El Programa De Campesino a Campesino (PCaC) es una iniciativa que promueve la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) desde hace más de 20 años e involucra a más de 18 mil familias campesinas de 14 departamentos de Nicaragua Su principal objetivo es promover la construcción de nuevos modelos de agricultura, donde los campesinos […]
El Programa De Campesino a Campesino (PCaC) es una iniciativa que promueve la Unión Nacional de Agricultores y Ganaderos (UNAG) desde hace más de 20 años e involucra a más de 18 mil familias campesinas de 14 departamentos de Nicaragua
Su principal objetivo es promover la construcción de nuevos modelos de agricultura, donde los campesinos y campesinas con sus propios recursos, conocimientos y capacidades de gestión, sean autores y actores de su futuro, creando las bases para construir un sistema de desarrollo sostenible. En los últimos años, su trabajo se ha focalizado aún más en el rescate de conocimientos y prácticas de las comunidades campesinas e indígenas y en la defensa de la biodiversidad local.
En el marco de la Campaña «Semillas de Identidad – Por la Defensa de la Biodiversidad y la Soberanía Alimentaria», el PCaC dio a conocer una investigación en que se evidencia la enorme biodiversidad existente en Nicaragua y la importancia del rescate, producción, mejoramiento y defensa de las semillas criollas.
SIREL conversó con Jorge Irán Vásquez, representante del PCaC, para conocer los resultados y los alcances futuros de esta investigación.
-¿Qué tipo de investigación se realizó?
-El diagnóstico involucró a 144 comunidades en 34 de los 153 municipios del país, con el objetivo de profundizar el conocimiento sobre la gran variedad de semillas criollas existentes en Nicaragua y en que lugar se encuentran. Esa propuesta surgió de los mismos agricultores a raíz de una preocupación muy seria, porque hay zonas donde las semillas criollas están desapareciendo y son reemplazadas por semillas «mejoradas». Ese fenómeno se acentúa al acercarse a los centros urbanos, donde es mayor la presencia de instituciones, programas de gobierno y organizaciones que tienden a privilegiar las semillas «mejoradas» en detrimento de las criollas. Actualmente existe en el país una subestimación de estas semillas, fenómeno ha sido fortalecido por las empresas que las comercializan.
-¿Cuáles fueron los resultados?
-A pesar de ser una muestra un poco reducida, nos encontramos con una gran diversidad y descubrimos que parte de estas variedades de semillas criollas van desapareciendo. Logramos identificar 114 variedades de maíz, 121 de fríjol, 18 de leguminosas comestibles, 24 de sorgo y 8 de arroz. Son datos preliminares, pero continuamos trabajando para mantenerlos actualizados, dado que constantemente encontramos más variedades. Estamos también profundizando en las características de las variedades que hemos encontrado, haciendo caracterizaciones y estimulando apadrinamientos entre familias campesinas y variedades de semillas, para poder de esa manera profundizar el conocimiento y la demanda que cada variedad tiene. Estamos también en un proceso de divulgación de esta experiencia, tratando de establecer alianzas con organizaciones que operan en el sector, con consumidores y también con los gobiernos locales. En este sentido, ya han surgido iniciativas en donde estamos tratando de construir propuestas compartidas para abordar el tema de la seguridad alimentaria, por ejemplo, a través de bancos municipales de semillas. Estos resultados nos motivaron a conformar el Programa de Rescate, Conservación y Mejoramiento de Semillas Criollas.
-¿De qué se trata ese programa?
-Son acciones concretas para ir seleccionando las variedades criollas según las características que interesan a los campesinos. Paralelamente, hemos ido desarrollando otras actividades para el rescate de la biodiversidad local y el intercambio de conocimientos y prácticas, como por ejemplo las ferias campesinas, los intercambios de semillas y no solamente de granos básicos, sino también de otros productos. Ese trabajo de rescate tiene diferentes mecanismos y uno de ellos es lo de los bancos comunitarios de semillas.
-¿Cómo se desarrolla la actividad de los bancos de semillas?
-Estos bancos funcionan de diferentes maneras. La idea es que en cada comunidad exista una red de familias campesinas que conserve un número determinado de variedades y que esta información se transmita en la red. Le llamamos bancos porque hay un conocimiento colectivo que permite el intercambio.
Hay también otro tipo de banco que está de cara a la comercialización. En este caso la gente acopia diferentes variedades de semillas de manera centralizada en la comunidad y funciona como una especie de banco comercial, donde se facilita crédito a través del suministro de semillas a quien las necesita. Los beneficiados se comprometen a devolver las semillas bajo los términos de un convenio que subscriben las partes. Esto crea seguridad, porque el campesino sabe que en cualquier momento y circunstancia podrá disponer de las semillas. En algunos casos hay bancos que han crecido e incluso las venden. Tienen varias funciones, como por ejemplo conservar semillas criollas, apoyar a los miembros de la comunidad, disponer de semillas en momentos de crisis, facilitar y canalizar producción para la comercialización. Ya contamos con unos 70 bancos en todo el país vinculados al PCaC.
-¿Existen contactos con el Gobierno actual para incentivar la difusión de las semillas criollas?
-Junto a otras organizaciones hemos tratado de promover una política de estímulo a la producción de variedades de semillas criollas por grupos de pequeños productores. Aquí no se trata de defender las semillas criollas sólo por motivos culturales -que sin lugar a duda son importantes- sino también en lo relativo a la soberanía alimentaria. Creemos que se debe estimular la economía local, para que la gente produzca y que en los programas de gobierno se incluyan estas variedades -algo que hasta la fecha no se ha hecho- estimulando al contrario la producción de sólo dos o tres variedades de semillas mejoradas. Como consecuencia de ello, nuestra gran variedad de semillas criollas se dirige solamente hacia el autoconsumo y no para el comercio. El país debe tomar en cuenta que entre más preocupados estemos por nuestros recursos, más independientes vamos a ser. El gran aporte de nuestros pequeños productores ha sido ocultado históricamente.
-¿Cómo afecta a la biodiversidad?
-El problema más grande es que se están perdiendo las variedades de semillas y a causa de esto, nuestra biodiversidad. Hay problemas climáticos que la afectan y a ello se le suma el elemento comercial, que nos está volviendo cada día más dependientes de lo que importamos.