciones entre la derecha política y la derecha económica, como pensar y actuar considerando al Partido Socialista al margen de las coordenadas de poder que los poderes económicos limitan y determinan.
Diciéndolo claro y sin ambigüedades, ambos partidos coinciden en los elementos sustanciales del modelo neoliberal vigente hoy en Europa. Existen diferencias importantes entre ellos, que se han acentuado con la deriva extrema de los cuatro últimos años del gobierno de Aznar, pero los elementos de fondo -que coinciden en gran medida con los patrones político-económicos dominantes- los unen. A lo que habría que añadir que el sistema político vigente se basa, justamente, en un bipartidismo político que se ha ido convirtiendo, con las excepciones nacionalistas, en el principal instrumento de dominación política en España.
El fondo de la cuestión sigue estando en una mala valoración de la derrota electoral del PP y de lo que el zapaterismo está significando y lo que previsiblemente puede significar en el futuro. Insistimos en algo que hemos reiterado mucho en estos meses: no ha ganado el PSOE sino que ha perdido el PP. No existía en la sociedad española una propuesta político-programática en torno al PSOE con capacidad de ser una alternativa socialmente solvente al gobierno de Aznar. Parece que el elemento determinante han sido las manipulaciones del PP, de un lado, y la existencia de una parte activa de la sociedad que reaccionó en momentos dramáticos y que terminó dando la victoria electoral a ZP. Esto determina la gran contradicción en la que tiene que situarse el nuevo gobierno: sacar adelante un programa de gobierno muy marcado por supuestos socioeconómicos neoliberales, en un contexto social complejo, donde las posiciones más de izquierdas tienen un peso indudable. Todo esto, conviene subrayarlo de nuevo, con una debilidad institucional, social y orgánica muy fuerte de IU.
Las relaciones entre el PSOE e IU no han sido nunca buenas y, hasta el presente (incluido el ciclo electoral último), la dirección socialista no ha pretendido otra cosa que anularnos y hacernos desaparecer. Se observa que el «talante» de ZP es -también aquí- diferente, más amable y hasta comprensivo de nuestras debilidades. En esto, como en casi todo, lo importante es preguntarse no solo lo que se quiere hacer sino lo que se está obligado a hacer, y parece evidente que la estrategia del gobierno de ZP consiste, en primer lugar, en consolidar un bloque político-electoral capaz de garantizar la gobernabilidad, e ir construyendo una mayoría social que asegure la continuidad del propio proyecto, con una mayoría electoral suficiente. En segundo lugar, parece también evidente que, para esta estrategia, el gobierno de ZP tiene varios problemas gruesos que resolver; entre ellos, una fuerte presencia política de la derecha, aunque ésta parece seguir un guión -previsible, por ota parte- que, lejos de fortalecerla, la debilita. A lo que habría que añadir las «jugadas» que se están haciendo -y se harán en el futuro- para situarla frente a sus contradicciones y desacreditarla aún más. Pero, todo ello, sin olvidar que, al final y en las cuestiones fundamentales, el PSOE piensa llegar a un gran acuerdo con el PP.
La otra vertiente del asunto afecta directamente a IU y es la necesidad imperiosa del PSOE de neutralizar el conflicto social y a aquella parte de la izquierda crítica que, por diversas razones, esta vez le ha votado.
Si el análisis es correcto, ¿cuál deber ser la política, aquí y ahora, de IU?. Opinamos que lo que se está haciendo es justamente lo contrario de lo que se debería hacer. La prioridad de IU no tendría que ser configurar un preacuerdo por arriba con el Partido Socialista, desde un marco político que nos es desfavorable y desde unas concepciones que lo único que pretenden es hacer «más sociales» unos Presupuestos determinados por el Plan de Estabilidad y bajo unos criterios que reflejan las líneas maestras de la política económica que ha venido haciendo el PP.
Lo que IU debería hacer, a nuestro juicio es:
·En primer lugar, plantearse una estrategia política a medio plazo capaz de reconstruir las bases ideales, morales y sociales de la izquierda alternativa. Lo fundamental tendría que ser la elaboración de un programa para la acción que concretara un conjunto de actuaciones políticas, organizativas y de alianzas sociales capaces de construir una verdadera oposición de izquierdas al gobierno de ZP. Esto último no excluye, por supuesto, acuerdos tácticos y coyunturales con ese gobierno, como ha ocurrido con la satisfacción de demandas urgentes de los movimientos (retirada de las tropas de Iraq y la paralización del trasvase del Ebro, por ej.); pero en casos como éstos deberemos hacerlo tratando de ir más lejos señalando sus contradicciones con otras políticas y decisiones y con el propósito firme de ir creando las condiciones para un cuestionamiento efectivo de la estrategia de «guerra global permanente», el neoliberalismo y el productivismo dominantes.
·En segundo lugar, el acento habría que ponerlo hoy en la movilización social, situando la intervención en torno al conflicto en el centro de la actividad militante de IU. Para decirlo con claridad, solo modificando la correlación político-social de fuerzas puede avanzar nuestro proyecto.
·En tercer lugar, IU debe definir una plataforma político-programática acordada con los movimientos sociales, que sirva de referente para las gentes de la izquierda transformadora.
·En cuarto lugar, precisar, con mucho detalle, un conjunto de medidas que sitúen a la estructura organizativa y, sobre todo, a las asambleas de base de IU ante los retos actuales. Sin la implicación de todos y cada uno de los afiliados y afiliadas de IU, sin el esfuerzo constante por promover la participación, no hay salida posible; de ahí la enorme importancia de lo que podríamos plantear como la construcción de una nueva legitimidad interna, que una los cambios en la estrategia política con la democratización de la organización y con nuevas formas de hacer e intervenir en la política sobre la base, eso sí, de una mejor articulación entre lo rojo, lo verde y lo violeta.
Aportación de Susana López, Manuel Monereo y Jaime Pastor al debate de la Permanente Federal Ampliada de IU del 6-9-04