Las concentraciones, previstas hoy y mañana en todos los distritos cisjordanos -desde Hebrón en el sur, hasta Jenín en el extremo norte-, comenzaron después de los rezos en las mezquitas, informó un portavoz de la ONG «Stop the Wall», que coordina las protestas semanales desde hace más de seis años. «Como todos los viernes […]
Las concentraciones, previstas hoy y mañana en todos los distritos cisjordanos -desde Hebrón en el sur, hasta Jenín en el extremo norte-, comenzaron después de los rezos en las mezquitas, informó un portavoz de la ONG «Stop the Wall», que coordina las protestas semanales desde hace más de seis años.
«Como todos los viernes nos hemos reunido en Naalin para protestar contra el robo de nuestras tierras y asegurar al mundo que este muro no tiene nada que ver con la seguridad», dijo a Efe Hindy Musleh, un activista de esa ONG que hoy participó en la protesta en esa aldea del distrito de Belén.
Unas 500 personas participaron en la manifestación de Naalin, pero cifras similares, e incluso mayores, se registraron en otros lugares de Cisjordania con motivo del aniversario.
Un día como hoy en 2004 la Corte Internacional de Justicia de La Haya falló que el muro de más de 700 kilómetros que Israel había comenzado a construir dos años antes era ilegal y exigía a su gobierno que la destruyera inmediatamente y reparara los daños individuales y colectivos causados.
De 707 kilómetros de longitud, más del doble de lo que es la frontera reconocida entre Israel y el territorio ocupado de Cisjordania, la barrera combina, por tramos, segmentos de verja electrónica con un muro de hormigón de hasta 8 metros de altura.
Los tramos de muro se levantan sobre todo en los centros urbanos palestinos, entre ellos Tulkarem, Kalkilia, Belén y Jerusalén, cuya parte oriental está .
El muro cruza zonas de la parte oriental de Jerusalén, que los palestinos reclaman como la capital de su futuro Estado, dejando a vecinos de siempre en una misma calle separados por bloques de hormigón, «Nosotros nos mudamos porque de pronto nos vimos a 45 minutos de mi suegra por el rodeo que teníamos que dar, cuando antes llegábamos a su casa con sólo cruzar la calle», declaró a Efe Ibrahim Muhamad, vecino de uno de los barrios de Jerusalén Este.
Israel comenzó a levantar la polémica barrera -de la que ha construido hasta ahora unos 434 kilómetros- a raíz de una ola de atentados suicidas palestinos en su territorio entre 2001 y 2003, que se cobraron las vidas de cientos de civiles.
Desde entonces el número de atentados ha decrecido vertiginosamente hasta casi desaparecer en los últimos años, en parte también porque desde 2005 el moderado presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, aplica una serie de políticas para cesar ese tipo de ataques.
Para los palestinos, no obstante, el precio de la barrera, que deja un 9,4 por ciento del territorio cisjordano ocupado del lado de Israel, ha sido desastroso.
Informes de organizaciones internacionales apuntan a un severo daño en la economía de Cisjordania por la imposibilidad de exportar en condiciones de libre competencia y porque miles de obreros palestinos que antes trabajaban en Israel ya no pueden hacerlo.
Tampoco tienen libre acceso a sus tierras de cultivo unos 50.000 palestinos que residen en la «zona fronteriza» y cuya única fuente de ingresos ha quedado bien del lado israelí del muro o incluso encerrada en su retorcido recorrido.
Según un informe de la Oficina palestina de Negociaciones Políticas, «el 82 por ciento del Muro es (o será) construido sobre territorio palestino ocupado» con penetraciones en Cisjordania de hasta 22 kilómetros de profundidad para anexionar asentamientos judíos.
El negociador jefe palestino, Saeb Erekat, director de dicho organismo, exhorta hoy en un comunicado a «hacer cumplir la aplicación del derecho internacional» porque «hace seis años la Corte falló que la potencia ocupante no puede oprimir los derechos del pueblo palestino para satisfacer sus propios intereses».
La barrera ha tenido también un serio impacto en la salud de miles de palestinos que dependen de que los soldados israelíes abran o cierren los portones de acceso.
«Hay pocos servicios médicos y educativos en las zonas cerradas..
(y) la población no podría trasladarse en la mayoría de los casos a ningún centro médico porque los soldados no están permanentemente en los portones», advierte en ese sentido un documento de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para Erekat, el muro «separa granjeros de sus tierras, niños de sus escuelas y familias una de otra», en un «régimen de apartheid» que Israel ha impuesto a los palestinos y que supone una «violación grotesca» del derecho internacional.