Recomiendo:
0

Energía y desarrollo sin dañar la biodiversidad

Fuentes: IPS

Hace 10 años, Costa Rica recibió una donación de 25.000 dólares de la ONU con el fin de ampliar el uso de la biomasa, la tecnología que permite transformar materia orgánica en energía. Hoy, la Red de Usuarios de Biomasa de América Central administra proyectos multimillonarios en siete países, con metas ambiciosas como fomentar el […]

Hace 10 años, Costa Rica recibió una donación de 25.000 dólares de la ONU con el fin de ampliar el uso de la biomasa, la tecnología que permite transformar materia orgánica en energía.

Hoy, la Red de Usuarios de Biomasa de América Central administra proyectos multimillonarios en siete países, con metas ambiciosas como fomentar el desarrollo rural, preservar los recursos naturales y reducir las emisiones de gases invernadero que recalientan la atmósfera.

Éxitos en materia de desarrollo sustentable como la constitución de esta Red deben ser imitados en todo el mundo si se trata de aliviar la pobreza que sufren miles de millones de personas, según expertos.

«Es cada vez más claro que la degradación de los ecosistemas y el fantasma de un abrupto, impredecible y tal vez irreversible cambio en el ambiente mundial amenazan décadas de esfuerzos de desarrollo», dijo Olav Kjørven, director de Energías y Prácticas Ambientales del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

«El dramático aumento en el consumo de ecosistemas –incluidos agua potable, pesca, purificación de aire y agua y servicios de regulación del clima– trajeron una mayor prosperidad a mucha gente en el mundo», indicó Kjørven en el prólogo del informe «La diferencia sustentable: Energía y ambiente para alcanzar las Metas del Milenio».

«Pero también aumentaron la pobreza y la marginación como consecuencia del agotamiento y hasta la destrucción de estos servicios clave», agregó el experto en este nuevo informe de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).

El informe publicado el día 23 detalla los proyectos del PNUD en 140 países para incorporar energía y servicios ambientales en planes de desarrollo nacionales, y delinea la visión estratégica de la agencia de los pasos a dar en esos sectores para cumplir con los Objetivos de Desarrollo de la Naciones Unidas para el Milenio.

Al establecer en septiembre de 2000 estas metas, 189 jefes de Estado y de gobierno contrajeron el compromiso reducir a la mitad la población pobre y hambrienta del mundo, lograr la enseñanza primaria universal y promover la igualdad de géneros y la autonomía de la mujer.

Los ocho retos se completan con la reducción de la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el sida, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la sustentabilidad del ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.

Casi todos los objetivos específicos deben cumplirse antes de 2015 y tienen como referencia los niveles de 1990.

Los jefes de Estado y de gobierno volverán a reunirse en septiembre en Nueva York, en ocasión de las instancias inaugurales de la próxima sesión de la Asamblea General de la ONU, para evaluar los avances en el cumplimiento de las metas.

«Todos piensan aún en la energía y el ambiente como asuntos no relacionados con el desarrollo sustentable», dijo a IPS el principal autor del informe, Iyad Abumoghli.

«El estudio trata de demostrar que la protección y el manejo de recursos ambientales es esencial para cumplir con las metas del milenio. Debemos comprometer a las comunidades locales con el manejo de sus propios recursos naturales, que también les brindan modos de vida sustentables», añadió Abumoghli.

El experto recordó que 2.000 millones de personas carecen de electricidad y 1.000 no cuentan con acceso a agua potable.

«En términos de avance hacia las metas del milenio, los mensajes más importante del informe son que la mayoría de los países aún no han integrado energía y ambiente en sus planes de desarrollo y estrategias de reducción de la pobreza, y que el costo de las medidas de protección ambiental es un factor muy importante», aseguró Abumoghli.

El sudamericano Río de la Plata, mansión de una importante biodiversidad y motor de sectores como la pesca, el turismo y el transporte, lucha contra la creciente contaminación con hidrocarburos, metales pesados y otros residuos industriales, así como con la sedimentación y la degradación del hábitat.

Aunque Argentina y Uruguay, los países a los que separa el estuario, han tomado por separado medidas para resolver esos problemas, no lograron apuntar contra las causas de la contaminación porque la conciencia sobre el funcionamiento global del ecosistema es limitada.

Con financiamiento del PNUD y del intergubernamental Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM o más conocido como GEF, por sus siglas en inglés), los dos países realizan un «análisis de diagnóstico transfronterizo» que será la base para un plan de acción con miras a mejorar la calidad del agua y frenar la contaminación.

África oriental es otra región de gran prioridad para la conservación de la biodiversidad, según el informe. A pesar de la bien intencionada creación de parques y reservas naturales, el área sufre la presión de la población y de la sobreexplotación de recursos.

Dada la falta de capacidad económica e institucional de los Estados, el papel de la sociedad civil es crucial para resolver el problema.

Tres países –Kenia, Uganda y Tanzania– participan en el Proyecto de Biodiversidad Transfronteriza de África Oriental, que procura reconciliar los intereses socioeconómicos de la población local con la biodiversidad.

Mientras, en el Pacífico occidental, el PNUD se concentra en la conservación de ecosistemas marinos, cubriendo un área de 38,5 millones de kilómetros cuadrados donde se ubican 14 pequeños países insulares en desarrollo.

La región contiene los más abundantes y biológicamente diversos arrecifes del mundo, la principal reserva de atún y una amplia gama de especies amenazadas.

A pesar de que el PNUD ha dedicado unos 7.000 millones de dólares a esos y otros programas nacionales, faltan recursos financieros, según Abumoghli, pues, advirtió, «el ambiente debe ser seriamente incluido en la ecuación antipobreza».

Las inversiones que concilian ambiente con naturaleza promueven, además, la equidad de género. «Más de 70 por ciento de nuestros proyectos con aportes de hasta 50.000 dólares son establecidos con mujeres», explicó el experto.

«En la mayoría de los países, las mujeres son quienes manejan los recursos naturales, sea cuidando los cultivos como recogiendo medios de energía como la leña», sostuvo.