En 2003, con información obtenida de Internet, Craig Venter creó un organismo vivo en 14 días, a partir de ensamblar genes sintéticos y colocarlos de la misma forma que el mapa de un microorganismo existente, un bacteriófago. El organismo creado funcionó igual que el modelo original. A partir de esto, Venter y su equipo plantearon […]
En 2003, con información obtenida de Internet, Craig Venter creó un organismo vivo en 14 días, a partir de ensamblar genes sintéticos y colocarlos de la misma forma que el mapa de un microorganismo existente, un bacteriófago. El organismo creado funcionó igual que el modelo original. A partir de esto, Venter y su equipo plantearon al Departamento de Energía la posibilidad de crear organismos totalmente nuevos para la producción de energía y otros fines.
El 29 de junio de 2005, el Wall Street Journal (WSJ) informó que Venter – genetista que compitió como agente privado en la secuenciación del genoma humano y trató de patentar, a su favor, miles de genes del cerebro humano- acaba de fundar la empresa Synthetic Genomics Inc. para crear formas artificiales de vida. El capital inicial de 30 millones de dólares proviene de inversionistas privados, entre los que destaca el empresario mexicano Alfonso Romo Garza (antes dueño de la empresa Seminis , del Grupo Pulsar, que Monsanto adquirió recientemente). El presidente de la nueva compañía es otro mexicano: Juan Enríquez Cabot , investigador de Harvard y empresario. y Venter , director ejecutivo. Synthetic Genomics Inc se unirá a la investigación de otro instituto sin fines de lucro de Venter y poseerá los derechos de propiedad intelectual sobre cualquier producto que resulte del emprendimiento. Venter declaró que «Estamos pasando de leer el código genético a escribirlo».
Con financiamiento del Departamento de Energía, Venter recorrio las zonas costeras de los mares más biodiversos del planeta (el mar de los Sargazos, Panamá, México, Costa Rica, islas Galápagos, Polinesia Francesa y Australia, sur de Africa y Amazonas) con el fin de colectar microorganismos cuyos genes pudieran ser utilizados en la construcción de formas de vida artificial. Para convencer a los gobiernos de esos países de que le permitieran llevarse su biodiversidad marina, Venter alegó que sus propósitos son científicos y que la información obtenida al secuenciar los microorganismos colectados estaría a disposición del público en Internet, además de que su instituto no solicitará propiedad intelectual sobre ellos. En México la expedición de Venter tomó muestras alrededor del volcán submarino de asfalto que existe en el Yucatán, de bacterias capaces de realizar procesos de quimiosíntesis en lugar de fotosíntesis, precisamente lo que busca la expedición de Venter : organismos para producir nuevas formas de energía. Para tomar las muestras, en México bastó una «declaración de entendimiento» firmada por una investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México. (UNAM). Silvia Ribeiro (ETC) sostiene que la expedición de Venter es biopiratería y viola la soberanía de los países sobre sus recursos.
Crear vida artificial plantea dilemas éticos y es un tema que las sociedades deben evaluar seriamente, ya que podría conllevar impactos ambientales, de salud y de muchos otros tipos. John Marburger , consejero científico de la Casa Blanca, declaró al WSJ: «Esta es ciencia al estilo Parque Jurásico, y es natural que llame la atención… pero no creo que facilite el bioterrorismo , por el momento».
Fuente: Silvia Ribeiro. Grupo ETC La Jornada, México, 4 de Julio del 2005, www.etcgroup.org