Traducido para Rebelión por María Enguix
«Hola, seguimos vivos…». Este es un texto de Dania, esposa de Mohamed Mussalem, un artista de Gaza y profesor del Departamento de Bellas Artes de la Universidad Al Q’sa.
Hola,
Seguimos vivos… al menos por ahora… tras vivir más de una semana de estrés y de horror bajo los bombardeos continuos sobre Gaza. Cerca de nuestra casa han caído más de 15 misiles de F-16. Imagínense lo que viene después. Ventanas hechas añicos, la casa y el suelo temblando bajo tus pies, los niños aterrorizados… Ni siquiera te atreves a ir al baño por miedo a que te caiga el techo encima.
Desde que empezaron las operaciones de las fuerzas terrestres el décimo día, ha habido incursiones en el barrio de Atatra y Salatin, a 500 metros de nuestra casa. Un auténtico infierno toda la noche. Las explosiones se oían muy fuertes. Como si estuvieran justo delante de tu puerta. Se ven humaredas por todas partes. Un cielo gris todo el día. Escaramuzas continuas, [los helicópteros] Apaches, por mar, nos atacan desde todos los frentes. Lo peor es que nos quedamos sin electricidad y, por supuesto, sin agua, desde el primer día. Hasta las cisternas de los tejados estaban agujereadas por los impactos de los obuses. Los únicos medios de información que teníamos eran el teléfono y la radio. Escuchábamos historias de masacres y recibíamos noticias de amigos y parientes masacrados. Créanme, han masacrado a familias enteras. El hermano de un vecino estaba en la mezquita cuando la bombardearon. Sus otros dos hermanos fueron a ver si lo encontraban entre los escombros, cuando les lanzaron un segundo misil. Los tres hermanos acabaron convertidos en trozos de carne, no ya cadáveres. Se habla poco de cadáveres, sólo de trozos de cuerpos. Los muertos son apenas reconocibles.
Tras dos noches de infierno, decidimos salir. Mis suegros se negaban pero les obligamos. Corríamos peligro. Los tanques bombardeaban sin objetivos concretos y no estábamos a salvo. Nos arriesgamos a salir con un pañuelo blanco, yo, mi marido, mis dos hijos y mis suegros. Ya había hecho el equipaje. Sabía que ese momento tenía que llegar. Gracias a Dios, nadie resultó herido.
Los medios hablaban de una tregua diaria de 13.00 a 16.00 h por razones humanitarias. Pero era todo mentira. Dos mujeres de mi barrio salieron a buscar provisiones para sus hijos. Las mataron. La hermana de mi marido nos alojaba en el centro de la ciudad de Gaza. Otra gente no tenía adonde ir. En las calles, miles de personas, familias enteras que habían huido de sus hogares… Una nueva generación de refugiados.
Dos horas después unos vecinos que no habían salido aún nos informaron de que un obús de un tanque había caído en una parte de nuestro tejado.
Tres días después la Cruz Roja nos informó de que hay una tregua entre las 7.00 y las 11.00 h para que las mujeres vayan a buscar el resto de sus cosas y de los cuerpos que han quedado, porque se prohibía el paso de ambulancias a esta zona militarizada. En el barrio de Al Atatra la Cruz Roja encontró a cuatro niños casi muertos de hambre junto a su madre muerta desde hacía siete días. Los salvaron en el último minuto.
Mi suegra ha ido. Todas las puertas de las casas están rotas y algunas reventadas. El ejército israelí ha registrado todas las casas, incluida la nuestra. Todos nuestros muebles están destrozados y nuestras cosas esparcidas por el suelo.
No puedo resumir estas dos semanas en unas líneas. ¡He dejado mi casa por un piso donde se refugian más de 30 personas! Toda la gente que reside lindando con el Este, Norte, Sur y Oeste se ha desplazado al centro pensando que está más segura. En realidad nadie está a salvo. Ningún palestino en Gaza…
Nos han dicho que el objetivo de esta guerra es exterminar a los miembros de Hamás. Un pretexto más como los anteriores para exterminar y aterrorizar al pueblo palestino. Más de 900 muertos «civiles», de entre los cuales 275 son niños, 97 mujeres «madres», 15 conductores de ambulancia y 5 periodistas en dos semanas. El mensaje es claro: que el pueblo pague su libertad de expresión por haber votado a Hamás. Así la gente acabará odiando a Hamás.
No dejan de transmitir estos mensajes y ocupar las ondas de las cadenas locales para decirnos: todo lo que sufrís es por culpa de Hamás, que os ha traicionado y no ha asumido la responsabilidad de protegeros. Ya ven. Yo siempre he estado en contra de Hamás. No me gustan los islamistas extremistas, ¡pero no soy tan imbécil como para creer estos embustes! Antes de Hamás ya nos bombardeaban, nos insultaban en las fronteras, nos aprisionaban dentro de Gaza. Ante el mundo dicen que se retiraron de Gaza y que «tienen su libertad, ¿de qué se quejan?». Estaba claro que desde la entrada de Hamás en el gobierno, hace dos años ya, sufrimos un bloqueo que nos ahoga. Sueño con tener derecho a viajar y a desplazarme como cualquier otra persona en el mundo, con tener una paz nacional libre.
Los lanzadores de cohetes son otro pretexto para convencer al mundo de que los israelíes son víctimas y tienen derecho a protegerse de los cohetes de fabricación local con toda clase de armas militares, incluso las prohibidas internacionalmente (bombas de fósforo). ¡La mayoría de los israelíes trasladados a los hospitales ―su «lesión» se ha descrito como un estado de pánico y miedo― se cuentan como víctimas! Mientras que un millón y medio de palestinos viven aterrorizados y los hospitales de Gaza ni siquiera tienen medios para intervenir quirúrgicamente a los heridos de verdad.
El conflicto palestino, la complicidad de los gobernantes árabes, también ha servido de tapadera para estos ataques. Dudo que después de todo esto Gaza tenga una vida normal. Estamos conmocionados y dudo que nos repongamos. Dudo que después de esta guerra, si es que termina, pueda tener una casa. Ruego a Dios que nuestros hijos sobrevivan y si vamos a morir, que muramos todos juntos. No quiero vivir para ver cómo masacran a mis hijos ante mis ojos.
Gracias a todos nuestros amigos por enviarnos mensajes de apoyo. Valoro las manifestaciones que se hacen en todo el mundo, las ayudas que recibimos, los actos de solidaridad. Pero, discúlpenme, estoy tan desesperada y tan convencida a la vez de que Israel está bien protegido y sólo cesará el fuego tras haber alcanzado todos sus objetivos imaginarios, porque, en realidad, el objetivo son los civiles. La decisión de poner fin a las operaciones vendrá de sus generales, y no de la presión de la comunidad internacional.
Hay serios problemas para distribuir la ayuda debido a la falta de autoridades especializadas. Sólo están el OOPS* (UNRWA por sus siglas en inglés) y la Cruz Roja, que hace su trabajo en condiciones muy difíciles. La gente no ha perdido el espíritu de solidaridad, pero la catástrofe golpea a todo el mundo. Cada cual tiene su propia historia triste. Yo mismo estoy conmocionada y apenas he tenido fuerzas para escribirles.
Dania y Mohamed
Nota de la traductora:
* OOPS: Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, cuya oficina en Gaza también ha bombardeado el ejército israelí.
Fecha: 15/01/2009