-¿Es cierto que el cubano es un régimen represivo y dictatorial? ¿Qué tipo de cubanos lo viven así? -¿Es verdad, como airean los Medios de Comunicación, que en Cuba hay presos políticos? ¿Por qué lo niega Amnistía Internacional? –¿Existen en Cuba pobres, mendigos y parados, como ocurre en Occidente? -¿Qué relevancia se ha dado en […]
-¿Es cierto que el cubano es un régimen represivo y dictatorial? ¿Qué tipo de cubanos lo viven así?
-¿Es verdad, como airean los Medios de Comunicación, que en Cuba hay presos políticos? ¿Por qué lo niega Amnistía Internacional?
–¿Existen en Cuba pobres, mendigos y parados, como ocurre en Occidente?
-¿Qué relevancia se ha dado en la prensa española a la decisión de la Asamblea General de la ONU de Octubre pasado, de condenar el bloqueo estadounidense, una vez más, con el apoyo de la práctica totalidad de los países miembros?
Estos y otros muchos interrogantes sobrevuelan a menudo sobre nuestras conciencias -otra mucha gente ni se lo plantea y solo hablan por boca de ganso- cuando leemos y escuchamos los ataques informativos contra el proceso seguido por la revolución cubana que, como toda obra humana, tiene sus luces y sus sombras y como si solo existiera lo segundo, se tiene que debatir en medio de incertidumbres y falta de recursos.
Pero no son sólo los Medios. En los últimos meses hemos asistido en Madrid a una campaña anticubana preocupante para todos los que miramos con simpatía la tenaz resistencia del pueblo cubano. Cual nuevo Miami en las entrañas europeas, en Madrid se han asentado legalmente cubanos que pertenecen a organizaciones de marcado perfil terrorista, como es el caso del grupo Alpha 66; en Madrid se han escenificado actos públicos típicamente contrarrevolucionarios (Parque de Berlín, Octubre-Novbre 2011) con el apoyo financiero y político del gobierno de la Comunidad y con la presencia activa de la misma Esperanza Aguirre ; desde Madrid, se han alimentado campañas mediáticas, sostenidas con dinero público, dirigidas a socavar y calumniar el devenir de la Revolución cubana, acusándolo sin datos mínimamente rigurosos de violación de derechos humanos, de represión política sistemática y de aplicación de torturas.
Esa línea de discurso ha llegado a ser la ‘verdad indudable’ en la conciencia de muchos españoles y europeos para quienes la palabra Cuba viene a ser similar a represión y pobreza, sin cuestionarse las informaciones facilitadas por las multinacionales de la comunicación.
Ante ello procede plantearse, una vez más y con perspectiva crítica, en qué medida llegamos a conocer la realidad cubana. ¿Cómo entender, por ejemplo, desde nuestra situación de crisis estructural, que un régimen -tan despótico como nos pintan- consiga sistemas de sanidad y educación enteramente gratuitos para todos o que la mortalidad infantil no pase del 5 por mil (en EE. UU. es del 7 por mil) alcanzando en muchas regiones -como la provincia de Caimera donde se encuentra Guantánamo, el ‘Gulag’ de la tortura moderna- que esa mortalidad infantil sea literalmente de 0 (cero)?
De estos contrastes no nos informan los Medios. Porque lo que está en juego es la validez de un modelo, el capitalista ultraliberal, que combate todo lo que no puede usar en su beneficio, frente a otro que pretende alcanzar el Socialismo por una u otra vía.
En ese camino se encuentran otros pueblos de América Latina (Bolivia, Venezuela, Ecuador…). Ninguno de ellos es la panacea, y también ellos mantienen contradicciones, principalmente en el terreno político. Pero a nadie se le oculta que en términos de justicia y equidad social, es decir, de liberación de la miseria y la explotación o, lo que es igual, de posibilidades de vida y de futuro para todas las capas de la población, son un referente para los pueblos de Occidente y, en especial, para todos los que nos sentimos atraídos por la fuerza de las utopías, históricas o transhistóricas.
En la Iglesia de base no somos insensibles a estos procesos de liberación popular. En un mundo globalizado por el capitalismo neoliberal nos sentimos espoleados por una espiritualidad de la solidaridad que nos impulsa a globalizar la justicia y el amor con las víctimas del actual ‘des-orden’ planetario. Ese espíritu de solidaridad nace de la experiencia de un Dios que, en Jesús, se hace solidario con los pobres y excluidos y la hacemos visible en miles de causas con los empobrecidos y marginados de la tierra. Una de esas causas es la solidaridad con el proceso de liberación que, desde hace ya mas de 50 años, está transitando el pueblo cubano, un ejemplo de tenacidad y fe en el futuro que merece nuestro reconocimiento y solidaridad.
Esta semana iré a Madrid a escuchar a las organizaciones que más trabajan en la solidaridad con el pueblo cubano, en particular, a la Coordinadora Estatal de Solidaridad con Cuba, promotora de la campaña «Cuba no está sola». Yo no tengo dudas para apoyar esta campaña, aunque iré a solidarizarme con ellas; pero si tú las tienes y eres de mente abierta, te invito al acto que tendrá lugar este viernes, 10 de Febrero, a las 7.30 de la tarde, en la sede del MAS, Gral. Ramírez de Madrid, 29. ¡Que no te cuenten más cuentos! Piensa por ti mism@ y obra en consecuencia.