Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis
Hasta que Enaya Samara que ha estado viviendo en destierro forzado durante los ultimos ocho meses regrese a su pueblo cerca de Ramallah y hasta que Someida Abbas que fue desterrada hace 10 meses de su casa acompañe de nuevo a sus hijos al jardín de infancia, no será posible creer las promesas de los dirigentes militares de cambios en sus políticas. Mientras que a ciudadanos norteamericanos, brasileños y alemanes cuyo apellido no es Cohen sino Abdullah, se les niegue la entrada en las fronteras, sabremos que la política de siempre todavía está en efecto; la política de causar la separación a decenas de miles de familias palestinas, o de tener que dejar sus casas y emigrar. No es una nueva política en Cisjordania y en la Franja de Gaza. Desde 1967, Israel ha estado llevando a cabo manipulaciones demográficas que realmente deben denominarse expulsión. Los decretos militares han causado que unas 100.000 personas hayan perdido su condición de residentes permanentes en los territorios ocupados y tener que seguir desterrados en los países a los que fueron a estudiar o a trabajar. Estas manipulaciones han convertido a 240.000 personas que nacieron en Cisjordania y Gaza y que dejaron los territorios a causa de la guerra de 1967 guerra, y a otros 60.000 que estaban en el extranjero cuando estalló, en nuevos refugiados.
Todos ellos dejaron atrás a sus familias en los territorios, pero Israel impidió a la inmensa mayoría reunirse con ellas de nuevo en su patria. (Durante esos años, Israel estaba promoviendo activamente el derecho de los judíos de la URSS a emigrar y reunirse con sus familias en Israel). Después de 1994, Israel hizo posible que varios cientos de familias palestinas se reunieran cada año; en otras palabras, les concedió la condición de residencia permanente a sus hijos. Pero la cuota que establecía siempre estaba por debajo de las necesidades reales, y desde el 2001, Israel ha congelado el proceso de reunificación familiar e incluso prohíbe que vengan de visita los palestinos que son ciudadanos de países árabes (particularmente de Jordania y Egipto).
Hasta el 2006, los palestinos con ciudadanía occidental (europea y norteamericana) pudieron evitar esta extendida política. En los años noventa, fueron considerados una población bienvenida (inversores, hombres de negocios, académicos que trabajan en organizaciones internacionales como el Banco Mundial) aun cuando la mayoría de ellos no consiguió residencia permanente, Israel les permitió regularmente vivir aquí y estar de visita. Éste también era el caso con los esposos occidentales de residentes palestinos. Hasta que alguien del escalafón político decidió que esta discriminación «positiva» (en oposición a los ciudadanos de Jordania y Egipto) era intolerable. Y desde comienzos del 2006 su entrada ha sido bloqueada.
No está claro quién tomó la decisión. El coordinador de actividades gubernamentales en los territorios ocupados les dijo a los diplomáticos occidentales que fue el Ministerio del Interior quien tomó la decisión. Los funcionarios del Ministerio del Interior dicen que fue una decisión conjunta con el Ministerio de Defensa.
Sea quien fuere, quienquiera que tomó la decisión no tuvo en cuenta que eras un revés para los círculos más fuertes entre los palestinos – aquellos que hablan inglés, tienen acceso al Departamento de Estado estadounidense, a importantes periodistas, y al mundo comercial y de negocios israelí e internacional. Estos hallaron un modo para mantenerse unidos y protestar, a diferencia de decenas de miles de mujeres que tienen ciudadanía jordana y se esconden por temor en Cisjordania porque Israel no reconoce su derecho a vivir con sus maridos e hijos.
El cambio de política hacia los palestinos con ciudadanía occidental llamó la atención del miembro de la Knesset Efraín Sneh incluso antes de que fuera viceministro de defensa. Ya entonces, Sneh era de la opinión que no había ningún punto para cambiar la política y que hacerlo dañaría los intereses de Israel. En una conversación con Haaretz, parecía sincero prometiendo que esta política hacia los norteamericanos y europeos había sido cancelada y que su oficina estaba trabajando en nuevas regulaciones que harían las cosas más sencillas en lugar de hacerlas más complicadas y aliviaría en lugar de agravar la situación. (Sin embargo, era posible entender que las regulaciones no legalizarían la estancia de miles, particularmente adultos y niños que se quedaban aunque sus visas ya no eran válidas).
Pero la alegría es prematura: Durante las últimas dos semanas, los funcionarios continuaron impidiendo la entrada incluso de aquellos que están casados y tienen niños aquí y de los que vinieron de visita. ¿Son éstas meramente «sobras» de la anterior situación, como atribuye Sneh, o dan también testimonio del hecho que Sneh no es el único que toma las decisiones al respecto, como quedó en evidencia con su posición sobre retirar los bloqueos de carreteras?
En la escena israelí, los comandantes del ejército (algunos de ellos colonos) actúan junto con políticos, juristas y académicos que están aterrados por el equilibrio demográfico. La Línea Verde no existe para ellos. Idearon la Ley de la Ciudadanía que extendió toscamente la discriminación contra los árabes israelíes y que interviene en su derecho a tener una vida familiar. ¿Por qué no actúan igual cruzando la Línea Verde dónde el decreto militar está en vigor? ¿Y si Sneh es cesado como viceminiistro de defensa, quien puede garantizar que un viceministro del partido Kadima no suprimirá la cancelación?
Más que nunca anteriormente, hoy el sistema israelí niega el hecho de que es la represión y la discriminación, una parte íntegra de toda ocupación, las que crean la amenaza de seguridad. La mayoría está preparada para hacer » mejoras» y repartir «favores», pero no para reconocer derechos
Carlos Sanchis pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, el traductor y la fuente.
http://www.haaretz.com/hasen/spages/806054.html