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Parece que Israel quiere encerrar Gaza bajo llave y tirarla

El mayor campo de prisioneros del mundo

Fuentes: The Independent

Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

Al norte de la franja de Gaza hay un pueblo beduino -chabolas de bloques de cemento construidas sobre las dunas de arena- que ha estado siendo controlado por las torres de vigilancia del ejército de la colonia judía de Nisanit. La mayoría de las noches durante la Intifada los soldados que había en estas torres disparaban a los callejones del pueblo y obligaban a todos los habitantes del pueblo a encerrarse en sus casas por la noche. Se sabe que a veces los niños, desorientados y aterrorizados por el fuego, salían corriendo de sus casas y se metían en la línea de fuego.

Alrededor de las colonias judías en Gaza había muchas torres de vigilancia desde las que se disparaba al azar. Han asesinado a cientos de palestinos, tanto militantes como inocentes, y la población local los odia. Su desaparición esta semana, junto con las propias colonias, será con toda razón motivo de celebración. Pero no porque vayan a desaparecer los más visibles y opresivos signos de la ocupación israelí se debe caer en la ilusión de que Gaza vaya a dejar de ser el mayor campo de prisioneros del mundo.

La semana pasada el gobierno israelí decidió que en el futuro inmediato iba a mantener tropas en la frontera entre Gaza y Egipto -a lo largo del llamado Corredor de Filadelfia. Fue desde una torre de vigilancia de esta frontera desde donde en 2003 fue disparado el activista pacifista Tom Hurndall. En la misma reunión el gobierno decidió también que Israel debía continuar controlando quien entra y sale de Gaza por Egipto y propuso un nuevo paso fronterizo en Kerem Shalom, donde se juntan Israel, Gaza y Egipto. Esta laboriosa reunión del gobierno también decidió que también iba a permitir a Gaza tener tres millas de aguas territoriales; más allá de ellas Israel controlaría el mar. Ya se ha decidido que Israel seguirá controlando el espacio aéreo de Gaza.

A principios de este año el Comité Internacional de la Cruz Roja, el guardián del derecho humanitario internacional, envió al gobierno israelí un informe detallado con recomendaciones y confidencial en el que dejaba claro que la salida de los soldados israelíes y de los colonos no acababa con la ocupación. El informe establecía: «Israel va a conservar un significativo control sobre la franja de Gaza, que le permitirá ejercer elementos clave de autoridad. Por consiguiente (…) parece que en este estadio la franja de Gaza seguirá estando ocupada a efectos del derecho humanitario internacional».

Este punto de vista es respaldado por el muy respetado Programa Harvard de Investigación sobre Política Humanitaria y Conflicto. En un expediente legal preparado por la comunidad de donantes, el director del programa escribía: «El repliegue parcial de la presencia militar israelí dentro y alrededor del territorio no es el factor dominante según el derecho internacional para determinar el final de la ocupación…El fin de la ocupación descansa esencialmente en el fin del control militar del poder ocupante sobre los asuntos del gobierno de la población ocupada que limita el derecho del pueblo a la autodeterminación».

Este asunto queda claro en la resolución sobre la desconexión aprobada por el gobierno israelí el verano pasado. Esta resolución establece: «La finalización del plan [de desconexión] servirá para disipar las exigencias referentes a las responsabilidades de Israel respecto a los palestinos de la franja de Gaza». Pero si sigue siendo el poder ocupante, entonces según la ley Israel tiene una responsabilidad muy especifica respecto al bienestar de la población de Gaza. Si se considera que la ocupación ha terminado, entonces puede lavarse las manos respecto al millón trescientos mil palestinos.

Por el momento Israel habla de mejorar las condiciones del malfamado corredor de Erez desde Gaza a Israel, donde miles de palestinos trabajadores por salarios ínfimos son humillados rutinariamente durante horas antes de poder entrar a Israel a trabajar. Pero a largo plazo parece que Israel quiere encerrar Gaza bajo llave y tira la llave. Shaul Mofaz, ministro de Defensa, y Ehud Olmert, vice-primer ministro, ambos han declarado públicamente este verano que desde 2008 no se permitirán trabajadores palestinos en Israel. La formulación del proyecto de desconexión estipula que a «largo plazo» no habrá trabajadores.

En la cumbre del G8 la comunidad internacional prometió invertir 1.720 millones de libras en Gaza Pero sin acceso al mundo exterior este dinero hará poco para mejorar la vida o crear trabajos estables. Para que Gaza note los beneficios de la desconexión, los pescadores necesitan poder pescar, los comerciantes trabajar y, lo que es importante y crucial, los trabajadores todavía necesitarán trabajar en las construcciones de Tel Aviv y Ashkelon.

De otro modo, las torres de vigilancia de Gaza sólo se habrán movido unos cientos de metros y sin lugar a dudas pronto dispararán a más palestinos, tanto militantes como inocentes.

pmcc@ fastmail.fm
16 de agosto de 2005
El escritor fue el portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos de 2001 a 2005.