Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Llegó, vio y venció.
Mientras observaba cómo el Presidente iraní lanzaba besos a los trabajadores de la limpieza en el aeropuerto de Beirut en el momento de partir hacia Irán esta mañana temprano, un historiador cristiano libanés comentaba: «Se podría decir que la gloria persa en estos momentos supera a la de Cesar tras la segunda conquista de Bretaña por Roma».
En efecto, el presidente iraní lanzó algo más que una piedra contra los proyectos de EEUU e Israel para el Líbano, quizá estimulado por la adoración del público con el que se encontró.
Una nación agradecida brindó a Mahmud Ahmadineyad lo que un obispo afirmó que fue la mayor expresión de apoyo popular en las calles, desde que comenzaron las divisiones sectarias del país, que la República del Líbano había presenciado nunca, incluida la visita del Papa Juan Pablo II del 10 de mayo de 1997.
Una razón importante de la efusión de apoyo popular fue la ayuda iraní al Líbano, que dura ya un cuarto de siglo, para proyectos sociales y para reconstruir gran parte del país tras las agresiones israelíes de 1993, 1996 y 2006. Se estima que la ayuda masiva recibida, que el Secretario General de Hizbollah detalló en un reciente discurso, supera los mil millones de dólares.
Entre la comunidad diplomática en el Líbano existe la extendida creencia de que el Presidente de Irán, con su visita, ha fomentado la unidad sectaria en el país, calmado la actual atmósfera política y presentado una serie de ofertas para los proyectos económicos más desesperadamente necesitados a través de 17 acuerdos bilaterales. Una oferta especialmente apreciada en todo el Líbano es la importante promesa de Irán de construir una central eléctrica que servirá para proporcionar una capacidad eléctrica siete veces superior a la actual, que en el presente año sigue provocando cortes continuos por todo el país. Las deficiencias actuales van desde las tres horas a las doce horas diarias de cortes de energía, además de apagones totales simultáneos en diversas zonas a lo largo de varios días. Se cree, a niveles amplios, que la actuación del Presidente de Irán ha conseguido avances importantes para la estabilidad, soberanía e independencia del Líbano.
Las multitudes vitoreaban, saludaban y gritaban su admiración. Los medios locales utilizaban palabras descriptivas como «estrella de rock, afecto entusiasta y masivo» para describir el recibimiento.
A lo largo de toda la ruta podía verse a los desdichados refugiados palestinos, apretujados en los miserables campos de las Naciones Unidas, a los que la comunidad internacional y algunas de las sectas locales niegan hasta los más elementales derechos civiles. Muchos de ellos tenían los ojos húmedos, quizá por los recuerdos de la Nakba y por las lágrimas de esperanza en una pronta liberación de su Palestina sagrada y en el pleno cumplimiento del mandato internacional de su inalienable Derecho al Retorno a sus hogares.
Los refugiados, muchos de ellos ilegales, iraquíes, afganos, kurdos y otros, instaban a la expulsión de las fuerzas ocupantes de sus países y a la restauración de sus anteriores vidas, saludaban con la mano y lanzaban besos. Podía verse entre las muchedumbres a trabajadores esclavos/invitados en el Líbano de Sri Lanka, Etiopía, Sudán, Filipinas, Bangladesh y otros países junto con los trabajadores de la construcción sirios. También podía apreciarse alguna presencia que traía un tanto a la memoria los personajes de «Le Rouge et le Noir» de Stendhal quienes, buscando progresar de forma segura en la vida, se pegaban unos a otros, necesitando todos mostrarse públicamente en tan importante acontecimiento.
Aproximadamente unas 750.000 personas (la cuarta parte de la población total del Líbano), de todas las edades y todas las clases sociales, se fueron situando en la carretera principal que sale desde el aeropuerto de Beirut y en otros eventos durante dos intensos días frenéticos de apariciones. Pétalos de rosa en rojo, verde y amarillo, los colores de la bandera de Irán, saludaban al invitado del Líbano. Debido a las limitaciones del tiempo, algunos de los eventos minuciosamente preparados tuvieron que «aplazarse», incluida una «Reunión de estadounidenses con el Presidente Ahmadineyad en el Ayuntamiento», en la que iban a estar presentes quince estadounidenses que se encuentran actualmente en el Líbano, entre ellos académicos, comerciantes, estudiantes, amas de casa y ONG, en un muy esperado formato tipo campaña política estadounidense en la que el Presidente de Irán se incorporaría a un diálogo informal con sus interlocutores.
En el campo Al Raya Athletic, en el sur de Beirut, a menudo utilizado para los acontecimientos populares de Hizbollah, se reunieron aproximadamente 150.000 personas y no cabía ni un alma en el perímetro del campo principal; una fuente de Hizbollah informó que era la mayor reunión jamás vista en ese campo. Varios miles de asistentes más desbordaban las aceras donde se habían colocado inmensas pantallas de televisión y los vendedores ofrecían trigo tostado, judías cocidas balila, kaak asrounye (una especie de bocadillos), y delicias diversas, como patatas fritas, algodón dulce y refrescos. Al desplazarme en moto por la zona en esa piadosamente fresca tarde de otoño, uno podía ver miles de personas más congregadas en las varias docenas de cafés al aire libre y ante los escaparates de los almacenes, donde familias y amigos se reunían para observar las pantallas de televisión colocadas por sus dueños al aire libre. Algunos de los adultos fumaban arguila, pipas de agua, y los niños jugaban, felices de que les permitieran quedarse hasta tarde mientras los adolescentes parecían satisfechos por el día sin colegio y una tarde sin deberes.
Las banderas libanesa e iraní ondeaban por todas partes; Hizbollah no quiso desplegar sus banderas en consonancia con el mensaje de que se trataba de una visita oficial de estado. El Presidente Ahmadineyad de Irán era el invitado del Presidente Michel Suleiman del Líbano en nombre de todos los libaneses, incluida la mayoría de libaneses que viven en la Diáspora. Fue la guardia presidencial la encargada de garantizar la seguridad al presidente iraní y no las fuerzas de Hizbollah, excepto sus hábiles tiradores, que echaban fugaces vistazos sobre la concurrencia desde las ventanas. Reaparecían velozmente también si veían que estallaba alguna disputa o discusión entre las atestadas multitudes. En esos pocos casos, un representante de Hizbollah se disculpaba por las condiciones de hacinamiento y pedía paciencia y comprensión durante el acontecimiento.
En una parada cerca de la línea azul en el sur del Líbano, sonrió ampliamente, le hizo un guiño al contingente de la prensa y a los emocionados aldeanos que le rodeaban y, mirando fijamente hacia la ocupada Palestina, como si posara para un anuncio publicitario de Marlboro Country, el carismático presidente iraní conmovió los corazones de muchos cuando habló suavemente, casi susurrando mientras miraba hacia algunos pueblos, y con ojos brillantes, como si alguien estuviera escuchándole a hurtadillas, dijo: «¿Verdad que es una vista maravillosa?», mientras señalaba discretamente. «Me gustaría estar allí, ¿a Vds. no?»
Casi todo el mundo se rió de la broma.
Una joven que llevaba un chador negro que la cubría por entero (la mujer que lo lleva recibe el nombre de «chadori» en la cultura de la resistencia libanesa y persa), escoltada por algunos compañeros de colegio que se habían ofrecido para hacer labores de azafata, junto con intérpretes de inglés, árabe y farsi, lanzaban al llegar los invitados estadounidenses gritos entusiastas: «¡Bienvenidos a la nueva frontera con Palestina de la República Islámica de Irán!»
Casi todo el mundo se rió de la broma.
Después, exudando confianza en sí misma y hablando un inglés con acento estadounidense mientras obviamente se divertía, la estudiante señaló hacia una aparentemente horrorizada señora sin sentido del humor que llevaba un traje marrón y zapatos de tacón, de quien más tarde un tipo de la seguridad dijo que sospechaba pertenecía a la plantilla de la Embajada de EEUU: «Es sólo una broma», le aseguró a la mujer mientras ofrecía la mano en señal de amistad a la acobardada huésped que miraba con inquietud la mano de la azafata como si sostuviera en ella una rata muerta que pudiera morder la suya. «¿Por qué sois tan serios los estadounidenses?», sonrió al preguntar la locuaz anfitriona. «¿No cree que Irán y EEUU están destinados a ser buenos amigos después de que nuestros países hayan puesto fin a este problema?», y hacía gestos con su cabeza hacia el sur, hacia Tel Aviv.
«Por favor, dígame qué piensan los estadounidenses. Leí en un informe hace unos días cuando me preparaba para mi trabajo de hoy, aunque yo no diría que esto es trabajo, es algo realmente agradable, que el noventa por cien de los estadounidenses han manifestado en una encuesta reciente que no eran partidarios de atacar a Irán a menos que Irán atacara primero a Israel. Esas son muy buenas noticias porque estoy segura que Irán, al contrario de Israel, no será nunca el primero en empezar una guerra. Irán se defenderá, naturalmente, y eso podría significar la III Guerra Mundial, Irán no se implicará en una guerra a menos que le ataquen a él mismo, a Siria o al Líbano. Nosotros, en la Alianza de la Resistencia, somos «uno para todos y todos para uno», aunque realmente queremos ser amigos del pueblo estadounidense». Y le ofreció a la mujer un pequeño envoltorio de celofán, atado con una cinta de colores que contenía pistachos iraníes y dulces junto a una pequeña bandera iraní. «No, gracias», contestó la estadounidense marchándose.
La Embajada estadounidense advirtió a sus nacionales que evitaran la «provocativa y potencialmente peligrosa visita de Ahmadineyad porque el gobierno del Líbano no podía proteger a los ciudadanos estadounidenses». Jeffrey Feltman, el vicesecretario de estado para asuntos de Oriente Próximo, se quejó al diario pan-árabe Al Hayat el 13 de octubre pasado: «¿Por qué el presidente iraní organiza actividades que pueden desatar la tensión? Nosotros damos pasos para rebajar la tensión mientras Ahmadineyad hace todo lo contrario».
Sin embargo, una multitud de yanquis estuvieron presentes en todas las apariciones de Ahmadineyad.
Durante su visita a Qana, la delegación parlamentaria de Hizbollah, que tiene numerosos amigos estadounidenses aquí, debió avisar al Presidente iraní de que había estadounidenses sentados cerca de ellos. La razón de ese presentimiento es que él no pudo estar más amable, mirándoles con frecuencia y tocándose la frente como saludo y agradecimiento de que estuvieran allí. Aseguró a los invitados estadounidenses que finalmente Irán y EEUU llegaría a ser buenos amigos y quizá aliados.
Poco antes de que el convoy con 35 coches del Presidente iraní trasladando a su delegación y varias autoridades libanesas llegara a Qana, su cuarta mayor reunión, un MRPV de la Fuerza Aérea israelí estuvo dando vueltas perezosa y provocativamente sobre el lugar donde se produjo la masacre de Qana en 1996. Algunos de entre la multitud de 15.000 personas allí reunido señalaban al cielo, mientras algunos niños chillaban «¡Israel!». Desde su propia experiencia, habitantes de Qana como Alí, que había crecido en ese pueblo, explicó que algunas lugareños podían darle a los extranjeros detalles muy precisos acerca de las capacidades y detalles técnicos de los MRPV. La provocación israelí terminó, según una fuente de la seguridad de Hizbollah, cuando los controladores de los MRPV se dieron cuenta que la Resistencia había lanzado un misil guiado por láser hacia el intruso no invitado. La misma fuente divulgó que Hizbollah no trataba de echarlo abajo sino sólo controlar la amenaza. Esto se debió a que la Resistencia no quería estropear la gira del Presidente iraní. Además, explicó, la Resistencia del Líbano quería mantener una «ambigüedad estratégica y táctica» en relación con su arsenal de armas antiaéreas hasta que llegara el momento de la posible guerra.
El pueblo, el ejército y la resistencia del Líbano ignoraron las provocaciones de este enemigo del sur del país, incluidas las amenazas de asesinato como las lanzadas por el miembro de la Knesset negador de la Nakba Aryeh Eldad, más fanfarrón aún que Shimon Peres, Ehud Barak y el Primer Ministro Netanyahu; el refuerzo de las fuerzas israelíes a lo largo de la línea azul; los esfuerzos para desarbolar las comunicaciones de Hizbollah; las amenazas vía SMS por teléfonos móviles pirateados; todo un coro de funcionarios estadounidenses haciendo críticas infantiles sobre la visita, y portavoces israelíes como Mark Regev y extremistas políticos en el Congreso lanzando amenazas.
El viernes, los aviones de combate israelíes llevaron a cabo simulacros de bombardeos intensivos sobre el sur del Líbano como si estuvieran enviando el mensaje: «¡Él se ha ido, pero nosotros seguimos aquí!». La National News Agency, de propiedad estatal, dijo que los aviones israelíes estaban realizando simulacros de ataques aéreos a media altura sobre Nabatiyeh, Iqlim al-Tuffah, Marjayoun, Yiam y Arqub.
Otro intento de burla con firma israelí durante la visita del Presidente iraní fue el lanzamiento de cientos de globos blancos y azules que cogieron la corriente norte del aire hasta Bint Jbeil cuando Ahmadineyad aparecía. Algunos llevan insultos escritos en ellos por niños con rotuladores mágicos y otros iban, al parecer, manchados de heces humanas, siendo esto último un insulto que el ejército israelí viene utilizando con frecuencia durante los últimos 45 años de incursiones en el Líbano y Palestina cuando ocupa hogares palestinos y libaneses, algunos soldados israelíes crean lo que ellos llaman «arte caca» sobre paredes, colchones y otras superficies.
Muchos libaneses, de todas las 17 sectas no chiíes, a pesar de la campaña de difamación casi sin precedentes por parte de EEUU e Israel contra su persona y su país, piensan que el Presidente iraní había sido infravalorado por Washington y Tel Aviv, y cada vez más se le percibe en el Líbano del mismo modo que en su propio país.
Miembros de su entorno le describen como un hombre sencillo, devotamente religioso y sin complicaciones que personifica las aspiraciones universales de justicia, resistencia frente a la ocupación y los privilegios, y que está comprometido con la liberación de Palestina. Según algunos de sus ayudantes que trabajan con él a diario, así como algunos duros y experimentados periodistas iraníes, algunos críticos hacia su Presidente, es muy respetado y querido por las personas mayores de Irán por el trabajo que lleva haciendo desde hace años a favor suyo. Su otra base principal de apoyo político viene de familias trabajadoras por su defensa y financiación de programas de comidas nutritivas, incluidas las restricciones sobre los alimentos basura que suelen ofrecerse en las escuelas. Según UNICEF, ese programa está entre los más progresistas programas de nutrición infantil en cualquier parte.
Los periodistas iraníes explicaron durante las profundas sesiones preparatorias que gran parte de lo que se cuenta de él en Occidente no es verdad. Citaron la declaración hecha el 25 de mayo de 2010, en la que se aseguraba que el Presidente Admadineyad había dicho que había que barrer a Israel del mapa, así como su supuesta afirmación negando el Holocausto, cuando en realidad simplemente manifestó que había que estudiar mejor algunos aspectos del mismo, como los proyectos de desinformación sobre la Nakba, que el lobby judío negaba, y que los conformistas medios estadounidenses y occidentales desvirtuaron, como hizo lamentablemente Reuters esta misma semana en Beirut. El examen de la trascripción del discurso de Ahmadineyad en la Conferencia de Teherán de 2005 revela que sus palabras exactas fueron: «Ese régimen que ocupa Jerusalén debe desvanecerse de la página del tiempo». Una opinión muy extendida por todo el mundo, ya que la serie de crímenes sionistas erosionan cada vez más los apoyos a la idea de una teocracia fascista judía violentamente implantada en el Medio Oriente. No utilizó nunca la palabra «mapa». Como ha documentado el escritor Narras Norouzi, la palabra persa para mapa, «nagsheh», no aparece en parte alguna en su cita original en farsi ni siquiera en todo su discurso. Ni tampoco se dijo nunca la frase occidental de «barrer». Pero se nos ha hecho creer que el Presidente de Irán amenazó con «barrer a Israel del mapa», a pesar de no haber utilizado nunca las palabras «mapa», «barrer» ni siquiera «Israel». Lo que el Presidente de Irán parece que pidió fue un cambio de régimen, un concepto popular en Washington DC durante las últimas dos décadas.
Esto recuerda otra distorsión del llamamiento de Ahmadineyad a una investigación internacional imparcial sobre los acontecimientos del 11/S y la reacción del Presidente Obama y sus comentarios de que el análisis de los iraníes fue «hiriente». Cada vez más ciudadanos estadounidenses están pidiendo lo mismo que Ahmadineyad, que se conteste a decenas de preguntas fundamentales que no fueron adecuadamente consideradas en la precipitada investigación estadounidense. En cuanto a la Liga Anti-Difamación (ADL, por sus siglas en inglés) y las acusaciones del lobby israelí de que Irán y su Presidente son anti-semitas, un sociólogo iraní judío señaló durante su visita a la Universidad Libanesa que los 25.000 judíos que viven en Irán han tenido siempre una vida mucho mejor, sin discriminaciones, que muchos judíos sefarditas, y que todos los árabes que viven en Israel.
Los analistas estarán durante meses escribiendo sobre la histórica visita de Mahmud Ahmadineyad y lo que ha significado para ambos países, para la cuestión de Palestina, para los alineamientos estratégicos en la región y sus consecuencias para China, Rusia y la comunidad internacional en sentido amplio.
Ahmadineyad abandonó Beirut al filo de la medianoche tras un encuentro en la Embajada iraní con Hassan Nassrallah, durante el cual el Secretario General de Hizbollah le dio al Presidente Iraní un rifle que le habían quitado a un soldado israelí durante la guerra de julio de 2006.
La visita de Ahmadineyad ha conseguido mucho más que una consagración simbólica de una nueva realidad local y regional que engloba una tercera vía, diferente de la vía estadounidense-israelí-saudí o siria. Algunos piensan aquí que estamos presenciando una nueva era de creciente y firme Resistencia ante la brutal ocupación y limpieza étnica israelí de Palestina, así como contra la ocupación y explotación estadounidense de los recursos naturales árabes. Algunos analistas están hablando de un Eje de la Resistencia como poder regional emergente integrado por seis miembros, con Irán y Turquía al frente más Iraq, Afganistán, Siria y el Líbano.
Lo que parece totalmente evidente es que el Presidente de Irán y la nutrida delegación de hombres de negocios que integraba su séquito han abierto una nueva era de relaciones bilaterales entre los dos países. Sus positivas conexiones personales y políticas con prácticamente todos los dirigentes del Líbano, le granjearon los elogios de los políticos cristianos de la derecha, incluido Samir Geagea, lo que probablemente llevará a grandes proyectos económicos conjuntos, a que Irán facilite armamento para las Fuerzas Armadas Libanesas y a una cooperación político-estratégica a partir de ahora.
Franklin Lamb es Doctor en Derecho y Ciencias Económicas. Es Director de Americans Concerned for Middle East Peace, Washington DC-Beirut, miembro de la Junta de la Fundación de Sabra y Shatila y de la Campaña por los Derechos Civiles Palestinos en el Líbano.
Fuente:
http://www.opednews.com/articles/On-the-Road-with-Ahmadinej-by-Franklinl-Lamb-101016-23.html