Revisado por Caty R
No nos engañemos: a Israel ni le interesa ni le conviene buscar la paz. Pedirle que lo haga sería como tratar de convencer al león de que «desde hoy la ley de la selva es la no violencia».
¿Por qué no le interesa? Porque hasta ahora le está yendo muy bien y cada vez le va mejor. Ya tiene armas nucleares, armas convencionales de última generación, el aporte incondicional de 3.000 millones de dólares anuales del tesoro de EE.UU., la exención del cumplimiento del Derecho Internacional… Se dio el gusto de atacar sin retaliación, ni siquiera una protesta, al navío escucha estadounidense Liberty, en 1967, apostado para ver si Israel cumplía sus promesas de no atacar a Siria ni a Jordania (cosa que hizo sin el menor impedimento) [1]. Cuando dejaron de temerle por su derrota frente a Hizbulá, con toda tranquilidad, usando argumentos falsos atacó Gaza y asesinó a 1.300 palestinos entre los que había 400 niños. El verdadero objetivo fue entonces que siguiese en vigencia la prescripción de Moshé Dayan: «Israel debe ser como un perro rabioso, demasiado peligroso para molestarlo» [2]. El mundo vio horrorizado imágenes de indefensos civiles masacrados con armas de última generación. Las bajas israelíes fueron de 10 soldados, cuatro de los cuales fueron alcanzados por fuego propio, lo que frente a las bajas palestinas muestra que no fue una guerra, fue una matanza. Y la enumeración de tales matanzas puede prolongarse ad nauseam. Está claro, con el poder del dinero todo lo que Israel hace o deja de hacer no recibe el menor juicio de las grandes potencias. Todos saben que las resoluciones del Consejo de Seguridad o de la Asamblea General de las Naciones Unidas son de optativo cumplimiento para Israel. La lista de incumplimientos es frondosa, baste nombrar a la Resolución 242 que le ordena retirarse a las fronteras anteriores a la guerra de 1967.
¿Por qué no le conviene? Porque si no hay conflicto no hay miedo y entonces los palestinos, y el mundo en general, le exigirían que cumpla con las leyes internacionales. ¿Qué significa eso? Significa algo muy grave. Debería cumplir todas y cada una de las resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y eso no es poca cosa. Tampoco podrá lanzarse a aventuras como un ataque a Irán, ambición muy preciada después de haber logrado que Estados Unidos atacase y destruyese a Iraq [3].
La única forma de que Israel entre en razón es que el Imperio se lo imponga, pero la primera y última vez que el Imperio fue firme con Israel fue en 1956 cuando Eisenhower le exigió la retirada incondicional del territorio egipcio después de su colusión con Inglaterra y Francia [1].
El talón de Aquiles de los israelíes es su soberbia. Se sienten literalmente el pueblo elegido, pero no elegido para sembrar paz y amor, sino para hacer lo que quieran. Sienten que las leyes de la Tierra no se les aplican, que son como extraterrestres. Al sentirse superiores exponen demasiados flancos. Esa soberbia ya es notoria por los últimos atropellos diplomáticos a EE.UU.
Ahora viene la pulseada. La agresión a los palestinos por parte de Israel permitida y apoyada -hasta con armamento- por Estados Unidos le está generando a éste último cada vez más enemigos en el mundo islámico. ¡Y precisamente los soldados del Imperio están empantanados en dos guerras contra países islámicos! ¡Y esas guerras completarán la bancarrota financiera de Estados Unidos! [4]. Las primeras reacciones de autoridades estadounidenses ya mostraron que la cosa no puede seguir así. Remarcando lo dicho, como bien señala John Mearsheimer [5]: «Lo que es verdaderamente notable de los últimos acontecimientos es que el vicepresidente Joe Biden y el general David Petraeus dijeran bien claro que las acciones de Israel hacia los palestinos podrían poner en peligro las vidas de soldados estadounidenses en Iraq y Afganistán, por ejemplo. Es un argumento que Israel y sus partidarios en EE.UU. no quieren oír, porque podría hacer que se evaporase rápidamente el apoyo estadounidense a Israel».
Si el pueblo estadounidense saliese de su letargo, exigiría a su gobierno que anteponga los intereses de su pueblo a los de un aliado que hoy le causa más problemas que ventajas. EE.UU. ya no necesita un enclave en Oriente Próximo como durante la guerra fría.
Si Obama claudica todo estará perdido. Es la oportunidad de volver a la cordura en una zona del globo que puede dar nacimiento a una III Guerra Mundial que seguramente sería la última guerra de la Tierra.
Notas.
[1] ¿Un monstruo fuera de control?
http://www.rebelion.org/
[2] Perros rabiosos suelan Líbano. James Petras.
http://www.rebelion.org/
[3] La verdadera razón de la guerra de Iraq.
http://www.rebelion.org/
[4] Israel es quien gobierna en Estados Unidos.
http://www.rebelion.org/
[5] Obama tiene ahora un mayor margen para ejercer presión sobre Israel.
http://www.protection-
Guillermo F. Parodi es escritor, profesor universitario, miembro del Observatorio Internacional de la Deuda y de los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.
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