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Mientras los sojeros hacen demostración de su poder económico en el campo siguen las denuncias de muertes por agrotóxicos

Fuentes:

  Unos supieron y otros no que en la comunidad indígena Ka’aguy Poty Kamba, distrito de Jasy Kañy, Kanindeju, murió David, un niño indígena de 4 años de la parcialidad Ava Guaraní. Esto ocurrió el miércoles 10 de diciembre. Él y sus 3 hermanitos comenzaron a sentirse mal, con dolores de cabeza y diarrea. Según […]


 

Unos supieron y otros no que en la comunidad indígena Ka’aguy Poty Kamba, distrito de Jasy Kañy, Kanindeju, murió David, un niño indígena de 4 años de la parcialidad Ava Guaraní. Esto ocurrió el miércoles 10 de diciembre. Él y sus 3 hermanitos comenzaron a sentirse mal, con dolores de cabeza y diarrea.

Según los medios masivos de comunicación, la hipótesis no confirmada de la fiscalía es que los niños habrían consumido pororó hechos con semillas de maíz entregadas por el Instituto Paraguayo del Indígena para ser cultivadas y no consumidas, según declaró Margarita Mbywangi, presidenta del Indi, a un medio conocido. Así también, dejando ver un dejo de negligencia, dijo que «no tenía conocimiento acerca de si las semillas estaban tratadas con algún tipo de producto químico, porque su institución solo se encarga de la entrega».

Sin embargo…el Frente Social y Popular habla en un comunicado de que presuntamente químicos tóxicos fueron derramados por los empleados de un colono brasileño que se dedica al cultivo de y maíz, sin cumplir las leyes ambientales.

Inocencia Ortíz Vera, madre de David, asegura que los síntomas que padeció toda su familia y llevaron a la muerte a su hijo de 4 años fueron causados por fumigaciones en cultivos mecanizados aledaños a su comunidad; ellos no comieron el pororó que la fiscala mencionó como causa de una intoxicación supuestamente alimentaria. Actualmente esta mujer se encuentra internada con tres de sus hijos en el Hospital Indígena de Limpio. Asegura que su malestar es debido a las fumigaciones ya que los son arrastrados por las lluvias hasta las fuentes de agua de donde beben, se asean y se recrean.»En nuestra comunidad vivíamos tranquilos hasta que llegaron los brasileños a plantar soja«, relató.

Ya pasó antes

Y se suma a esta denuncia el antecedente de fumigaciones irresponsables en esta comunidad, lo que amerita una investigación que vaya más allá de las semillas de maíz. Una publicación del 5 de diciembre en la web de Slow Food Paraguay, habla de Diego R., un niño de la comunidad La Victoria, distrito de Jasy Kañy, Canindeyú, que fue intoxicado con que se usaron para la fumigación de un campo de cerca de su casa. «La comunidad se encuentra dividida por un arroyo, el cual marca el mapa de la vida y el de la muerte, pues los que habitan del otro lado viven una vida tranquila», comentó Diego Segovia sociólogo en la institución BASE Investigaciones Sociales, testigo del estado de salud del niño.

«Dieguito estuvo 8 días sin comer con vómitos y mareos, y los médicos solo le dieron antiparasitarios», expresó con tristeza. Como el niño ya presentaba un cuadro delicado de salud, lo trajeron hasta Asunción donde le realizaron un análisis de colinesterasa, para determinar si fue intoxicado por . Los resultados fueron positivos y los niveles de colinesterasa en Dieguito eran elevados aún dos semanas después del inicio de los síntomas. Lo cual habla de la agresividad del veneno; lo que ocurre es que los médicos tienen miedo de denunciar una intoxicación con plaguicidas, pues la policía esta comprada por los sojeros, aseguró Segovia.

Pasan los días desde la muerte de David, mientras el sector acusado hace una muestra opulenta de su poder económico en el , exigiendo «seguridad» y «trabajo», con la firme alianza de la prensa empresarial, que no dudó en posicionarse, de la misma manera en que no duda en posicionarse contra los «sucios» indígenas o que vienen a ensuciar las plazas capitalinas. Irónicamente sin embargo, «seguridad es lo que venían exigiendo desde hace varias semanas los indígenas de Jasy Kañy, no con tanta promoción por su puesto. Hoy al reclamo se le suma la muerte de un niño, quien compitió toda la semana con el gremio de supuestos «productores» por el espectro mediático, sin éxito alguno.

Los medios ponen en evidencia sus realidades inventadas al contradecirse, calificando unos de «masiva respuesta» a la marcha del tractorazo (Abc), mientras otros quieren eufemizarlo, calificando de «fuerza dispar» (Ultima Hora) al evento que prometía movilizar al país que, sin embargo, no hizo más ruido de lo que hicieron las estridentes declaraciones de sus dirigentes y sus instrumentos de expresión.

En la realidad no mediática del campo sin embargo, la seguridad y el trabajo sigue siendo un reclamo postergado de años, décadas, y siglos, seguridad de no morir fumigados, seguridad de no ser asesinados por guardias civiles, seguridad de tener alimentos, un pedazo de tierra, un futuro; mientras los reclamos de trabajo del campesinado se han extendido a la ciudad con la migración por causa de un modelo de producción que ya no puede ser sostenido más que desde la fingida realidad mediática y la fuerza de los tractorazos.

Artículo de E’a – http://ea.com.py
URL del artículo: http://ea.com.py/mientras-claudia-russer-se-pasea-en-su-tractor-siguen-muriendo-ninos-en-el-campo/