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Mañana, Cuba…

Fuentes: Le Monde Diplomatique

Mientras millares de cubanos en el exilio festejaban, en Miami, la enfermedad e incluso la muerte del «tirano», el mundo retenía el aliento cuando, el 31 de julio, en el marco previsto por la Constitución, el presidente cubano Fidel Castro, con motivo de una intervención quirúrgica, cedía «provisionalmente» sus responsabilidades a un equipo de siete […]

Mientras millares de cubanos en el exilio festejaban, en Miami, la enfermedad e incluso la muerte del «tirano», el mundo retenía el aliento cuando, el 31 de julio, en el marco previsto por la Constitución, el presidente cubano Fidel Castro, con motivo de una intervención quirúrgica, cedía «provisionalmente» sus responsabilidades a un equipo de siete personas, entre las que se encuentra su hermano Raúl Castro.

La Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), movilizada en abril de 2003 a favor del ataque a Bagdad -«Hoy Irak, mañana Cuba»-, llamaba inmediatamente, desde Florida, a un «levantamiento militar o civil» para derrocar el régimen de La Habana. El 2 de agosto, George W. Bush  prometía a los habitantes de la isla: «Nosotros os apoyaremos en vuestros esfuerzos para establecer (…) un gobierno de transición comprometido con la democracia», a la vez que amenazaba a los que, adeptos al régimen actual, se opusieran a una «Cuba libre» (1).

Se preparaba un acontecimiento extraordinario, centenares de millares de cubanos iban a lanzarse a la calle en demanda de libertad y reinaría una gran inestabilidad. Los días pasan. Nada parece indicar que el país salga de la normalidad. Es cierto que retome o no el mando Castro, el debate sobre «el día siguiente» -sucesión o transición- está planteado. Y existen, tras cuarenta y siete años de poder no compartido, descontentos, opositores, una franja de población que no se adhiere a la revolución. Penurias, rigidez burocrática, recortes de ciertas libertades -de expresión, de asociación, de reunión-, encarcelamiento de opositores, son una realidad.

Esto provoca por lo general, una condena sin paliativos. Algunos objetan que, desde 1959, Estados Unidos ha multiplicado las tentativas de invasión, de atentados, de sabotajes, y reforzado la asfixia económica a través de un embargo que todavía perdura…Pretextos, se replica, como si fuera posible cortar la historia en partes y no tener en cuenta la interferencia del pasado con el presente…

En 2005, Washington nombró un coordinador para la transición en Cuba, Caleb McCarry (previamente destinado en Afganistán). El 10 de julio de 2006, un informe de la comisión de ayuda a una Cuba libre, copresidida por la secretaria de Estado Concoleezza Rice y el secretario de Comercio Carlos Gutiérrez, reclama que todo sea hecho «para que la estrategia castrista de sucesión al régimen no se vea coronada por el éxito».
El documento, fijando la ayuda de Estados Unidos a la isla en más de 62 800 millones de euros, precisa que estos recursos serán remitidos directamente a los «disidentes», que serán entrenados y recibirán equipamiento y material. Ingerencia insolente y …verdadero «beso de la muerte» a los opositores. Pues, para el presidente del Parlamento cubano Ricardo Alarcón: «En tanto que exista esta política, habrá personas implicadas, que conspiren con los norteamericanos, que acepten su dinero, y (…) no conozco a ningún país que no califique tal actividad de delito» (2).

El informe subraya, sobre todo, que el «plan» comporta un anexo secreto «por razones de seguridad nacional» y con el objetivo de asegurar su «realización efectiva». En materia de «medidas secretas», la historia del continente, desde Salvador Allende a la Nicaragua sandinista, no permite ingenuidad alguna.

Una parte más que significativa del pueblo cubano, olvidada por los autoproclamados «transitólogos», apegada a los logros en materia de educación, de sanidad y de servicios sociales, respeta a «Fidel» y a quienes -«históricos» o dirigentes de jóvenes generaciones- están llamados a tomar el relevo.

¿Están tan aislados estos cubanos como se pretende? Cuba no es África ni Asia. Y las convulsiones latinoamericanas han dado acceso al poder a jefes de Estado mejor informados sobre la realidad de la isla y sobre el contexto que determina su sistema atípico de partido único y políticas sociales avanzadas. Los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela y Evo Morales, de Bolivia, la habían sacado ya de su aislamiento. Castro, figura central en la cumbre del MERCOSUR en Córdoba, Argentina, firmó allí el 21 de julio un importante acuerdo comercial con los países miembros de ese bloque, entre los que están Brasil y Argentina. Y han osado lanzar un franco desafío al embargo norteamericano y dedicar un ostensible homenaje a un pequeño país que rechaza plegarse ante la primera potencia mundial.

Más que con Estados Unidos, que quiere transformarla en una colonia, o con Europa, que le da lecciones o se tapa la nariz, es en sus relaciones con esta parte del mundo donde se habla de «socialismo del siglo XXI» -democrático y soberano- y en sus propias fuerzas vivas donde Cuba encontrará ejemplos y apoyos para evolucionar.



Notas:
(1) Agencia France-Press , 3 de agosto de 2006
(2) BBC Mundo, Londres, 13 de julio de 2006