Recomiendo:
0

Cuando negacionismo y sionismo se confirman mutuamente

¿En qué beneficia a los palestinos la negación del genocidio de los judíos?

Fuentes: oumma.net

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Caty R.

Los negacionistas en el movimiento de apoyo a los palestinos. Era de esperar, por dos razones:

  1. La instrumentalización del genocidio por el sionismo, que vio en él un medio de convencer a los judíos para agrupar a los sionistas y reunirlos en su «su refugio natural», el estado de Israel.

  2. El desarrollo de un discurso antijudío árabe-musulmán tomado de la historia europea, lo que podemos considerar no como un efecto, sino como una victoria del imperialismo cultural de Occidente.

El genocidio se convirtió en un argumento político para justificar la política israelí. De ahí las reacciones de los que se oponen a la argumentación sionista, negando un genocidio que habría sido inventado por este movimiento para justificar mejor su agresión contra los palestinos. Con mayor motivo porque, concentrando una parte de su actividad en la memoria del genocidio, el movimiento sionista sabía que mataba dos pájaros de un tiro: por un lado recordaba a los judíos que tardaban en ir a su país que viven siempre con el riesgo de una nueva Shoah, y por otra parte les recordaba a sus aliados que seguían siendo siempre sospechosos de antisemitismo y que deberían portarse bien con quienes se autoproclamaron representantes exclusivos de los judíos en el mundo.

Frente a estas maniobras, era una gran tentación intentar desmontar la mala fe sionista tomando del discurso antisemita europeo los argumentos que permitían, de una vez por todas, convencer de la mala fe del enemigo. El negacionismo llega oportunamente para desenmascarar la maniobra que sería de la incumbencia no sólo del sionismo, sino en general de todos los judíos considerados en su conjunto. Podemos entonces oponer a la instrumentalización de la memoria por el sionismo y sus simpatizantes el sufrimiento de los palestinos.

Estos dos discursos, el sionista y el negacionista, se confirman mutuamente.

En este asunto, las verdaderas víctimas no cuentan, sean los judíos exterminados por los nazis o los palestinos masacrados por el estado de Israel.

Frente a esta doble mala fe debemos explicar:

Primero, que las atrocidades nazis y en particular la matanza sistemática de los judíos, no dan ningún derecho, a los que apelan a un obsesivo deber de la memoria, a perpetrar crímenes contra los palestinos; que la injusticia de 1948 no tiene por qué ser el precio que hay que obligar a pagar a los habitantes de Palestina por un crimen cometido en Europa por los europeos.

Luego, que no se apoya la dura lucha de los palestinos negando un crimen con la excusa de que en nombre de aquel crimen el sionismo justifica sus crímenes de hoy. Recordemos que destacadas personalidades palestinas (Mahmud Darwish, Edward Said, Elias Sanbar) se opusieron en 2001 a un coloquio negacionista en Beirut.

Por fin, que no porque algunos se extravíen en la lucha contra el sionismo, haya que abandonar la crítica del sionismo. No podemos aceptar que se coloquen en el mismo plano la mascarada negacionista de Teherán y los discursos antisionistas.

Cuando denunciamos la ecuación «judío igual a sionista» utilizada a la vez por los defensores incondicionales de la política israelí y por los antisemitas y los negacionistas, denunciamos tanto a los que atacan en bloque a los judíos en nombre de la lucha contra el sionismo como a los que, con el pretexto de la lucha contra el antisemitismo, se convierten en incondicionales del sionismo (así la petición de Elie Wiesel, Alain Finkielkraut y algunos otros los que reclaman sanciones contra Irán).

Oficina Nacional del UJFP, 17 de diciembre de 2006

Unión Judía francesa por la Paz (UJFP) 21 ter rue Voltaire 75011, París

Texto original en francés: http://oumma.net/spip.php?article2292

Caty R. es miembro de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.