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Las conspiraciones de Cuba y Venezuela

Fuentes: Berria

  «Dicen que Fidel Castro y yo conspiramos, que desestabilizamos el continente», lamentaba el carismático Hugo Chávez en uno de sus programas ‘Aló Presidente’ este verano; pero añadía con ironía: «Sí, nosotros conspiramos, pero para llevar la salud y la educación a todo el mundo. Éstas son las conspiraciones que Fidel y yo hacemos». Y […]

 

«Dicen que Fidel Castro y yo conspiramos, que desestabilizamos el continente», lamentaba el carismático Hugo Chávez en uno de sus programas ‘Aló Presidente’ este verano; pero añadía con ironía: «Sí, nosotros conspiramos, pero para llevar la salud y la educación a todo el mundo. Éstas son las conspiraciones que Fidel y yo hacemos». Y no le faltaba razón: desde que Chávez llegó al poder en 1998, las relaciones entre el gobierno venezolano y cubano se han estrechado, inicialmente en materia sanitaria y educativa, pero tambén en cuestiones energéticas y políticas para construir la llamada integración latinoamericana. Unas relaciones que ponen nerviosos a muchos en la Casablanca -recordemos que Venezuela es el quinto productor mundial de petróleo-, pero que estan fortaleciendo los dos paises caribeños, pues rompen el aislacionismo en el que vivía Cuba desde la caída del bloque soviético y fortalecen el proceso revolucionario que vive Venezuela.

 

Salud y educación

El eje de la política social del gobierno de Chávez son las misiones, programas creados paralelamente al Estado. Cuando el actual mandatario venezolano llegó a la presidencia, se encontró con unos ministerios que eran enormes máquinas burocráticas que dificultaban en extremo el impulso de nuevos proyectos sociales. Las misiones se crearon como programas de emergencia para que la medicina y la educación llegaran a todas las comunidades pobres del país, que hasta entonces no habían recibido nunca la visita de un médico y tenían pocas oportunidades para asistir a la escuela. Y Cuba tuvo un papel importante en esta iniciativa, pues colaboró con los programas educativos para alfabetizar a la población y, sobretodo, con los sanitarios, pues actualmente hay más de 10.000 médicos cubanos viviendo en los barrios populares de la ciudad de Caracas y en el resto del país. Las asociaciones de médicos venezolanos denuncian que los cubanos se estan quedando su trabajo, pero cuando Chávez hizo un llamado para que 12.000 médicos fueran a trabajar a las comunidades, sólo se presentaron 20. Fue entonces cuando Venezuela recurrió a la ayuda cubana.

Pero esta misión, llamada Barrio Adentro, no se queda en los módulos de atención comunitaria, sino que ya está construyendo 600 centros de diagnóstico integral por todo el país, donde la presencia de los cubanos continua siendo significativa. El pronóstico de Chávez es que las nuevas generaciones de médicos que salgan de las universidades venezolanas vayan a trabajar a los barrios y al campo para sustituir a los cubanos. La apertura de las universidades a las clases populares facilitará este objetivo. Aunque para la mayoría de médicos cubanos no es inconveniente quedarse por un tiempo en Venezuela: «Estaremos aquí hasta que sea necesario. Nuestra solidaridad no es llegar, curar y marcharnos, sino que la hacemos desde dentro, viviendo con la gente. Es una tarea que los cubanos hacemos desde hace muchos años en toda América Latina y en África», cuenta Luis Manuel Reyes, doctor cubano responsable en el popular barrio del 23 de Enero de uno de los primeros centros de diagnóstico que se han creado en el país.

Las relaciones sanitarias entre Cuba y Venezuela no se quedan aquí, pues desde hace unos meses han impulsado la Misión Milagro para todo el continente. El nombre de la misión lo justifica su labor: van a operar de la vista a seis millones de latinoamericanos en 10 años. Cuba y Venezuela costearan los gastos de transporte, atencióne intervención quirúrgica».

 

Cooperación energética

Más allá de la fase inicial asistencial, los lazos entre Cuba y Venezuela se han ido estrechando, a la vez que los dos gobiernos han tratado de implicar a otros paises de la región para fortalecerse frente a las amenzas que llegan a menudo de los vecinos Estados Unidos -que en el caso venezolano se materializaron con la implicación de Washington en el golpe de estado contra Chávez en abril de 2002 como demuestra el libro El código Chávez de Eva Golinger-, donde reside buena parte de la oligarquía cubana y venezolana. En este sentido, el pasado 29 de junio se encontraban en la ciudad venezolana de Puerto de la Cruz 13 jefes de estado y de gobierno del Caribe, entre los cuales Chávez y Castro, para la creación de Petrocaribe, cuyo objetivo fundamental es: «contribuir a la seguridad energética, al desarrollo socio-económico y a la integración de los países del Caribe, mediante el empleo soberano de los recursos energéticos; y contribuir a la transformación de las sociedades latinoamericanas y caribeñas, haciéndolas más justas, cultas, participativas y solidarias». El motivo que les ha llevado a suscribir este acuerdo lo resumía Fidel Castro en el encuentro: «El mundo está cerca de que comience el declive de la producción de petróleo, que ya no alcanza, y la oferta no puede alcanzar la demanda. Los paises desarrollados a la mejor pueden pagar 100 dólares por barril, pero quién en el Caribe puede pagar eso?». Así, Petrocaribe pretende garantizar el subministro de crudo a todos los paises del Caribe a precio asequible para unas islas muy empobrecidas.

 

Integración latinoamericana

La creación de esta alianza energética es una de las propuestas del ALBA, la Alternativa Bolivariana de los Pueblos. Creada como respuesta al proyecto norte-americano del ALCA que pretende la liberalización de las relaciones comerciales con los paises del continente, el ALBA propone la integración latinoamericana a través de la construcción de alianzas estratégicas entre las naciones de Latino América y el Caribe que «permitan compensar las asimetrías existentes entre los paises del hemisferio. Se basa en la cooperación de fondos compensatorios para corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débiles frente a las primeras potencias». El ALBA propone la cooperación tanto en el ámbito energético como comercial, sanitario, educativo, comunicativo, económico, alimentario o militar.

Ciertamente, los gobiernos que más apoyan este proyecto son los que lo impulsaron: Cuba y Venezuela, pero la propuesta se ha hecho también atractiva para otros, a pesar que no compartan la misma beligerancia con los Estados Unidos ni se declaren anticapitalistas. Y es que la oferta de petróleo a bajo coste o el apoyo de los médicos cubanos son ofertas apetitosas para unos paises que cuentan con muy pocos recursos. Por eso no es de estrañar que el pasado 6 de septiembre el primer ministro de Jamaica, Percival Patterson, se mostrara favorable a «fortalecer la integración regional y construir una cadena de países soberanos basada en los principios de la hermandad y el respeto mutuo; éste es el espíritu de este bloque subregional caribeño».

Además de Petrocaribe, otro de los proyectos de integración que ya está en marcha es Telesur, una televisora impulsada por Venezuela y Cuba, pero también por Uruguay y Argentina. Desde el pasado mes de julio este proyecto comunicativo ya está en marcha con el lema insígnia: «Nuestro norte es el sur». Telesur se puede ver en la mayoría de paises latino-americanos y se estan creando corresponsalías en todo el continente.

 

Socialismo del siglo XXI

Y mientras impulsa esta política de integración, el mandatario venezolano lanzó hace unos meses una nueva propouesta interna para su país, pero que ha desbordado sus fronteras y ha generado debate tanto en Cuba como en el resto del continente. Se trata de la construcción del socialismo del siglo XXI. Pocos días después de ganar el referéndum del 15 de agosto de 2005 que le legitimó nacional e internacionalmente, Chávez aseguraba que «llegó la hora de acelerar y profundizar la transformación de las estructuras socioeconómicas. Habríamos perdido el tiempo miserablemente si al final de todo esto quedara intacto el modelo económico capitalista y neoliberal que llevó a la pobreza a la mayoría de los venezolanos. Habríamos perdido el tiempo y la vida. Y no estamos dispuestos a perder la vida sino a darla en beneficio de las grandes mayorías y su esperanza de dignidad». Y a los pocos meses empezó a hablar de la construcción del denominado socialismo del siglo XXI. Ciertamente, el debate sobre como se tiene que construir este socialismo está abierto, y hay de quienes sólo hablan de redistribución de las rentas petroleras y otros que proponen la cogestión de las empresas entre trabajadores y estado o de romper las relaciones comerciales con los Estados Unidos. Pero la guerra al latifundio imulsada desde el pasado mes de enero y las recientes expropiaciones de fábricas improductivas dan muestra de las intenciones de un gobierno -no hay que olvidarlo- que ha llegado al poder siguiendo todas la reglas de la democracia formal, y que no ha dado muestras de querer romper, a pesar que quiere profundizar la participación de la población en la actividad política.

Sea como sea este nuevo socialismo, la convulsión que ha generado Chávez en todo el Caribe y Latino América sin duda tendrá repercusiones dentro de Cuba, un país cerrado en si mismo durante muchos años y que en su horizonte está el inevitable relieve de Castro. La existencia de un aliado tan potente como la Venezuela bolivariana sin duda impedirá interferencias del gobierno de Bush en la política interna cubana, que en un corto-medio plazo veremos moverse. A su vez, Cuba ha sido un apoyo valiosísimo para un país como Venezuela donde faltan profesionales preparados en muchos ámbitos y que durante demasiados años vio como sólo una pequeña parte de su población se enriquecía con el preciado petróleo. Tendremos que ver como evoluciona esta relación, que algunos tildan de conspirativa, y si los sectores más reaccionarios de la oposición venezolana no logran su objetivo ya anunciado de matar a Chávez, acción que podría truncar el proceso bolivariano y la integración con Cuba y el resto del continente.