Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Chelo Ramos
La posición asumida por Israel de negarse a reconocer un gobierno palestino integrado principalmente por miembros de Hamás, que no reconocen a Israel, parece totalmente comprensible. ¿Por qué debe Israel reconocer al movimiento Hamás, que ha sido declarado como una organización terrorista por los países del mundo y cuya carta fundacional expresa que «la entidad sionista» no tiene derecho a existir?
La carta fundacional de Hamás fue redactada cuando nació la primera Intifada en 1987 -es decir, hace casi 20 años- y refleja una realidad política palestina distinta de la que existe hoy en día. Pero esto le tiene sin cuidado al Estado de Israel. En el pasado, Israel y otros países se esforzaron por convencer a la OLP de que revisase su carta fundacional y reconociese a Israel. Actualmente se le exige lo mismo a Hamás. ¿Es capaz de cambiar este movimiento?
Hace poco algunos voceros de Hamás señalaron que el liderazgo del movimiento estaba sorprendido por el alcance de su victoria en las elecciones. Los activistas de Hamás esperaban (según lo proyectado por las encuestas) que su movimiento obtuviese un poco más de la tercera parte de los votos y dirigiese un importante sector de la oposición. Pero, ¿ganar alrededor de las dos terceras partes del parlamento y ser capaces de formar gobierno por sí mismos? Ni siquiera lo habían soñado y no estaban preparados para ello. Si se hubiesen preparado, podrían haber revisado un poco su rígida ideología, suavizado en cierta medida su línea política y aceptado, por ejemplo, la iniciativa árabe de reconocer a Israel con las fronteras de 1967, una iniciativa que ha sido aceptada por todos los Estados árabes. ¿Qué clase de héroes son ustedes, que se oponen a todos los Estados árabes?, podríamos preguntarle algún día a Ismail Haniyeh, primer ministro de Hamás.
En vista de la realidad política que existe en Palestina, podemos afirmar que, a pesar de los múltiples trucos lingüísticos, los líderes de Hamás no aceptarán la exigencia de reconocer a Israel, y la brecha entre ellos será cada vez más profunda. Esto lo entienden los representantes del Cuarteto (incluso los diplomáticos usamericanos) que se reunieron antes del feriado, cuando se reunía la Asamblea General de las Naciones Unidas. Algunos de ellos, sin duda influidos por las explicaciones del presidente Mahmoud Abbas.
La mayor parte del público palestino no le pide a Hamás que reconozca a Israel. Al menos esto es lo que indica una encuesta confiable realizada en los territorios. La explicación de esta actitud la dan los voceros de Hamás en todas las esquinas, de Rafá a Yenín, y es bien aceptada en los territorios: Yasser Arafat y la OLP reconocieron al Estado de Israel en los Acuerdos de Oslo, ¿y qué ganaron? Sólo sufrimiento y desgracias.
El asedio económico impuesto a Cisjordania y a la Franja de Gaza, los asesinatos selectivos, las incursiones y los puestos de control, pueden explicarse como la defensa de Israel contra ataques terroristas. Pero, ¿cómo puede explicarse que la cantidad de colonos en Cisjordania y Jerusalén se haya duplicado desde la Conferencia de Madrid y los Acuerdos de Oslo? Desde las elecciones de 1996 en Israel y casi hasta el final del gobierno de Ehud Barak, hubo un período bastante largo de calma en lo referente a la seguridad. Casi no se produjeron ataques terroristas. Durante ese período, al igual que antes, el ímpetu de los asentamientos continuó. La población de colonos creció de 100.000 a más de 200.000 en la década de 1990.
Cuando los israelíes construyen nuevos barrios en la zona este de Jerusalén (Har Homa y Reches Shlomo), amplían los barrios y asentamientos de la parte musulmana de la Ciudad Antigua, en Silwan, Ras al-Amud y Sheij Yarrá, expulsan a los árabes de la ciudad y los rodean de decenas de miles de colonos judíos en la estrecha franja que va de Beitar Alto en el sur, vía Ma’ale Adumim en el este y Givat Ze’ev en el norte, envían un claro mensaje: no hay ninguna posibilidad de que la capital del Estado Palestino se establezca en Jerusalén. Si a esto le añadimos el crecimiento de los asentamientos en Samaria, Ariel, los suburbios de Ramala, en la ampliada Gush Etzion y en Monte Hebrón, el mensaje israelí es inequívoco: ustedes, palestinos, no tienen salida. Reconocieron a Israel y lo que recibieron a cambio fue la liquidación de sus esperanzas como nación. Entonces, ¿por qué Hamás debería otorgar un reconocimiento cuyos resultados ya conocemos?
Publicado originalmente en Ha’aretz
Chelo Ramos es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de mencionar al autor, al traductor y la fuente.