Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, por Carlos Sanchis
Uno de los principales factores que ha contribuido a la atronadora victoria electoral de Hamas sobre al-Fatah el 25 de enero ha sido indudablemente la inutilidad y el fragante fracaso del proceso de paz de Oslo.
De hecho, queda con creces claro que el espurio proceso ha fracasado absolutamente en recuperar derechos palestinos o, siquiera, en aliviar seriamente la represión de Israel, similar a la de los nazis, de los palestinos.
El propio Acuerdo de Oslo era tan vago, tanto que ambos, la OLP e Israel lo vieron no sólo diferente, sino contradictoriamente.
Israel vio el acuerdo como un arreglo conveniente que habría, más o menos, mantenido la ocupación intacta, mientras daba una autonomía limitada a los casi diezmados palestinos, Israel retendría casi todos los recursos y los palestinos recibirían casi todas las obligaciones.
Cuando el fallecido líder Palestino Yasser Arafat le dijo a su pueblo que el acuerdo les daría en el futuro un estado independiente con Jerusalén Oriental como su capital, Simón Peres, el proverbial «paloma de paz,» dijo bastante desdeñosamente que «nosotros no podemos cuidarnos de los labios de Arafat, dejémosle soñar; soñar no va contra la ley.»
En lo que se refiere a la OLP, cuyo liderazgo sobresalió en la inútil retórica sobre la » liberación» y la » estadidad» y el «Sha’ab al Jabarin» (el incontrarrestable pueblo de Palestina) y buscó consistentemente venderle a los palestinos una interpretación mendaz de Oslo, a saber, una promesa de liberación y un estado viable con Jerusalén Oriental como capital.
De hecho, ninguna parte del Acuerdo de Oslo fue más escandalosa en su «vaguedad constructiva» que en el problema del reconocimiento mutuo.
La OLP, ávida por desembarazarse de la crisis financiera y política aguda que siguió a la Segunda Guerra del Golfo (la invasión iraquí de Kuwait y la subsiguiente derrota de Iraq por una coalición liderada por los estadounidenses) estuvo de acuerdo rápidamente en reconocer a Israel sin siquiera especificar sus fronteras.
A cambio, Israel nunca de acuerdo en reconocer un pretendido estado palestino, solo, bastante renuente y parsimoniosamente, estuvo de acuerdo en reconocer a la OLP como el único representante del pueblo palestino.
El reconocimiento de la OLP no fue más que un acto simbólico, desprovisto de cualquier importancia concreta en términos políticos. De hecho, el reconocimiento no implicó ningún reconocimiento israelí de derechos palestinos o entendimiento alguno de que la ocupación de Cisjordania, Franja de Gaza y Jerusalén Oriental tendrían que ser concluidas.
De hecho, la profunda y subsiguiente expansión de colonias judías en Cisjordania, ante las narices de la OLP y de la comunidad internacional, demostraba más allá de cualquier duda que Israel no haría y no reconocería un estado llamado Palestina, a pesar de la aceptación de Israel ( sin sinceridad) de la «Hoja de Ruta.» De hecho, un país que realmente quiere la paz con sus vecinos no construye cientos de detestables colonias en tierras robadas, y no transfiere ciento de miles de sus ciudadanos más fanáticos y odiosos (los colonos talmúdicos) a los territorios ocupados. Y, obviamente, Israel ha hecho todo eso y más, al tiempo que incluso ha tenido la osadía de decirle al mundo que no tiene en el lado palestino socio alguno para la paz.
La semana pasada, cuando se dio la oportunidad a la población palestina de los territorios ocupados de votar en unas elecciones democráticas, expresó su absoluto desencanto con este escándalo ignominioso y finalmente decidió desechar a la camarilla corrupta y mentirosa que le dio 12 años de decepción, mentiras, y un estado policial sin estado, cuyo modus operandi consistía en la corrupción, el despotismo, el nepotismo crónico así como la subordinación total a la insolencia judía y la sumisión al chantaje estadounidense.
El pueblo palestino votó a Hamas porque ha sido estafado por la OLP, por los estados árabes vecinos (la mayoría de los cuales no son más que serviciales títeres al menor gesto de los EE.UU.), estafado por la comunidad internacional, cuando ha sido atormentado y casi diezmado por un Israel insolente cuyos poderosos círculos judíos en los Estados Unidos controlan, casi completamente, la política y a los políticos estadounidenses.
El pueblo palestino es sincero acerca de la paz, pero no es tonto o incauto. Puede reconocer fácilmente el proceso de una paz auténtica del de un proceso de un engaño auténtico. Permitió ser engañado y estafado una vez, pero no permitirá ser engañado y estafado de nuevo. Le dimos a lo que nosotros pensamos que era un proceso de paz el beneficio de la duda, pero no lo daremos a lo que es manifiestamente un proceso de impostura el beneficio de la duda.
Es verdad que Hamas no tiene ningún milagro para ofrecer en este momento puesto que el pueblo palestino, incluyendo al propio Hamas, todavía está bajo la más nefaria y deshumanizante ocupación, no diferente de la ocupación nazi de Europa.
Hamas será honesta con el pueblo palestino y no buscará venderle castillos en el aire y no le dará promesas fantásticas basadas en las clásicas mentiras estadounidenses y en la clásica mendacidad sionista.
Es más, Hamas no será intimidado por hipócritas demandas occidentales que, no sólo ignoran la perdurable violación judía de Palestina y esclavitud de su pueblo, sino que exige que las víctimas violadas hagan esfuerzos sostenidos para acomodar al violador Israel y muestre deferencia por sus sentimientos.
Hamas no hablará sobre la destrucción de Israel. Hamas no puede destruir Israel. Y Hamas no quiere realmente destruir al Israel nuclear.
Pero Hamas no le dará un gratuito reconocimiento a Israel ni dará por vencido el más intrínseco derecho a resistir ante el vil ocupante. Todo tiene un precio, porque la verdadera paz sólo es fruto de la justicia.
Hamas estará deseoso y preparado para dar a Israel un reconocimiento de facto , una paz abierta, si Israel está de acuerdo reconocer un estado palestino soberano en el 100% de Cisjordania, la Franja de Gaza, y Jerusalén Oriental y permitirles a los refugiados palestinos volver a sus casas de las que fueron expulsados a punta de pistola cuando Israel fue creado en 1948.
Hamas no aceptará ceder siquiera un centímetro de los territorios de 1967.
Es innecesario decir, que la frontera del 4 de junio de 1967 tiene un simbolismo psicológico superior, además de su importancia política. Uno tiene que ser palestino para entender este simbolismo, y nosotros no traicionaremos nuestras propias almas.
Hamas también tiene la voluntad y está preparado para detener todas las formas de resistencia violenta si Israel tiene la voluntad reciproca de detener su lasciva agresión diaria, los actos de asesinatos, las demoliciones de la casa y este organizado, institucionalizado terrorismo de estado contra nuestro pueblo.
Para abreviar, Hamas quiere ser el socio de una paz auténtica, no un inferior vencido suplicante implorando por todo a Israel y a los EE.UU., desde permisos de viaje a una reunión con funcionarios menores norteamericanos.
Hay una nueva casta de líderes palestinos con los que el mundo tendrá que tratar ahora.
Estas personas orgullosas y dignificadas no serán intimidadas por los palos o inducidas por las zanahorias. Ni permitirán ser chantajeados por la ayuda extranjera, como Hamas Khalid Mish’al señaló recientemente.
Para abreviar, la pelota está en el patio de Israel y de los EE.UU. Si quieren una paz histórica basada en las resoluciones de la ONU y en el principio de paz por territorios, ahora es tiempo.
Si dicen no, debido a su naturaleza insolente y arrogancia de poder, entonces estarán solamente vindicando sólo la ideología de Hamas existente desde hace tiempo, de que Israel y paz es un oxímoro inherente, cuando uno aparece, el otro desaparece.
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