Cuando el PCE convocó su I Conferencia Republicana, que se celebra hoy, algunos amigos bienintencionados nos preguntaron por qué, «con la que está cayendo», nos metíamos a discutir sobre la República, cuando deberíamos hablar solamente de la crisis y cómo salir de ella. Nuestra contestación fue que, precisamente «con la que está cayendo», ahora que […]
Cuando el PCE convocó su I Conferencia Republicana, que se celebra hoy, algunos amigos bienintencionados nos preguntaron por qué, «con la que está cayendo», nos metíamos a discutir sobre la República, cuando deberíamos hablar solamente de la crisis y cómo salir de ella. Nuestra contestación fue que, precisamente «con la que está cayendo», ahora que sufrimos una profunda crisis económica, financiera, energética, medioambiental, de valores, de civilización, es cuando tenemos que plantear una acción global, y por ello nos proponemos hablar de la opción republicana como una fórmula que permitiría resolver mejor los problemas que tenemos que afrontar en la España actual.
Para ayudar a la salida conservadora de la crisis, en la que coinciden el Gobierno y la derecha política y económica, se recortan libertades y derechos democráticos con el fin de que sean unas oscuras leyes del mercado las que nos gobiernen, y para facilitar esta tarea se ha blindado un modelo de Estado monárquico y bipartidista. No es casual que el propio monarca se haya implicado personalmente en forzar el consenso en torno a la salida conservadora de la crisis.
El PCE considera que existe una censura por parte de los grandes poderes sobre el debate monarquía-República. Cuando desde el partido nos marcamos el objetivo de la III República, lo hacemos con la voluntad de avanzar hacia una alternativa global al actual sistema que nos ha llevado a la mayor crisis de la historia reciente de España. En función de este objetivo, hacemos una serie de precisiones:
En primer lugar, queremos subrayar que la Primera y la Segunda República son para nosotros referencias históricas indispensables para marcar el hilo conductor del pensamiento republicano, como lo es también recoger y actualizar aquellas propuestas que sirvan para este siglo XXI. Pero, sobre todo, queremos afirmar que la mayor parte de nuestro esfuerzo debe dedicarse al hoy y al mañana. La Segunda República supuso un grito de libertad y la consecución de un anhelo de justicia que trataba de romper con siglos de sumisión y oscurantismo. Fue conquistada por el pueblo de forma pacífica tras las victorias de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales, y el 14 de abril de 1931 una marea humana llenó las calles y plazas de los pueblos y ciudades de España, generando ilusión y esperanza.
En segundo lugar, la República no es simplemente una forma de Estado que se caracteriza esencialmente por hacer electiva la jefatura del Estado en vez de que esta sea hereditaria; es mucho más que eso, aunque esa condición de elegibilidad sea imprescindible. La República es una concepción de Estado caracterizada por unos determinados principios, valores, contenidos, funcionamiento institucional y vinculación a la realidad social de la cual emana como representación libremente consentida. En consecuencia, la República no es otra cosa que el marco económico, social, político, cultural e institucional del que los ciudadanos y ciudadanas se dotan libremente y por el que se consienten para afrontar los problemas y sus soluciones. Para ello planteamos unos ejes que conforman nuestra propuesta republicana:
Asegurar que todos los recursos del Estado se pongan al servicio del interés general, que la economía esté al servicio de la persona en lugar de poner a la persona al servicio de la economía, y, sobre todo, que permita una justa distribución de la riqueza.
Defensa de los derechos humanos, entendidos en su sentido más amplio, denunciando que la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha sido mutilada, deformada, en beneficio del desarrollo del capitalismo. Consideramos que los derechos humanos, o se cumplen en su totalidad, o son una trampa para imponer el dominio de una minoría sobre los intereses de la mayoría.
Democracia radical que haga al ser humano ciudadano en su sentido más amplio en lugar de consumidor, a que lo condena el actual modelo de democracia de baja intensidad, y que permita la participación de las trabajadoras y trabajadores en la planificación de la economía.
Un Estado laico, en el que el papel de cualquier Iglesia o creencia se circunscriba claramente al ámbito privado.
La paz: un objetivo, un camino, una cultura, un aprendizaje, un derecho y un deber.
El protagonismo de la educación, la investigación y las virtudes cívicas que deben conformar los derechos y deberes ciudadanos, así como el funcionamiento de las administraciones públicas: austeridad, rigor y primacía de lo público.
Un Estado federal en una Europa federal.
El proyecto republicano no debe ser encasillado en función de la terminología referida a espacios en el espectro político. Pretendemos darle a nuestra propuesta una entidad que la haga accesible y llamativa, ligándola a lo concreto, a los problemas reales de la mayoría de población, porque la propuesta de República consiste en la reforma económica, social, política e ideológica y en la introducción de nuevos valores en la situación real. En este contexto, el PCE se manifiesta a favor de la unidad de un movimiento republicano que cada día cobra más fuerza entre los ciudadanos, especialmente entre la juventud, y quiere contribuir a la movilización ciudadana para que esta sea una alternativa democrática a la realidad existente, una alternativa que debe ser conformada, desarrollada y apoyada por el mayor respaldo ciudadano. La República no viene; se trae construyéndola. Esta es la tarea a la que quiere convocar el PCE desde su Conferencia Republicana.
Fuente: http://blogs.publico.es/dominiopublico/2733/la-alternativa-republicana/