El sistema político cubano es uno de los temas más manipulados por la propaganda imperialista, con lo cual han contribuido a difundir no pocas interpretaciones erróneas y confusiones en zonas geográficas, donde los medios de información están bajo control e influencia de los grandes grupos de poder.En sus objetivos desinformadores los enemigos de la Isla […]
El sistema político cubano es uno de los temas más manipulados por la propaganda imperialista, con lo cual han contribuido a difundir no pocas interpretaciones erróneas y confusiones en zonas geográficas, donde los medios de información están bajo control e influencia de los grandes grupos de poder.
En sus objetivos desinformadores los enemigos de la Isla cuentan con viejos y acuñados esquemas, con obligados requerimientos sin los cuales la elección de los dirigentes y órganos de gobierno no califican como democráticos.
Todo cuanto se aparte de esos criterios carece, según los patrones imperiales, de validez. No obstante la simpleza de tal enfoque, ha servido para engañar incautos y ocultar los mayores escamoteos de la voluntad popular.
Las virtudes del sistema cubano radican, precisamente, en aquellos aspectos más criticados por los enemigos de la Revolución, y son los que permiten definirlo como expresión de democracia participativa.
Ese protagonismo popular, más allá de la voluntad y los intereses de un partido, está presente en Cuba en todos los pasos organizativos de las elecciones, desde la conformación del Registro primario de electores hasta la toma de posesión de los elegidos y el posterior
cumplimiento de sus deberes públicos.
Lo anterior se cumple mediante el ejercicio de cinco características principales, que tiene en los comicios a nivel municipal la base institucional del sistema:
– inscripción universal y automática de todos los ciudadanos,
– nominación de los candidatos por los propios electores,
– inexistencia de campaña electoral, total limpieza y
– transparencia de los comicios y la facultad de los ciudadanos de revocar el mandato.
En estos momentos las comisiones electorales municipales y de circunscripción trabajan en la organización de los comicios convocados para elegir los delegados a ese nivel, previstos en su primera vuelta para el 17 de abril próximo.
Ahora están ocupados en la confección de los registros de votantes, conformados de manera automática como un derecho ciudadano, que incluye a todos los que arriban a los 16 años.
Dados a conocer en varios sitios públicos de cada circunscripción como primer paso, esos listados propician que la población pueda reclamar y obtener su inclusión y subsanar errores en los datos.
La base del sistema institucional son los delegados de circunscripción, quienes se agrupan en Consejos Populares -instancia que abarca un número de circunscripciones- e integran las asambleas municipales como órgano de gobierno del territorio.
Los candidatos -dos como mínimo y hasta ocho- resultan propuestos y nominados directamente por los vecinos en reuniones públicas de las diversas zonas que componen las referidas circunscripciones.
La elección, realizada cada dos años y medio, se efectúa mediante el voto directo y secreto y para resultar elegido debe contar con más del 50 por ciento de los votos válidos emitidos.
A diferencia de la práctica universal, en Cuba la propaganda electoral no está permitida. En este caso los pasquines, vallas, menciones de radio y televisión y los mítines a favor de los aspirantes, son sustituidos por la publicación en lugares concurridos de las biografías y las fotos, en igualdad de condiciones.
En esos documentos se detallan los datos personales y las virtudes y meritos sociales de cada quien por demás, ampliamente conocidos por la vecindad.
El día previsto para emitir el sufragio los miembros de los colegios, también vecinos de la comunidad, invitan al público a comprobar que las urnas están vacías antes de sellarlas y ponerlas bajo custodia de pioneros, alumnos de la enseñanza primaria de las escuelas del territorio.
Concluida la votación se emprende inmediatamente el escrutinio de forma pública. A este acto asisten libremente los electores, cualquier otro ciudadano, periodistas y visitantes extranjeros.
Los elegidos no reciben remuneración por el desempeño de su labor. Quienes deban dedicarse a tiempo completo a dirigir y asegurar el funcionamiento de las Asambleas Municipales reciben el mismo salario que tenían en su lugar de trabajo.
Todos los delegados -incluye al presidente del gobierno a ese nivel- deben rendir cuenta de su labor cada seis meses ante sus electores, quienes pueden revocar su mandato en cualquier momento.
Como puede observarse con la descripción anterior, la participación de los ciudadanos, sin distinción de edad, sexo, creencias religiosas, profesión u ocupación laboral, es una constante en todas las etapas del proceso.
El sistema electoral cubano, que abarca con estos mismos principios hasta la elección del Parlamento y el Consejo de Estado, quedó plasmado en la Constitución de 1976, discutida masivamente y aprobada en referéndum por más del 97 por ciento del electorado.