El refrán criollo «en la cancha se ven los pingos» ha desplegado su contundente pedagogía en las escaramuzas legales y policiales acontecidas con la flotilla de barcos solidarios con la Franja de Gaza, territorio palestino bloqueado por el gobierno israelí desde hace cinco años, como forma de castigo colectivo por haber votado mal, es decir […]
El refrán criollo «en la cancha se ven los pingos» ha desplegado su contundente pedagogía en las escaramuzas legales y policiales acontecidas con la flotilla de barcos solidarios con la Franja de Gaza, territorio palestino bloqueado por el gobierno israelí desde hace cinco años, como forma de castigo colectivo por haber votado mal, es decir por usar la democracia con resultados que no han complacido a los demócratas.**
Como expresión cabal del poder oculto o subterráneo de que goza Israel, entidad que más apropiadamente mencionamos desde hace un tiempo como eje EE.UU.-Israel, ha sido la UE la que le ha sacado las castañas del fuego, cumpliendo el papel de amanuense de sus disposiciones policiales y aduaneras, bloqueando la salida de los barcos de la flotilla que proyectaban llegar a las costas de la Franja con algunos materiales de primera necesidad que faltan en el campo de concentración instaurado por los sionistas en tierras que se han negado al proceso de aceptación de la condición colonial.
Con lo cual deberíamos extender el nombre que habíamos sugerido para hablar de las realidades políticas vigentes: y hablar entonces del eje Israel-EE.UU.-UE.
En rigor, la UE hace rato que ha dado «ingreso» político, ya que no geográfico, a Israel en sus fronteras. Por ejemplo, en el intercambio comercial, en el deporte, etcétera.
Claro que no hay lo que se llama una buena reciprocidad.
Porque Israel, por ejemplo, pertenece al selecto club Echelon, fundado en 1947, entonces entre naciones anglófonas exclusivamente (y no todas, por cierto, sino sólo las «calificadas»: Reino Unido, Canadá, EE.UU., Australia, Nueva Zelandia. Nigeria y la India, por ejemplo, tienen el inglés como idioma oficial y lingua franca pero no acreditan para semejante pertenencia).
En 2004, Israel ha sido invitado a ser el sexto asociado de tan conspicua como llamativa asociación para el control comunicacional planetario. La bendita red Echelon ha despertado reiteradas protestas de franceses y alemanes, porque empresarios de tal origen han visto menoscabados sus derechos o arruinados sus negocios o negociados, gracias a las detecciones de Echelon que benefician, «lógicamente» a sus mandantes…
Israel ha logrado, está logrando ahora, hacer que naufrague en el puerto casi toda la flotilla que tal vez cometió el error de usar un único lugar de avituallamiento en Grecia, un país hoy afectadísimo de dependencia europea.
Un barco de la flotilla solidaria, el Al Karama (Dignidad), logró hacerse a la mar porque no estaba con el resto de la flotilla…
De todos modos las fuerzas títeres, o mejor dicho telecomandadas griegas, han completado la labor, cerrando el paso al único barco de la flotilla que había logrado eludir el bloqueo europeo partiendo de otro puerto: al parecer, no sabemos si ya en «alta mar» o todavía en el mar territorial griego, sus autoridades marítimas los forzaron hacia el puerto de Sitia, en Creta.
Vale la pena conocer algunos fundamentos del proceder griego: sus autoridades han declarado que visto el anuncio israelí de parar por cualquier medio la flotilla que intente acercarse a territorio palestino, ellos proceden a bloquear la salida de los barcos para «proteger» a los embarcados…
Protegerlos negándole a Israel el derecho a actuar como dueño de vidas y haciendas ajenas, ni se les pasa por el magín. Obviamente: es la geopolítica del poder, estúpido.
Nos parece que dos líneas del periódico a dos aguas Haaretz de Tel Aviv (que es oficialista israelí pero muy crítico con los excesos del fundamentalismo sionista) resumen el estado de situación: «Los informes de los obstáculos burocráticos y técnicos han dado a los organizadores de la flotilla la oportunidad de estar en el foco mediático, con el resultado de una conciencia creciente sobre la política de Israel contra la Franja de Gaza» (8/7/2011).
Y eso, pese a la expansión de la piratería israelí y ahora europea, violando la libertad de desplazamiento de barcos privados y pacíficos, no deja de ser una derrota de los privilegiados del planeta. Porque los privilegiados, como los vampiros, no necesitan la luz, sino, por el contrario, la oscuridad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR