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Hablan de competitividad cuando quieren decir explotación

Fuentes: Nuevo Claridad

Los gobiernos de los 17 países que integran la zona «euro» se han comprometido a tomar todas las medidas necesarias para garantizar la «competitividad» de sus economías, el llamado «Pacto del Euro»1. El Presidente del Gobierno es partidario de «alinear» los salarios con la productividad2 -asumiendo las tesis de la cancillera alemana Ángela Merkel-, crear […]

Los gobiernos de los 17 países que integran la zona «euro» se han comprometido a tomar todas las medidas necesarias para garantizar la «competitividad» de sus economías, el llamado «Pacto del Euro»1. El Presidente del Gobierno es partidario de «alinear» los salarios con la productividad2 -asumiendo las tesis de la cancillera alemana Ángela Merkel-, crear una comisión que vele por la competitividad de la economía española, y modificar la negociación colectiva para hacerla más «flexible»3. ¿Qué consecuencias traerá esto para los trabajadores? ¿De qué hablan cuándo se refieren a la «competitividad» o a la «productividad»?

Durante el auge económico, las rentas empresariales fueron las más beneficiadas, mientras los sueldos perdían peso frente a ellas. El salario medio bruto anual cayó en términos reales. En 1995 éste era de 16.763 euros y en 2008 de 21.883. Dado que los precios aumentaron en ese periodo un 50,2%, para haber mantenido el poder adquisitivo global de los trabajadores éste debería haber ascendido a 25.228, lo que hubiera implicado 80.000 millones de euros más de la Renta Nacional que deberían haber ido a las rentas del trabajo4. O, dicho de otra manera, el salario medio de 2008 es un 13,25% más bajo que el de 1996.

Desde finales de 1995 a finales de 2007, el número de asalariados aumenta en casi 7,5 millones, ¡casi un 80% más!5 Pero la inmensa mayoría de estos nuevos trabajadores han tenido salarios más bajos. El retroceso del salario medio, unido al retroceso del gasto social -que ha crecido mucho más lentamente de lo que lo hacía la economía y las necesidades- han hecho crecer las desigualdades sociales de forma exponencial.

La política de «moderación salarial» fundada en subir los salarios en función de la previsión de inflación del Gobierno, durante la época de auge, ha sido perjudicial para los intereses de los trabajadores.

Si la inflación real superaba la oficial, se activaban las cláusulas de revisión para los que las tenían. Pero, incluso en ese caso, se trataba de «mantener» el poder adquisitivo e implicaba renunciar a variar a favor de los trabajadores el reparto de la renta, precisamente en el momento más favorable para hacerlo6.

Además, los aumentos en productividad siempre se han repartido de forma más favorable para los empresarios, con el acuerdo sindical, a fin de permitirles unas mayores ganancias para que las reinvirtiesen -ya hemos visto en qué lo hacían, con el auge del ladrillo y la expansión internacional del capitalismo español-7.

Para otros muchos trabajadores, como es el caso de los asalariados públicos, la pérdida de poder adquisitivo estos años ha sido muy importante. Algunos estudios hablan de una pérdida del 40% en 25 años.

Sin embargo, con la caída de la economía, las cláusulas sí podrían tener utilidad para frenar la caída de los salarios -así sucedió al principio- y, justamente por eso, la patronal quiere eliminarlas y lo está imponiendo en muchas empresas. Pero si durante el auge, los salarios eran los menos beneficiados, con la crisis, son los más perjudicados.

La «productividad» ¿es la solución?

¿Qué supondrá vincular los sueldos a la productividad? Lo primero que debemos aclarar es a qué se refieren. Para las empresas, en última instancia, es lo que produce un trabajador en una cantidad determinada de tiempo, sin preocuparse del cómo. Desde que empezó la crisis, la productividad «aparente» de la economía española no ha dejado de crecer.

La razón es que los despidos han aumentado en una proporción mayor que la caída de la producción, con lo que la productividad ha crecido un 7,2%8 .Van a subir los sueldos en esa magnitud? Deberían, pues los trabajadores producen más por el mismo salario de antes, o menor. Pero no tienen ninguna intención de hacerlo. En realidad, no debería hablarse de un aumento de «productividad» si no de una mayor explotación de los trabajadores.

Además, el aumento de los ritmos de trabajo, va acompañado de medidas que limitan las posibilidades de baja médica de los trabajadores en aras a combatir un supuesto exceso de «absentismo», lo que acarreará muy malas consecuencias para su salud. En las factorías de FIAT en Italia9 queda prohibida la posibilidad de darse de baja médica los viernes o los lunes, salvo que se trate de una hospitalización. La contrarreforma laboral española, aprobada el año pasado, ya incluye la limitación del tiempo de baja, y ya existen casos de despidos aplicando esas nuevas normas10.

La única vía para aumentar la productividad «real», sin hacerlo a costa de los trabajadores, es el empleo de mejores medios técnicos, así como de una mejor formación y organización del trabajo, de forma que, con el mismo esfuerzo y en la misma cantidad de tiempo, sea posible producir más bienes. Para que eso pase debe hacerse una inversión en desarrollo técnico. Las direcciones de UGT y CCOO reclama un aumento general de la productividad que permita a las empresas se más competitivas y, a la vez, que pueda mejorar la situación de los trabajadores.

Pero aunque se aumente la productividad real con inversión tecnológica, eso no implicará la creación de más empleo neto sino, muy posiblemente, todo lo contrario, una contracción de la cantidad de mano de obra contratada. En realidad, cualquier aumento de la productividad -sea real o aparente- tenderá a suponer el empleo de menos mano de obra.

El modelo alemán

Durante el periodo de 1998 a 2007, la economía alemana vio crecer la productividad por ocupado un 12%, mientras los costes laborales lo hacían en un 6,2%11. Eso hizo que los márgenes de beneficio de las empresas crecieran, siendo una etapa extraordinariamente rentable para la burguesía germana. Sin embargo, la creación de empleo fue mucho más escasa, cayendo el número de ocupados hasta 2005. El desempleo nunca bajó de los 3 millones hasta 2007, y llegó a estar en 4,6 millones en 2005.

Incluso ahora, que la economía alemana está creciendo con relativa fuerza, el paro sigue afectando a 2,8 millones de personas12. En otras palabras, el desempleo también es un fenómeno crónico en una de las economías más productivas del planeta.

Tomando el referente alemán, la conclusión es que un aumento de la productividad en el Estado español, con cifras de crecimiento bajas, aumentará el paro. Incluso si la economía se recupera con fuerza y crece por encima del 3% -algo que no prevé nadie en varios años-, no servirá para erradicar el desempleo, que seguirá siendo enorme.

Pero a la burguesía española, lo que más le preocupa no es el «modelo productivo» sino las ganancias que obtiene. El auge económico en el Estado español fue tan o más rentable que el alemán. Ambas burguesías obtuvieron grandes ganancias y en los dos países crecieron las desigualdades sociales.

Y, ahora, los trabajadores alemanes, como los del resto de Europa, están sufriendo los mismos ataques, las mismas políticas que implican una reducción de sus salarios y sus derechos sociales.

Por tanto, es un esfuerzo estéril para los trabajadores buscar una salida por la vía de un aumento de la productividad, y aún menos, justificar más sacrificios de los trabajadores en aras aumentar la «competitividad».

La productividad en los servicios públicos

Si entramos en el terreno de los servicios públicos, la cuestión de la «productividad» y de la «competitividad» se vuelve más compleja. No se pueden emplear los mismos criterios para producir tornillos que para educar personas o cuidar de su salud, pero eso es lo que se pretende hacer en el sector público. Los médicos de atención primaria llevan anos denunciando la falta de medios, la masificación y el deterioro de la calidad de la atención que conlleva. Incluso se han instituido primas para aquellos médicos que den menos bajas, con el consecuente riesgo de que pudieran negarse a quienes las necesiten13.

Los bomberos de la Comunidad de Madrid se movilizan desde hace años exigiendo más medios. En la ciudad de Madrid son 1.250 de plantilla, cuando el alcalde Gallardón se comprometió a que llegarían a los 1.855 y, si se aplicaran los criterios de ciudades como Berlín, deberían contar con 3.200. Así mismo, denuncian que las dotaciones están deteriorándose. No se construye un parque de bomberos desde hace 15 anos, a pesar de la creación de nuevos barrios, y un buen número de los vehículos que utilizan tienen más de 20 años14. Sin duda, para los cánones económicos habituales, la «productividad» de los bomberos habrá crecido mucho, pero a costa de poner en peligro a bomberos y vecinos en caso de un incendio grave.

Todas estas medidas se suelen plantear en aras a la «eficiencia» de los servicios públicos. Sin embargo, sus efectos son perversos. La Comunidad de Madrid, que está deteriorando cada vez más los medios de la Sanidad Pública, pagará a las empresas concesionarias de los nuevos hospitales más de 3.000 millones de euros cuando éstas han desembolsado 640 para construirlos y dotarlos15.

En realidad, se trata de buscar generar nuevas esferas de negocio en servicios que son absolutamente necesarios para la sociedad: sanidad, educación, suministro de agua potable, etcétera.

El negocio está en que si no hay oferta pública de calidad, las empresas privadas venderán el servicio al precio más alto posible, empleando la mano de obra más barata. Por tanto, no estamos hablando de qué es mejor para la sociedad, sino de que es más rentable para las grandes empresas privadas que dominan la economía moderna.

La cuestión es la rentabilidad

Efectivamente, cuando se habla de «competitividad», en lo que se está pensando es básicamente en la rentabilidad de las inversiones. Así funciona el capitalismo, si invertir en el Estado español es más rentable que en Alemania, el capital afluirá hacia nuestro país, y viceversa. En última instancia, dado un desarrollo tecnológico similar, el factor decisivo para la ganancia es la tasa de explotación de los trabajadores. La burguesía española quiere asegurar la rentabilidad de sus inversiones a base de incrementar la plusvalía que extrae a los trabajadores e intentar atraer nuevas inversiones con ello. En otras palabras, cuando hablan de «competitividad», de lo que hablan es fundamentalmente de una mayor explotación de los asalariados.

Un ejemplo clarísimo lo tenemos en la NISSAN de Barcelona, donde los trabajadores se ha visto obligados a aceptar un nuevo convenio, bajo el chantaje del cierre, que supondrá cobrar menos, trabajar más horas, a un ritmo más intenso, con mayor flexibilidad para la empresa a la hora de organizar la jornada laboral y, también, para contratar a trabajadores temporales16. Ya lo avisó Díaz Ferrán, antes de que lo «jubilaran» de la cúpula de la CEOE, cuando dijo que habría que

trabajar más y cobrar menos.

El problema para los trabajadores es que en un mundo con una economía globalizada y con un desempleo mundial crónico, por tanto con un «exceso» de oferta constante, el precio de la mano de obra, como el de cualquier otra mercancía, tiende a caer e igualarse por abajo. Y todas las propuestas que ponen sobre la mesa van dirigidas a propiciar una caída, aún mayor, del «valor de la fuerza de trabajo». Es decir, a promover un empobrecimiento general de la clase trabajadora y a una mayor explotación de la misma.

Lo único que puede variar esa dinámica es una recuperación de la organización y movilización de los trabajadores pero, para ello, también es necesario también cambiar la política actual de las direcciones sindicales. No se pueden firmar pactos como el Acuerdo Social y Económico y presentarlo como algo positivo para los trabajadores, cuando certifica el recorte de las pensiones. Hay que tomar conciencia de que nada vamos a lograr en una mesa de negociación si antes no lo ganamos mediante

la lucha. Sólo cabe prepararse para un pelea larga, pero no la podemos ganar empresa a empresa, pues ahí, los empresarios son más fuertes. Por eso quieren que los acuerdos de empresa primen sobre los de ámbito superior. Hay que coordinar y unificar la movilización.

Las direcciones sindicales deben trabajar para reconstruir la unidad entre los distintos sectores de trabajadores y de todas las zonas para luchar, no sólo del Estado español, sino también a escala europea.

La lucha es europea, para empezar

El «Pacto del Euro» evidencia como las grandes empresas, y sus representantes políticos -es el papel que juegan los Gobiernos-, actúan a nivel global, pero los trabajadores y sus organizaciones no lo hacen realmente. Hay que aprender de ellos y proponer una actuación coordinada de los trabajadores y sus organizaciones a escala europea. Los trabajadores de la Unión deben tener una plataforma reivindicativa común que los una para elevar sus condiciones de vida, en lugar de entrar en el juego de la competencia entre ellos que, al final, empobrece a todos. Los asalariados alemanes, rumanos o ingleses, tienen mucho más en común con los trabajadores del Estado español, que los Emilio Botín, Francisco González y demás grandes empresarios.

Hay que proponer un Salario Mínimo Europeo digno, una reducción general de la jornada laboral en toda la Unión que contribuya a repartir el empleo y reducir el paro, la anticipación de la edad de jubilación a los 60 años y la unificación al alza las prestaciones sociales en todos los terrenos: sanidad, educación, dependencia, etcétera. Finalmente, hay que plantear el desarrollo a gran escala del sector público en todos los ámbitos, también en la producción económica. Dado que la economía capitalista es incapaz de garantizar un empleo digno para todos, debe ser el sector público, mediante su planificación democrática, la vía para poner fin al paro.

No es un problema de falta de recursos. Desde 1995 hasta 2009, además de producir con su esfuerzo la riqueza necesaria para pagar sus propios salarios, los trabajadores han generado 4,7 billones de euros (782 billones de las antiguas pesetas). Esa cantidad es el producto de sumar el «excedente bruto de explotación» que señala el Instituto Nacional de Estadística. Si lo corrigiésemos del efecto de la inflación, entorno a un 50% durante estos años, estaríamos hablando de una cifra por encima de los 6 billones de euros. Si descontamos la inversión realizada -buena parte de ella en el ladrillo y la obra faraónica de todo tipo…-, y que supone un 65% del total, podemos ver que una minoría inmensamente rica se ha llevado la porción mas sustanciosa de una tarta de 2,5 milllones de euros. Por tanto, el problema de la sociedad española no está en la falta de recursos si no en quién los controla. Hay medios más que suficientes para garantizar una vida digna y una transformación radical de la economía en beneficio de todos, pero para ello es imprescindible la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, empezando por la banca, y la puesta en marcha de una planificación democrática de la economía.

Es hora de decir basta. Hay que preparar una huelga general europea frente a la política recogida en el «Pacto del Euro». En cada pailas hay que exigir a las direcciones sindicales respectivas que tomen todas las medidas necesarias para organizar la lucha a nivel continental. Hay que crear una verdadera unión sindical europea, entorno a un programa común y democrática, que responda fielmente a los intereses de los trabajadores. Ese es el único camino que le queda a los asalariados para defender sus derechos.

Fuentes

1. www.elpais.com/articulo/economia/Pacto/Euro/sale/adelante/recortes/sociales/salariales/elpepieco/20110312elpepieco_2/Tes

2. www.publico.es/espana/365562/zapatero-defiendeante-el-eurogrupo-alinear-salarios-y-productividad

3. www.rtve.es/noticias/20110325/zapatero-presentaue-docena-medidas-economicas-sin-nuevosrecortes/419566.shtml

4. Datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). www.ine.es

5. Ibídem

6. «Pese a la extensión de las cláusulas en los últimos años, los efectos conjuntos a escala agregada del porcentaje que aún no posee cláusula, y de la existencia de cláusulas cuyos efectos no son plenos, provocan que la recuperación de la desviación de la inflación en el periodo 2002-2010 haya sido del 29% del total». Del documento del Gabinete Técnico Confederal de UGT «El modelo salarial y el pacto de competitividad», de febrero de 2011. Se puede obtener el documento en su página web (www.ugt.es)

7. «Al margen de la importancia de la indexación de los salarios a los precios, los Acuerdos han promulgado siempre un modelo salarial en el que ambas partes aceptan un reparto de los aumentos de la productividad. A lo largo del periodo 1996-2009, el crecimiento medio de ambas rentas se ha situado en el 0,1% a favor del excedente empresarial». Del mismo documento de UGT citado anteriormente. CCOO obreras expresa la misma idea: «Desde la firma del Acuerdo para la Negociación Colectiva de 2002 los salarios pactados ganan o, al menos mantienen, su poder adquisitivo… Gracias a las cláusulas de revisión salarial o salvaguarda -que se activan o no a final de año dependiendo de la evolución de los precios- los salarios negociados en convenio crecen inicialmente por debajo de la productividad nominal generada a lo largo del año, abriendo márgenes para que los empresarios empleen este ‘crédito que les conceden los trabajadores’ en la mejora de la competitividad de las empresas» (Situación de la economía española/Presupuestos de 2010 , estudio del Gabinete Económico Confederal de CCOO).

8. «Si tomamos el periodo anterior a la crisis, 1998- 2007, el aumento de la productividad por ocupado en España fue nulo, pero los costes laborales reales por asalariado cayeron un 5,1%. En este mismo periodo, la productividad en Alemania aumentó un 12% y los costes laborales, un 6,2%. La moderación salarial real y la consecuente ganancia que en ambos países obtuvieron los márgenes empresariales fueron, pues, prácticamente las mismas. La cosa cambia en los tres últimos años de crisis. En España la productividad ha aumentado un 7,2% y los costes, un 5,1%, por lo que los márgenes han seguido mejorando. En Alemania los costes han aumentado menos, un 1,2%, pero la productividad ha caído un 2,3%, deteriorándose los márgenes. Por tanto, si descontamos la inflación, la moderación salarial española es bastante superior a la alemana». Artículo sobre la coyuntura económica de Ángel Laborda en el País:

www.elpais.com/articulo/economia/global/Salarios/precios/productividad/competitividad/elpepueconeg/20110320elpnegeco_5/Tes

9. Para ver lo sucedido en FIAT :

www.nuevatribuna.es/articulo/mundo/2011-01-18/referendumemblematica-fiat-italiana-aprueba-recortederechos/2011030922424801374.html

10. Ver artículo sobre Telefónica en la página 44.

11. Artículo sobre la coyuntura económica de Ángel Laborda en el País:

www.elpais.com/articulo/economia/global/Salarios/precios/productividad/competitividad/elpepueconeg/20110320elpnegeco_5/Tes

12. Eurostat, http://epp.eurostat.ec.europa.eu/portal/page/portal/eurostat/home/

13. Ver la web de la Plataforma 10 minutos, http://perso.gratisweb.com/p10minutosmadrid/

14. www.bomberosmadrid.wordpress.com/

15. www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/2011-03-01/politica-sanitariaaguirre-mas-cara-peor-calidadasistencial/2011030115561200368.html

16. Para conocer las consecuencias del acuerdo, ver las explicaciones del blog de CCOO de NISSA N:

www.ccoonissan.blogspot.com/2011/02/asi-nosafectaran-las-medidas-pactadas.html

www.ccoonissan.blogspot.com/2011/02/asi-nosafectaran-las-medidas-pactadas_10.html

www.ccoonissan.blogspot.com/2011/02/asi-nosafectaran-las-medidas-pactadas_15.html

Fuente original: http://nuevoclaridad.es/revista/index.php/sindical/361-hablan-de-competitividad-cuando-quieren-decir-explotacion-