Existe un discurso que nos presenta a Hamas como un grupo irracional que sólo quiere aniquilar a Israel. Ese discurso alinea a este grupo con el fundamentalismo islámico y lo presenta como un instrumento de Irán y Siria. Es preciso señalar que Hamas nace a la sombra de la ocupación israelí de Palestina, y encuentra […]
Existe un discurso que nos presenta a Hamas como un grupo irracional que sólo quiere aniquilar a Israel. Ese discurso alinea a este grupo con el fundamentalismo islámico y lo presenta como un instrumento de Irán y Siria. Es preciso señalar que Hamas nace a la sombra de la ocupación israelí de Palestina, y encuentra sus militantes principalmente en personas nacidas luego de la Nakba, momento en que más de 750 mil palestinos huyen o son expulsados por las fuerza regulares e irregulares israelíes.
El documental canadiense Hamas, presenta la perspectiva de este movimiento político religioso y apuntes de especialistas en el tema. Uno de ellos señala algo muy interesante: El 95% de los niños palestinos ha presenciado como su padre ha sido humillado y vejado por las fuerzas israelíes. Ese es un momento clave para la psicología de ese futuro hombre o mujer. La humillación del padre se torna en indefensión, una vuelta de tuerca insuperable. Ante esa indefensión, el joven palestino encuentra en Hamas una fuerza que lo protege, que de alguna manera esta dispuesta a reivindicar aquella marca lacerante. Así, Hamas suplanta al padre difuminado e indefenso por la humillación israelí. Hamas se convierte en el padre común, aquel que la imagen del niño guardaba como referente de protección hasta antes del trauma. Hamas es el padre que sí se atreve y tiene las armas para vengar al padre simbólicamente o efectivamente muerto por las fuerzas israelíes. El especialista va más allá en el ejemplo. Una vez establecido el lazo entre el joven y Hamas, éste se hace fuerte; pero este vínculo tiene uno aún mayor, el vínculo del individuo y del grupo con el verdadero padre invencible: Ala.
Se trata de una lógica acertada para explicar parte de las reacciones en este conflicto. Y es atinada también porque permite trasladar esa interpretación al contrincante palestino del siguiente modo: El pueblo judío, perseguido injustamente en varios periodos históricos, víctima de un antisemitismo hasta hoy extendido que casi lo extingue del planeta, ha sentido indefensión, el padre también ha sido vejado en distintas épocas, encontrando en la Europa controlada por los nazis su punto culminante. El padre indefenso, la tierra ansiada negada, y finalmente luego de la oscuridad la formación del Estado de Israel. Así, este Estado, supera al padre antes humillado, se convierte en el padre ansiado. Los límites geográficos y la defensa de sus habitantes vía la fuerza de las armas, son el símbolo de la fuerza del padre Estado hoy duro y valiente, que nunca más permitirá que sus hijos sufran humillación alguna. El Estado está para defender a sus hijos, para no soportar nunca más la debilidad que por siglos los tuvo desprotegidos. Y la conexión del individuo y el Estado, encuentra el nexo supremo con la religión, con Dios.
Uniendo estas dos interpretaciones, podemos arriesgar una tercera. Sectores de ambos pueblos, fustigados en la figura paterna, los judíos a lo largo de la historia, los palestinos en el siglo XX; estos sectores adquieren poder, se consolidan y se hacen enemigos irreconciliables. Pero hay algo que ambos deberían repensar. Que la rebeldía propia que trae la difuminación de la figura del padre protector, es el principal obstáculo para que puedan consolidar la seguridad para los suyos. El padre humillado de los palestinos y el padre que no pudo evitar la caminata de siglos del pueblo judío, desearían ver a sus hijos superando el trauma, entendiendo que podrían estar a punto de ser maduros cuando superen ese momento traumático. Ambos padres ideales no quieren ver hijos en eterna pelea, sino hijos que le den oportunidad al entendimiento: el padre no se molestará.
La actualidad no muestra posibilidades de avance. El Estado de Israel ha optado por calificar a Hamas de grupo terrorista y ese muro es insalvable. Pero Hamas llegó al gobierno en un proceso electoral legitimo al constituir su discurso y sus acciones la única respuesta que los palestinos observan ante la continuidad de la ocupación, cada vez más asfixiante. Israel olvida en su perspectiva que acabar con la vida de inocentes para eliminar a los líderes de Hamas es tan cuestionable como eliminar inocentes indiscriminadamente. Los líderes de Hamas que declaran en el documental exigen para dejar la respuesta violenta que Israel cumpla las exigencias básicas: derecho al retorno, límites previos a 1967, Jerusalén compartida como capital y libertad de los miles de presos palestinos. Israel obra para sólo negociar con Fata, a quien antes consideraba igual que a Hamas, impulsando con ello la división palestina. La venganza es de ida y vuelta. Los medios empleados por los contrincantes son absolutamente dispares. Ni los asesinatos de Ameh Yasín, Rantisi o tantos otros debilitan a Hamas. Este grupo es visto como la opción frente a la humillación continua de la mayoría de palestinos, y en ello radica su legitimidad, como en la fuerza de actual estado de Israel radica parte de su legitimidad.
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