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Cronopiando

¿Quién ayuda a la transición en Cuba?

Fuentes: Rebelión

Según leí, Brasil podría ser quien asumiera el papel de ayudar a la transición en Cuba. Y no lo dudo, el gobierno de Lula parece el indicado y nadie en mejor disposición… sólo que, de momento, Lula tiene algunos problemas y muertos en las abarrotadas cárceles brasileñas que exigen su atención. Tal vez, cuando se […]

Según leí, Brasil podría ser quien asumiera el papel de ayudar a la transición en Cuba.

Y no lo dudo, el gobierno de Lula parece el indicado y nadie en mejor disposición… sólo que, de momento, Lula tiene algunos problemas y muertos en las abarrotadas cárceles brasileñas que exigen su atención. Tal vez, cuando se calme la guerrita que le tiene declarada el hampa y las tantas bandas de narcotraficantes que, además de otras hazañas bélicas, dirigen juzgados, escriben editoriales y gobiernan los barrios de Brasil, encuentre Lula el tiempo necesario para ayudar a Cuba a ser una democracia, aunque haya que esperar a que el presidente brasileño ponga primero orden entre algunos de sus correligionarios más cercanos, que han demostrado, en los negocios, muchas habilidades y muy escasos escrúpulos.

Y si hay, también, que esperar a que Lula cumpla, por fin, su gran anhelo de dar sus dos comidas calientes diarias a los millones de brasileños que viven en la indigencia, se espera un poco más, que Cuba bien se lo merece. Claro que siempre puede ocurrir un imprevisto, otra matanza de niños en las calles de Río o de Sao Paolo, y Lula tiene que ocuparse de depurar a esos agentes que nunca se sabe si son policías o paramilitares o simples matones a sueldo, pero si no hubiera más inconvenientes, desde que Lula ponga orden en la Amazonia y evite su creciente deforestación, seguro que da inicio a su programa de ayuda a Cuba y a su transición, aunque lo retrasen ciertos problemas que tiene con los grandes emporios económicos que están depredando Brasil, aunque lo demoren los conflictos con gobernadores, propios y ajenos, que actúan como señores feudales y absoluta impunidad, desde que Lula encuentre tiempo, cumple su promesa de ayudar a Cuba a democratizarse.

Claro que si Lula, finalmente, no acabara de encontrar tiempo en su gestión y hubiera que pensar en otra relevante figura americana para acometer semejante empresa, el flamante presidente de México, don Felipe Calderón, parece el oportuno. Después de Lula, nadie más preparado y en mejor actitud para esa tarea. Y ni siquiera Lula tiene más credibilidad democrática que Calderón. Claro que, ahora mismo, no obstante sus buenas intenciones de devolver a Cuba a la senda de las democracias, tiene por delante Calderón el problema del maíz y su precio, que casi podría cotizar en Bolsa, y que a los mexicanos, la noticia, no les ha causado especial satisfacción pero, en unos días, desde que se entienda la medida, bueno… y desde que se resuelvan, definitivamente, los problemas en Oaxaca y las denuncias, detrás de los muertos, de graves violaciones de los derechos humanos, de bandas paramilitares… pero desde que Calderón resuelva ese problema, inmediatamente se entrega a la tarea de hacer posible la democracia en Cuba. Así haya que esperar a que el presidente y su gobierno terminen por entender el problema de Chiapas y a los zapatistas, que puede ser en cualquier momento, Calderón es la persona idónea. Los problemas con el crimen organizado o con el muro que levanta su vecino en la común frontera, podrían retrasar sus aportes en relación a Cuba pero no evitarlos. Y nadie duda de que si algún imponderable existe ese es el tiempo, y que podría ocurrir que Don Felipe tuviera que distraer su atención en ver de qué manera gobierna un país con tantos fraudes…digo, frentes… de guerra abiertos. Pero a cualquier demócrata le consta que ocuparse de Cuba va a ser una prioridad para Calderón. Sólo hay que darle la oportunidad de que primero evite que el hambre siga matando mexicanos y que el analfabetismo los remate porque, aunque sea algo más tarde de lo previsto y tenga Calderón que prestar atención a los cientos de feminicidios impunes en Juárez, el presidente mexicano podría aportar su esfuerzo y capacidad a la transición en Cuba acaso a medio plazo, por más que los reclamos campesinos, absolutamente acorralados por los tratados de libre comercio impuestos, retrasen sus dignos propósitos algunos plazos más…que podrían ser años…

O quizás, porque son varias las posibles variables, Don Felipe Calderón tampoco sea la opción.

Y bien, descartado Uribe por razones que no vienen al caso, para ayudar desde fuera a la transición democrática en Cuba, queda un único y posible candidato: los Estados Unidos de América.

El único problema es que hace más de 40 años que viene haciéndolo y, obviamente, sin resultados dignos de considerar, al margen de los muertos provocados por sus invasiones, por sus guerras bacteriológicas, por sus atentados terroristas, por sus sabotajes, por sus bloqueos, y no obstante la desvergüenza de ocupar una parte del territorio cubano contra todo derecho y razón y de haber perdido, en relación al bloqueo, todas las resoluciones en Naciones Unidas, sin otra compañía que Israel, las islas Marshall y Palau.

Claro que, George Bush podría animarse y estudiar otras maneras, además de las practicadas, de ayudar a la transición democrática en Cuba. Ahora mismo tiene algunos problemas y cadáveres en Iraq, en Afganistán, en las tantas guerras y guerritas que libra por el mundo pero, desde que vaya despejando incógnitas y convenza a los palestinos de las ventajas de vivir sin Estado, seguro que encuentra la forma de ocuparse de Cuba. Además, su hermano Jeb, como gobernador de Florida, va a estar acompañando ese compromiso con Cuba que tiene George Bush aunque, tal vez, deba primero el presidente concentrarse en sacar adelante esa ley que le permita restablecer la tortura o ver de qué manera convence a la justicia de legalizar el secuestro. Lo que es seguro es que, por encima de cualquier contratiempo, George Bush va a encontrar la forma de hacer posible, también en Cuba, el sueño «americano». Así tenga que dejar pasar algunos días y ocuparse, antes de nada, de resolver el problema de los miles de damnificados que siguen esperando la ayuda prometida en Nueva Orleáns, Louisiana y otras zonas próximas, o de atender a las familias de las más de mil víctimas que provocó, no tanto el huracán como las democráticas medidas adoptadas, y que cuando termine de resolver esos problemas quizás deba ocuparse de averiguar a qué bolsillos fueron a parar los millones de dólares en ayuda desaparecidos. Pero, no obstante se vea forzado a posponer sus objetivos con respecto a Cuba, por esos problemas u otras contrariedades económicas que padece, como la mayor deuda del mundo, George Bush sabe que sólo él puede hacerlo y va a encontrar ese tiempo que necesita porque no va a faltar a su deber con Cuba, aunque tenga que pedir un permiso en Alcohólicos Anónimos.

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