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Sobre el escritor y ensayista judío, premio Nobel de la Paz

El silencio de Elie Wiesel: Cómo ser una víctima modelo

Fuentes: Counterpunch

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

«El capitán Gordon Pim afirmó en su discurso que en la matanza de nativos existía un principio filantrópico; decía que «en las matanzas había un sentimiento de piedad». Sven Lindqvist, Exterminate the Brutes, (1966).

Finalmente, Elie Wiesel (1) ha hablado de los «desposeídos» en Palestina. Era lógico que lo hiciera; era lo que se esperaba de él desde hace mucho tiempo. Superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz, Wiesel ha dedicado toda su vida a evitar otro holocausto, actuando con la convicción de que «…permanecer en silencio y con indiferencia es el peor de los pecados…».

Así que Wiesel habla sobre la angustia de la desposesión con palabras que provocan una profunda empatía hacia las víctimas. En un artículo en el New York Times del 21 de agosto de 2005, escribe sobre las «desgarradoras imágenes» de la desposesión, «algunas de las cuales resultan insoportables». Hombres indignados, mujeres gritando, niños caminando a pie». «Se obliga a las víctimas a desarraigarse, a recoger sus pertenencias más queridas y preciosas, a abandonar sus recuerdos y sus rezos, sus sueños y sus muertos, para ir en busca de un lecho en el que reposar, una mesa en la que comer, una nueva casa, un futuro entre extraños».

Algunos de ustedes podrían sorprenderse por el dolor de Wiesel ante las víctimas en Palestina, porque no parece propio de él, aunque no se le pueda acusar de reducir su trabajo humanitario a los judíos. En efecto, de acuerdo con su propio testimonio «no sólo es un partidario fiel de Israel», sino que «ha defendido también la causa de los judíos soviéticos, la de los indios miskito de Nicaragua, la de los desaparecidos de Argentina, la de los refugiados camboyanos, los kurdos, las víctimas del hambre y del genocidio en África, del apartheid en Sudáfrica, y las víctimas de la guerra en la antigua Yugoslavia». Pero, en el mundo de Wiesel, los palestinos no tienen categoría de víctimas.

Con toda razón, Wiesel acusa al mundo de indiferencia y silencio cuando los nazis exterminaban a los judíos pero él también ha optado, como una cuestión de principios, por mantener un silencio ensordecedor sobre el sufrimiento de los palestinos. Y lo formulaba así hace muchos años: «Apoyo a Israel y me identifico con ella. Nunca critico a Israel cuando no estoy allí». Palabras que podrían sugerir que mantiene un compromiso visceral con Israel; que mantiene con ella una relación monógama.

Pero no se trata de que Wiesel no critique a Israel cuando no está allí. Israel nunca hará nada que merezca su crítica. «Israel no ha hecho otra cosa que defenderse….todo lo que ha hecho Israel es lo único que podía haber hecho y no creo que Israel esté violando la Carta de Derechos Humanos. La guerra tiene sus propias normas». Israel no sólo está por encima de cualquier crítica: siempre ha sido la víctima de las guerras de los árabes y de los palestinos. Israel es completamente inocente.

Lamentablemente, no hay nada sorprendente en el artículo de Wiesel; nada de lo que congratularnos aquí. Wiesel no ha renunciado a sus sagrados principios. La gente «despojada» de su artículo no palestina: son los ilegales colonos judíos de Gaza. En lugar de sentir compasión hacia los palestinos, Wiesel se compromete en un nuevo juego de culpabilizar a las víctimas y llama la atención hacia una nueva forma de persecución judía. Este es el mensaje implícito: «Nunca hubo una limpieza étnica de palestinos en 1948, 1967 o después. Todo es mentira, una calumnia anti-semita. Pero vean la realidad. Está pasando delante de sus ojos: pueden ver la limpieza étnica de los judíos en Palestina en cualquier sitio, en la Fox, CNN, CBS, en el Washington Post y en el New York Times.

Se trata simplemente de la última y más ingeniosa maniobra en la magnífica estrategia sionista para presentar la imagen de Israel y de los israelíes como víctimas. Los israelíes jamás han desposeído a nadie, sino que están siendo «desposeídos» en la actualidad en su tierra prometida, en su propio país. ¡Qué tragedia!: son los únicos judíos desposeídos por su propio ejército. Si hubiera existido alguna duda sobre las intenciones israelíes hacia los palestinos, la expulsión de los judíos de Gaza debería disiparlas. Fíjense, el gobierno israelí incluso desaloja a judíos israelíes para instalar a los palestinos.

En su nuevo papel de «desposeídos» los israelíes tienen nuevas oportunidades también de culpabilizar a las víctimas reales, los palestinos. ¿Cuál es ahora el crimen de los palestinos? Frente a las «lágrimas y el sufrimiento de los israelíes evacuados», los palestinos no han optado por «silenciar su alegría y orgullo», sino que han organizado «desfiles militares con enmascarados, ametralladora en mano, lanzando tiros al aire como si celebraran un gran victoria en el campo de batalla». Wiesel les dice a los palestinos que no pueden alegrarse tan siquiera con las pequeñas victorias por las que han pagado en los últimos 80 años sangre y lágrimas.

La lógica con la que los sionistas han culpabilizado a los palestinos es verdaderamente sorprendente. Exigen que la víctima sienta empatía hacia su torturador; que entienda la angustia de sus verdugos, la angustia que les ha llevado a atormentar a sus víctimas, y el terrible sufrimiento que experimentan incluso mientras las torturan. En otras palabras, las víctimas de Israel tienen que mostrar una bondad que va más allá de la exigible a los santos. Si el palestino odia a sus verdugos es un anti-semita. Si se resiste a su torturador, un terrorista. Si celebra sus pequeñas victorias, no tiene sentimientos.

Ese es el lenguaje de la superioridad racial, la doctrina que cree en una jerarquía de razas, donde las razas superiores tienen derechos y las inferiores están destinadas a la extinción o a una existencia marginal bajo la tutela de las razas superiores. Según la doctrina sionista, los judíos son una raza superior. Y, de acuerdo con algunas opiniones, esta superioridad es de origen divino: Dios llevó a cabo su compromiso con los israelíes y no con los ismaelíes. Superioridad que se ha establecido empíricamente: los sionistas querían arrebatar Palestina a los palestinos y así lo han llevado a cabo.

Los israelíes no son sólo superiores en fuerza, lo son en su magnanimidad. Los palestinos todavía viven, ¿o no?. ¿Acaso no es la prueba de la magnanimidad israelí? Los israelíes sólo expulsaron a los palestinos de sus tierras pero no los incineraron en hornos. Volaron sus casas, pero en general les dieron tiempo para salir de ellas. ¿No han sido los israelíes incomparablemente más amables que los nazis?

Dejen a los palestinos celebrar su enorme suerte: no han sido expropiados por alemanes o anglo-sajones. Los herero en el sudoeste de África, los nativos en Estados Unidos o los tasmanios no fueron ni la mitad de afortunados. «Abandonen su terrorismo inútil», dicen los sionistas a los palestinos. «Tomen los bantustanes que hemos creado para ustedes, y sean agradecidos. Nosotros disponemos de la fuerza y del dinero: podemos recompensar su gratitud. Si se comportan bien, incluso podríamos darles pases de un día para trabajar en Israel, y podrían vivir bien fregando suelos y limpiando retretes».

Los sionistas se enfurecen cuando los palestinos rechazan estas «generosas ofertas». «No estaba en el guión», gritan. La ofensa resulta incomprensible, no esperaban semejante insolencia de los inferiores. A los sionistas les cuesta entender cómo nadie puede rechazar su derecho sobre Palestina, y eso es lo que han decidido hacer los palestinos; cualquier otro pueblo en su situación hubiera hecho lo mismo. Y es esa humanidad de los palestinos, natural e indiscutible, lo que resulta tan irritante para quienes están educados en la lógica del sionismo.

Habida cuenta de que este proyecto se ha llevado a cabo por medio de guerras y mediante limpiezas étnicas; a través de una ocupación en la que una sociedad entera se ha implicado en la destrucción implacable de otro pueblo, ¿cuántos sionistas pueden sinceramente afirmar- con independencia del éxito militar de su proyecto- que su humanidad todavía permanece intacta, que los israelíes de hoy son mejores ejemplos de los valores tradicionales judíos que las generaciones que les precedieron?

Israel se ha constituido como una sociedad cuya misión primordial es la de inventarse nuevas estratagemas, nuevos muros, y nuevas trampas para aprisionar a otro pueblo cuya voluntad de resistir continúa desafiando y frustrando su deseo de expropiarle. Los palestinos han reducido la capacidad de los israelíes para conservar su humanidad en su papel de ocupantes. Y aquellos que han hecho de la defensa de las atrocidades de Israel su misión vital experimentan la misma pérdida de valores humanos. Supongo que el señor Elie Wiesel lo sabe bien. O, ¿acaso su enfermedad ha llegado tan lejos que le ha incapacitado para reconocer su propia dolencia?

(1) Escritor y ensayista judío, nacido en Rumania en 1928, deportado a Auschwitz y liberado en 1945. Estudia en París y en los años 60 se establece en Estados Unidos, donde obtiene la nacionalidad estadounidense. Se convierte en intérprete oficial del Holocausto, y es nombrado presidente de la Comisión Presidencial creada para el mantenimiento y explotación de su memoria. Partidario incondicional de Israel, se ha negado a cualquier crítica sobre las actuaciones del Estado judío en relación con la ocupación de Palestina.

M.Shahid Alam es profesor de Economía en la Northeastern University. Colabora habitualmente en Counterpunch.org. Algunos de sus artículos se han reunido en el libro Is There An Islamic Problem (Kuala Lumpur: The Other Press, 2004). Su dirección es [email protected].