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Recuperación o catástrofe

Fuentes: Rebelión

Creo que existe una visión parcial y distorsionada de la crisis económica y sus perspectivas. Con una gran disparidad de opiniones, que alimentan la confusión existente, desde «los brotes verdes» y «lo peor de la crisis ya ha pasado» del Gobierno, hasta la muy demagógica y huera posición del PP de que «es necesaria otra […]

Creo que existe una visión parcial y distorsionada de la crisis económica y sus perspectivas. Con una gran disparidad de opiniones, que alimentan la confusión existente, desde «los brotes verdes» y «lo peor de la crisis ya ha pasado» del Gobierno, hasta la muy demagógica y huera posición del PP de que «es necesaria otra política económica para salir de la crisis», pasando por los múltiples vaticinios de los «expertos» y las instituciones internacionales sobre cuando se iniciará la recuperación, ésta se da por descontada, como algo inexorable. Parece que nadie se ha detenido a pensar que esta crisis puede ser el inicio de un largo período de estancamiento de la economía española, o aún peor, que la crisis ha abierto un proceso de degradación económica cuyo fin no se columbra por parte alguna.

Que la recuperación no está a la vuelta de la esquina es algo que ya ha sido asumido generalmente, salvo por el despistado Gobierno, como algo incuestionable. No hay signos de ella ni indicios que permitan sostener que ha comenzado ni, sobre todo, razones sobre cuales pueden ser los mecanismos que la pongan en marcha. Tendrá que ser la demanda y no parece que las exportaciones, ni el consumo y la inversión privados, ni el estrangulado sector público puedan por el momento hacer de espoleta o de catalizadores. Pero no cabe afirmar con la misma seguridad que la trayectoria de la economía no se complicará aún más y que no se entrará en una tendencia declinante como consecuencia de que actúen algunos de los factores adversos que caracterizan la situación presente.

Al margen de las incógnitas que aporta la evolución internacional, con una recesión no superada, una crisis financiera no resuelta y susceptible de reabrirse y una crisis del dólar pendiente, piénsese, por ejemplo, refiriéndonos a nuestro país, en que el paro sobrepase los 5 millones de personas y se acerque a los 6, en una crisis del sector financiero atrapado en la explosión de la burbuja inmobiliaria, en la situación financiera exangüe del Estado, en el peligro de desaparición de empresas cruciales en sectores básicos como el automóvil, en la quiebra del país como deudor internacional dados los enormes compromisos pendientes, en que finalmente sea insostenible mantenerse en el euro. Para qué seguir…. Todos estos hechos no son impensables que ocurran. Solo algunos perfilarían un cuadro tenebroso; acumulados definirían una catástrofe de consecuencias económicas tan graves que se convertirían en problemas sociales y políticos de gran envergadura.

Sorprende que pocos análisis, estudios y opiniones se adentren tomando en consideración esta perspectiva, en lugar de participar en el juego de los acertijos de la próxima recuperación. Que tanto el PSOE como la oposición del PP, devorados por el ansia del poder, uno vendiendo que la crisis es cosa del pasado y el otro el acosando y desgastando al Gobierno, no tengan tiempo ni interés en estas cuestiones secundarias es algo normal y hasta comprensible según discurre la miserable actividad política en el país. Pero resulta inexplicable que los intelectuales, que los verdaderos expertos, sin comillas, que los sindicatos, sobrecargados de responsabilidades que no les corresponden, y otras fuerzas políticas y sociales, entre ellas las que se autoproclaman transformadoras, no contemplen la catástrofe como posible y probable y no estén preparándose para ella.

Si sobreviene una situación dramática, su desenlace se jugará en un campo más amplio que el que determina estrictamente la economía. Las recetas sobre como lograr la recuperación tendrán que dar paso a tratamientos más traumáticos y a conflictos mucho más agudos. Quiero decir que la lucha de clases se recrudecerá, y mientras la derecha se ha recuperado del susto del año pasado, cuando hasta la patronal pedía un abrir un paréntesis en la «economía de mercado», la izquierda no realiza sus tareas.