Helicópteros de combate sobrevuelan ruidosamente los vertiginosos barrancos a lo largo de la frontera entre Turquía e Irak, rastreando las laderas de las montañas en busca de combatientes kurdos rebeldes. Por las carreteras, vehículos militares se exponen al riesgo de bombas al costado de caminos o de emboscadas mientras trasladan tropas a puestos de control […]
Helicópteros de combate sobrevuelan ruidosamente los vertiginosos barrancos a lo largo de la frontera entre Turquía e Irak, rastreando las laderas de las montañas en busca de combatientes kurdos rebeldes.
Por las carreteras, vehículos militares se exponen al riesgo de bombas al costado de caminos o de emboscadas mientras trasladan tropas a puestos de control y de frontera.
A veces las fuerzas turcas van más allá, lanzando ataques aéreos contra bases militares en el norte de Irak, u ordenándoles a las tropas que crucen las fronteras persiguiendo unidades de asalto a toda velocidad. El jueves por la noche, aviones de combate impactaron a rebeldes en las montañas.
Casi un año después de que el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, anunciara el nuevo acuerdo entre el Estado y su minoría kurda, las esperanzas de un final para el conflicto de Turquía de décadas de duración han quedado hechas pedazos por el resurgimiento de la violencia en el sudeste kurdo.
Las familias en Cukurca, una polvorienta ciudad de montaña en la frontera, se han acostumbrado a despertar cada noche con el estruendoso sonido del bombardeo con proyectiles y el disparo de morteros, retumbando en las colinas circundantes mientras las tropas y guerrillas separatistas intercambian fuego.
«La gente no esperaba que la paz llegue de inmediato, así que ahora nos hemos acostumbrado nuevamente a la violencia», dijo un hombre de unos 30 años, quien no quiso ser nombrado por temor a ofender al bando contrario.
En las últimas semanas, el grupo separatista del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK por su sigla original) ha reforzado los ataques contra el Ejército, luego de poner fin en junio a un cese al fuego de 14 meses.
Este año han muerto más de 80 soldados, un número que ya supera el total del año pasado.
Presión para contraatacar
Madres acongojadas sostienen fotografías de hombres de facciones infantiles en uniformes, mientras canales de noticias transmiten una sensación de duelo nacional en su cobertura de los servicios religiosos para los soldados caídos.
Tal es el enojo por las muertes de los soldados que los funcionarios de Gobierno ha sido atacados en los funerales, donde las multitudes ondean banderas turcas y entonan consignas nacionalistas.
El Partido Justicia y Desarrollo de Erdogan, el AK, apostó el año pasado a mejorar los derechos de los kurdos, esperando que esta «apertura democrática» los ayude contener un conflicto de 26 años que se ha cobrado unas 40.000 vidas.
Ahora bajo presión para responder a la escalada de ataques del PKK, el Gobierno dice que los rebeldes «se ahogarán en su propia sangre», y ha desplegado a miles de tropas de elite a lo largo de la frontera.
Las operaciones de contra-insurgencia cuentan con la ayuda de la inteligencia compartida entre las autoridades militares iraquíes y estadounidenses, aunque a veces Irak protesta por las violaciones a su soberanía.
La violencia podría perjudicar el intento de Erdogan de crear un Gobierno de un solo partido para un tercer mandato consecutivo, con las elecciones generales a 12 meses o menos de llevarse a cabo.
Buscando mitigar las quejas kurdas, el año pasado Erdogan levantó algunas restricciones sobre derechos culturales y políticos, revirtiendo agresivas políticas estatales redactadas después de un golpe militar en la década de 1980, que sólo reforzó el apoyo por el PKK.
Las medidas ganaron aplausos de los liberales y los kurdos por romper tabúes sobre el conflicto kurdo, que ha costado cientos de miles de millones de dólares al Estado turco.
Si bien las reformas eran requerimientos para ingresar a la Unión Europea, es poco probable que el Gobierno haga más concesiones con una elección por delante.
Imágenes de miembros del PKK cuando eran recibidos como héroes a su regreso a Turquía irritaron a la opinión pública en el oeste de Turquía más pudiente, donde muchas personas son indiferentes a los problemas del remoto y pobre sudeste.
«Para solucionar el problema kurdo, necesitas ser valiente y este Gobierno no fue lo suficientemente valiente», dijo Arif Koparan, director de la Asociación de Comercio y Negocios de la ciudad cercana de Hakkari.
«El Gobierno prometió muchas cosas a los kurdos, pero en definitiva eran solo palabras. Erdogan tuvo demasiado miedo de perder votantes por lo que el proceso nunca levantó vuelo», dijo Koparan.
Fuente: http://lta.reuters.com/article/worldNews/idLTASIE66A0IY20100711?sp=true