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Crónica de la asamblea federal de IU

Mayoría absoluta de las candidaturas contrarias a la encabezada por Gaspar Llamazares

Fuentes: Rebelión

La VIII Asamblea de IU se convocaba ante una profunda crisis de la organización y bajo el lema «Por el relanzamiento de IU». Mucho más que los documentos, lo que atraía la mayor parte del interés era la elección de un nuevo Coordinador General que se anunciaba en cualquier caso muy reñida. La elección del […]

La VIII Asamblea de IU se convocaba ante una profunda crisis de la organización y bajo el lema «Por el relanzamiento de IU». Mucho más que los documentos, lo que atraía la mayor parte del interés era la elección de un nuevo Coordinador General que se anunciaba en cualquier caso muy reñida. La elección del Coordinador compete a la parte del Consejo Político Federal (CPF) elegido en la propia asamblea (110 miembros)

Finalmente y tras largas sesiones de «pasilleo» se presentaron 3 listas (completas, cerradas y bloqueadas, tal y como establecen los estatutos). Una lista estaba encabezada por Gaspar Llamazares y obtuvo un 49.5 % de los votos (54 miembros del CPF). La lista encabezada por Enrique Santiago contó con el apoyo del 38.1 % de los delegados (42 miembros al CPF) y la lista encabezada por Sebastián Martín Recio recibió el apoyo del 12.4 % de los delegados (lo que le adjudicaba 14 miembros en el CPF). Por lo tanto, la mayoría de la VIII asamblea expresó su rechazo a respaldar a Gaspar Llamazares que es el perdedor de la asamblea atendiendo estrictamente a la voluntad popular de los delegados a la misma.

Únicamente una maniobra ilegal de la actual dirección pudo conseguir que los sillones sigan ocupados por las mismas personas que han llevado a IU a la situación que vive actualmente.

Polémica enmienda

El sábado, en la comisión de estatutos, se libraba la batalla esencial para el enrocamiento de Llamazares. Una enmienda mayoritaria procedente de la delegación llamazarista de Baleares planteaba modificar el sistema vigente para la elección del Coordinador General añadiendo al CPF los votos de los Coordinadores de las Federaciones (mayoritariamente proclives a la actual dirección). La operación estaba bien diseñada, pues el ponente de la comisión de Estatutos, G. Ballina, pretendió asumir la enmienda de rondón sin que nadie se enterara, ejerciendo de fiel servidor de su señor (es el actual Responsable de Organización de IU de Asturias). El subterfugio es detectado y se vota, pasando al plenario como mayoritaria. En el pleno la enmienda fue aprobada por 306 votos a favor, 235 en contra y 10 abstenciones. Pero la polémica no era sólo el contenido mismo de la enmienda, fuertemente vinculado a la situación puntual de extrema debilidad del Coordinador General, sino la pertinencia o no de su aplicación. La aplicación de esta enmienda en el mismo proceso asambleario en que ha sido aprobada, vulnera el principio de seguridad jurídica, pues los cambios incorporados a los estatutos entran en vigor a partir de la asamblea en la que son aprobados, siendo la elección del nuevo coordinador un acto perteneciente a la VIII Asamblea. La aplicación es, pues, ilegal y la mayoría del 53 % un artificio construido ad hoc para «salvarse» aunque sea por los pelos. Gaspar Llamazares se ha debilitado hasta la extenuación y estas condiciones es imposible relanzar nada.

Más incumplimientos de los estatutos

Gaspar Llamazares se presenta a Coordinador General por tercera vez desde la VI asamblea. Los estatutos de IU establecen en su artículo 16 que cuando un cargo se presente por tercera vez para la misma responsabilidad deberá ser elegido por el 60 % de los votos emitidos en ese ámbito de elección. El ilegítimo 53 % que se ha fabricado ni siquiera sería suficiente si aplicara los estatutos actualmente vigentes (esta norma no ha sido modificada en la VIII Asamblea).

Sin informe de gestión

Es norma de las Asambleas de IU que éstas comiencen con un Informe de Gestión del Coordinador saliente, disponible con antelación, y que es valorado por las delegaciones dividiéndose éstas el tiempo que se les asigna en función del número de delegados entre las distintas «sensibilidades», y tomando postura globalmente la asamblea sobre la gestión realizada por el Coordinador al inicio de la misma. De esta manera, Gaspar, podría haberse encontrado con una no ratificación por parte de la asamblea al inicio de la misma, lo que se habría traducido en una losa fúnebre para afrontar la reelección, por la presión que para los delegados y delgadas de su sector supondría disponerse a elegir a un coordinador ya desautorizado por la asamblea. La solución de la dirección enrocada es eliminar el informe de gestión y sustituirlo por una intervención de contenido desconocido de 45 minutos que al no ser un informe no tiene que ser valorado por las federaciones ni votado por el pleno. Se trata de una estrategia perfectamente entendible en clave mediática: el coordinador y candidato no afronta el menor riesgo de crítica y votación adversa en el único acto de la asamblea donde esto sería posible, llegando «inmaculado» a la presentación de su candidatura en el CPF .

También se negaron a presentar el preceptivo Informe-Balance financiero y se negaron a facilitar el estado de cuentas. Una mente sana tiene que pensar que cuando se hace esto es porque el escándalo que supone el incumplimiento de los estatutos en esta cuestión es menor que el escándalo que se desarrollaría si se dieran las cuentas.

¿Línea política?

En esta asamblea del relanzamiento, Llamazares ha repetido que tenemos una línea política clara, pero no nos la ha explicado. En su discurso de presentación de su candidatura afirmó que tenemos el proyecto político de ocupar ese tercer espacio de la izquierda, pero no sabemos qué es eso. Lo que mejor caracteriza su línea política no es un contenido, sino un estilo, el del oportunismo político consistente en ponerse palabras encima para definir su posición según el auditorio que le esté escuchando. Así el sector gasparista rechazó la enmienda que intentaba convertir a la Internacional en el himno de IU, pero al finalizar la asamblea se entonó, puño en alto (menos Rosa Aguilar), la emblemática canción-declaración. Es la primera vez que una asamblea presidida por Llamazares, ya sea federal o de Asturias anteriormente, termina de esta manera.

Un proceso nada ecuánime

El proceso que llevó a la asamblea federal estuvo marcado por las irregularidades en la aplicación de las normas. De esta forma la lista de Extremadura (federación crítica con la actual dirección) fue impugnada porque no se cumplían los porcentajes establecidos de delegados elegidos en el ámbito regional en relación a los delegados elegidos por las localidades por 0.2 puntos, mientras que las reclamaciones presentadas en contra de las listas gasparistas están esperando ser resueltas por la Comisión Federal de Garantías Federales que, por cierto, está desaparecida pues es norma que presente un informe en las asambleas y sea renovada, pero nada de eso se ha hecho en esta ocasión.

En el pleno en el que intervienen todas las federaciones con reparto proporcional del tiempo asignado, las minorías asturianas no pudieron intervenir (aunque representan el más del 36 % de la delegación) mientras que casi todas las demás minorías intervinieron en este pleno (también en Cataluña se laminó a las minorías). De esta manera, Jesús Iglesias, otro fiel servidor de los intereses gasparistas, robó el tiempo que le correspondía a otros compañeros y compañeras que rechazan sus métodos y su política, en un acto de explotación (del tiempo) que la gente de izquierdas debiera combatir más que practicar.

Un futuro incierto

La realidad es que Gaspar ha perdido la VIII Asamblea, pues de lo contrario no hubiera tenido que hacer trampas. Se puede ganar de esta forma, pero es como aprobar medicina copiando: el día que haya que operar, matarás al paciente. Si el proceso de renovación del CPF por las federaciones se produce a dentellada limpia, aumentará artificialmente su mayoría, debilitando aún más a la organización que agonizará lentamente hasta que cambie de métodos y de política. Si los compañeros y compañeras que ahora apostaron por Gaspar, recapacitan y reconocen que esta forma de «ganar» es en realidad un error, pueden dar una oportunidad a que la organización haga las cosas de otra forma y comencemos de verdad un relanzamiento. Pero un líder que debiera haber dimitido, está desautorizado para relanzar nada en estas condiciones.