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Extraños »extranjeros»

Fuentes: elcorresponsal.com.

La Franja de Gaza para Israel es formalmente «territorio extranjero», pero de una manera extraña: Israel puede intervenir, e incluso decidir, en la elección de una pareja, el lugar de estudio, el tipo de tratamiento médico, el tiempo para dedicarle a los niños, la participación en las bodas o los entierros, la escritura de testamentos […]

La Franja de Gaza para Israel es formalmente «territorio extranjero», pero de una manera extraña: Israel puede intervenir, e incluso decidir, en la elección de una pareja, el lugar de estudio, el tipo de tratamiento médico, el tiempo para dedicarle a los niños, la participación en las bodas o los entierros, la escritura de testamentos y la distribución de la propiedad familiar.

Ahora es oficial: la Franja de Gaza está «en el extranjero». A partir del 1 de febrero, los pocos israelíes a quienes el ejército les tiene permitido ingresar en Gaza tienen que presentar pasaporte en el paso de Erez para cruzar, y son registrados en las computadoras del Ministerio del Interior como si hubieran salido del país.

La Franja de Gaza está «en el extranjero» de una manera extraña. Los israelíes necesitan pasaporte para llegar allí, y los palestinos de Jerusalén necesitan un pase -el mismo que deben presentar cuando vuelan desde el aeropuerto internacional Ben Gurión a París, por ejemplo. Pero cuando estos mismos palestinos de Jerusalén van a Jordania por el puente Allenby, usan pasaporte jordano. Mientras que los palestinos que viven «en el extranjero» -los gazanos- están exentos de cruzar con pasaporte palestino, esta exención también se aplica a los residentes de Cisjordania, todo ello por orden del Ministerio del Interior.

La confusa multiplicidad de procedimientos es todavía más notable a la luz del hecho de que Israel permite sólo a unas pocas personas entrar y salir de la Franja. Sólo un número pequeño de israelíes recibe este permiso -aquéllos con familiares en Gaza o personas, principalmente mujeres, que llevan años casadas con residentes del lugar. Recibir un permiso requiere una coordinación previa que es muy engorrosa y a veces pasan días desde que se las solicita hasta que se las otorga o hasta que se logra que una línea de fax de la Administración Civil -un cuerpo militar que depende del Ministerio del Interior y al que se le otorgó la facultad de conceder los permisos- no dé ocupado.

Cruzar el aproximadamente medio kilómetro que separa el lado palestino del israelí requiere una coordinación adicional, por teléfono, y una espera de horas hasta que los soldados y empleados del lado israelí permiten a los poseedores de los permisos seguir su camino. Pero esto no es lo único que los hace extranjeros a los gazanos «del extranjero»; para muchos de ellos, esto es absolutamente recordativo de las dificultades que los régimenes totalitarios imponían para viajar entre países de Europa Oriental.

El «extranjero» de Gaza es principalmente extranjero por una razón diferente, una fundamental: todos los residentes de Gaza están inscriptos en el mismo registro de población como si vivieran en Cisjordania, que no es «extranjera», y la lista completa está controlada por el Ministerio del Interior de Israel. Este control da al Ministerio del Interior, representado por la Administración Civil, una autoridad que el Ministerio del Interior palestino no tiene. Este control le permitió a Israel privar a centenares de miles de palestinos de su status de residencia desde 1967. Permitió la continuación de lazos matrimoniales, sociales, económicos, religiosos y culturales entre Gaza y Cisjordania hasta 1991 y entonces, desunió esos lazos. Este control le permite a Israel evitar el agregado de residentes extranjeros en el registro de población; le permite a Israel intervenir, e incluso decidir, en la elección de una pareja, el lugar de estudio, el tipo de tratamiento médico, el tiempo para dedicarle a los niños, la participación en las bodas o los entierros, la escritura de testamentos y la distribución de la propiedad familiar. Israel tiene autoridad para prohibir la entrada de amigos o miembros de la familia que no son residentes palestinos -y no sólo su entrada en Israel, sino también en Cisjordania y Gaza. Desde octubre del 2000, la prohibición ha sido casi completa.

Sólo los palestinos registrados como residentes en el sistema informático israelí pueden cruzar el paso de Rafah, siempre y cuando esté abierto. Israel tiene autoridad para prohibir a los gazanos viajar o vivir en Cisjordania y ha estado utilizando esas prerrogativas con fervor creciente desde 1991, cuando empezó a implementar las políticas de cierres. Esto es el «extranjero» a los que los israelíes pueden acceder con pasaporte. Esto es el «extranjero» en el que Israel argumenta que no tiene responsabilidad. Y ésta es la grandeza de la ocupación israelí: se presentarse como inexistente, mientras su autoridad se aplica hasta en el dormitorio.

No, ésta no es una recomendación para tomar otro paso unilateral y borrar a los gazanos del registro de población palestino, que está bajo control israelí, además de separado geográfica y humanamente. ¡Al contrario! Es preferible para Israel continuar curioseando en sus alcobas que tomar un paso que completaría la separación final entre los residentes de Gaza y sus hermanos de Cisjordania.

Hay razones para preocuparse. Un decisión como borrar a los gazanos del registro encaja en el proceso de pensamiento que ha caracterizado la política israelí hacia la Franja de Gaza desde 1991. Durante los últimos 16 años, los residentes de esta atestada región de 360 kilómetros cuadrados han podido acostumbrarse a su transformación en un tipo de economía aislada, con cada vez menor acceso al agua (y cada vez más contaminada); disminución del control de la tierra, las fuentes de ingreso, la industria y la agricultura sin mercados e inferior nivel de sus instituciones educativas y de salud, debido a su aislamiento del mundo y de Cisjordania.

La cresta de esta política, hasta ahora, fue la desconexión en 2005. Ésta es una política que contradice lo aceptado en los Acuerdos de Oslo, que estipulan que la Franja de Gaza y Cisjordania son una sola unidad territorial, así como las resoluciones internacionales sobre la solución para lograr la paz. Pero evacuando a unos mil colonos de la Franja se vendió con éxito la imagen de la moderación israelí, así como Israel fortaleció todos sus métodos de control sobre Cisjordania. Israel también es responsable de vender la imagen de que la eliminación de los gazanos del registro de población es un amable gesto de buena voluntad. Pero esa jugada sólo puede intensificar el sufrimiento de 1,4 millones de residentes de Gaza, así como su separación del mundo. Y ésa es una receta probada por seguir manteniendo a prudente distancia la posibilidad de un acuerdo de paz razonable entre Israel y los palestinos.

La fuente: La autora es periodista del diario israelí Haaretz (Tel Aviv, Israel). La traducción del inglés pertenece a Sam More para elcorresponsal.com.