El 15 de Noviembre de 1988 el Consejo Nacional Palestino (CNP) reunido en Argelia proclamaba la Independencia del Estado palestino reconocido de jure por 130 países y de facto por la mayoría de los estados que conforman la Unión Europea. De hecho, sólo una intensa campaña diplomática del gobierno de Estados Unidos impidió que los […]
El 15 de Noviembre de 1988 el Consejo Nacional Palestino (CNP) reunido en Argelia proclamaba la Independencia del Estado palestino reconocido de jure por 130 países y de facto por la mayoría de los estados que conforman la Unión Europea. De hecho, sólo una intensa campaña diplomática del gobierno de Estados Unidos impidió que los Estados Europeos acordaran a Palestina un reconocimiento total. Asimismo el Estado palestino es miembro de la Liga de Estados Árabes y de la Conferencia Islámica. Por otra parte, cuando el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya -Alto Tribunal de Justicia de las Naciones Unidas- inició los procedimientos para condenar la construcción del muro del apartheid en la Palestina ocupada no dudo en invitar a los representantes de la Autonomía a sus deliberaciones lo que significa que también el Tribunal Internacional de la Haya así como la Organización de las Naciones Unidas que en su día le concedió el status de observador, reconocía su existencia. En pocas palabras podría decirse que actualmente Palestina disfruta de todos los derechos acordados a un Estado Miembro de las Naciones Unidas a excepción del derecho a votar del que no disfruta debido exclusivamente al veto de los EEUU en el Consejo de Seguridad, veto claramente ilegal.
Desde la perspectiva de un orden mundial, la Declaración de Independencia Palestina de 1988 fue una oportunidad única de conseguir la paz con Israel puesto que dicha Declaración suponía, en primer lugar, el reconocimiento explicito por parte del CNP de la Resolución 181 en donde se acordaba, por parte de las Naciones Unidas, la partición de Palestina en dos Estados, Israel y Palestina, en toda la región ocupada por el antiguo Mandato Británico de Palestina; se aceptaba asimismo la imposición de un estatus internacional sobre la ciudad de Jerusalén con el fin de facilitar el resto de los acuerdos.
Pero no nos engañemos, que los palestinos aceptasen esta partición no significaba que fuesen a olvidar la injusta, criminal decisión impuesta en su día por una ONU -una organización recién creada y sin ninguna experiencia previa en la resolución de conflictos- que les obligaba a aceptar una división de sus tierras que violaba el derecho a la libre autodeterminación de los pueblos tal y como se ve reconocido por el Derecho Internacional pero representaba, eso sí, un sincero deseo de resolver el conflicto en base a la solución de los dos estados. Han pasado veintidós años desde que los palestinos aceptaron la resolución 181 y seguimos igual. Israel nunca ha demostrado el mínimo interés o buena fe a la hora negociar la paz con los palestinos todavía menos si de lo que se trata es de encontrar una solución al conflicto con la solución de los dos Estados. Ni siquiera los Acuerdos de Oslo de 1993 fueron otra cosa que un divertimento para Israel donde lo único que pretendía era ganar tiempo con la creación de un batustan palestino provisional por cinco años, solución que, ni que decir tiene, fue rechazada de plano por la Delegación Palestina. Precisamente la misma solución que tanto Israel como EEUU pretenden conseguir ahora de forma que aquel batustan provisional vea prolongada su existencia pasando a ser permanente, obligando así al pueblo palestino a renunciar definitivamente a todos sus derechos, entre ellos, el derecho al retorno de los refugiados tal y como fue estipulado en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 194.
Podría decirse que, desde la Conferencia de Basilea de 1897, los sionistas no se han desviado una iota de sus primeros objetivos, a saber, la creación del Gran Israel en la región comprendida en el antiguo Mandato Británico proyecto que incluye una limpieza étnica de la población palestina tan radical y completa como sean capaces de conseguir. Después de veintidós años sin que hayamos visto otras iniciativas que el estrangulamiento y destrucción de Gaza y la construcción de un muro infame que condena al apartheid a los habitantes de la antigua Cisjordania, va siendo hora de que los palestinos cambien de estrategia por lo que respetuosamente me atrevería a sugerirles la siguiente idea: ¡No firmen nada! ¡Dejen que Israel se derrumbe por sí solo! No se trata de ninguna ocurrencia personal, de hecho la idea proviene de un reciente informe elaborado por la CIA profetizando el colapso de Israel en el plazo de unos veinte años. Con el debido respeto mi obligación es insistir, aconsejarles que no firmen nada, cualquier acuerdo en las circunstancias actuales equivaldría no a la paz sino a la consolidación definitiva de la entidad sionista en Palestina por los siglos de los siglos. Sin su colaboración necesaria, el sionismo e Israel tal y como hoy la conocemos tendrían sus días contados.
Entretanto, es necesario que los palestinos mantengan la presión sobre Israel, el sionismo y los sionistas porque suyo es el derecho reconocido por la legislación internacional a resistir de forma no violenta ante una ocupación militar ilegal, colonial y genocida que se prolonga desde 1948. A este respecto debemos añadir que no es acertado el paralelismo que los medios suelen establecer entre el perfil del Estado de Israel y el de la Sudáfrica pre-Mandela pues más bien recuerda al de la Yugoslavia genocida, un país que acabó colapsando debido a sus propias contradicciones internas, dejó de ser reconocido como miembro de las Naciones Unidas y desapareció como tal Estado, entre otras cosas, por su radical conculcación de los derechos humanos. Un factor importante que no deberíamos olvidar es, por otra parte, el hecho de que las fuerzas demográficas están a favor de los palestinos y en contra de los sionistas. Cierto también que EEUU empieza a estar un poco harto de girar cheques en blanco a un Israel ensoberbecido, no sólo porque le sale muy caro sino porque, al mismo tiempo, interfiere con su imperial objetivo de conseguir petróleo en otros Estados árabes y musulmanes. Por otra parte, la Campaña Internacional de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) contra el estado de Israel no sólo ha levantado el vuelo en los cielos de toda Europa y EEUU sino que está obteniendo buenos resultados. Las atrocidades cometidas por Israel (Yenín, Gaza, Líbano) han terminado por arruinar su imagen revelando al mundo el verdadero rostro del sionismo.
Resumiendo, podríamos decir que estas fuerzas políticas, económicas, militares, diplomáticas, sociológicas, psicológicas y demográficas han empezado a actuar en favor de los palestinos y en contra de Israel. Costará todavía algunos años pero al final conseguirán imponerse. Es por eso que los palestinos no deberían firmar ahora ningún acuerdo, sino seguir esperando. Después de todo, ¿qué son veinte años después de los 68 que llevan resistiendo sin haber conseguido absolutamente nada?
Francis Boyle es profesor de Derecho Internacional en Champaign, Universidad de Illinois. Autor, entre otros títulos de El Futuro del Derecho Internacional y la Política Exterior Norteamericana; Los Palestinos y el Derecho Internacional; Destruyendo el Orden Mundial, Guerra Biolóogica & Terrorismo. Honoris Causa en Derecho por la Universidad de Harvard, es también Doctor en Ciencias Políticas por la misma Universidad.
Traducido por Pilar Salamanca
Fuente: http://dissidentvoice.org/2010/10/the-impending-collapse-of-israel-in-palestine/
rCR