Hace algunos días la Asamblea General de Naciones Unidas, votó, por 21 año consecutivo, una resolución de condena al bloqueo norteamericano contra Cuba. En esta ocasión fueron 188 -de un total de 194- los países que convinieron en repudiar esta abominable práctica imperialista impuesta como castigo a un pueblo valeroso que busca afirmar su porvenir […]
Hace algunos días la Asamblea General de Naciones Unidas, votó, por 21 año consecutivo, una resolución de condena al bloqueo norteamericano contra Cuba. En esta ocasión fueron 188 -de un total de 194- los países que convinieron en repudiar esta abominable práctica imperialista impuesta como castigo a un pueblo valeroso que busca afirmar su porvenir forjando su propio destino.
Estados Unidos e Israel -además de Palau– votaron en contra de la decisión, impidiendo con ese gesto que la medida fuera aprobada por unanimidad, como lo hubiese indicado en cualquier circunstancia el más elemental sentido común. Otras dos expresiones geográficos -sería mucho llamarlos «países»- se abstuvieron en el cómputo general: Micronesia e Islas Marshall, de modo tal que el cuadro completo dio una visión clara de lo que piensa el mundo en esta materia. Todos loa países de América Latina respaldaron esta vez a Cuba en su voluntad de resistir la embestida del Imperio. Y lo mismo ocurrió con Europa entera, incluidos gobiernos francamente conservadores, como el de España y otros surgidos en Europa del este. Y es que más allá de cualquier consideración de coyuntura, en torno al tema hay ya un peso acumulado.
Jamás en lo que se conoce de historia humana se ha dado el caso de un país que bloquee a otro durante cincuenta años impidiéndole recibir alimentos, medicinas, inversiones, y otros. ¡Ni el Imperio Romano lo hizo contra Cartago! Nunca, en efecto, a lo largo de los siglos, se ha registrado tamaño despropósito, ni experiencia similar en el planeta. Tal vez eso explique el que hoy todos sumen su voz, preguntándose el por qué de esa barbarie y exigiendo que, finalmente, ella acabe de una vez, y para siempre.
El Presidente Barack Obama obtuvo recientemente una categórica victoria electoral en su país. En el mundo, los sectores conservadores y reaccionarios que añoran a las viejas y agresivas administraciones republicanas; pretendieron hacer creer al mundo que el mandatario USA estaba severamente «cuestionado» por desarrollar una política distinta a la del señor Bush en -por ejemplo- materia migratoria, o de salud.
Optaron por hacer especulaciones en torno a supuestas dificultades electorales de Obama, hablando y escribiendo en torno a la «fuerza» que había alcanzado la candidatura contestataria del señor Romney. De alguna manera, jugaron a la misma carta que les fracasó antes en Venezuela, cuando «alzaron» artificialmente la propuesta electoral del señor Capriles -el ocasional rival de Hugo Chávez- y al que le dieron posibilidades electorales que nunca tuvo. Nuevamente se desbarrancaron las encuestadoras que pregonaban un supuesto «empate técnico» entre las figuras en pugna el pasado martes 6 de noviembre en los Estados Unidos. Y es que Obama ganó en toda la línea y de manera holgada. Hoy se sabe, en efecto, que obtuvo una diferencia de 4 millones de votos por encima del Republicano, que alcanzó 332 adhesiones en el Colegio Electoral cuando requería solo 270 para ser ungido para un nuevo periodo; que ganó en los 8 estados considerados «decisivos» en la contienda, y que derrotó a su contrincante incluso en Massachusetts, donde Romney había sido gobernador, del mismo modo como Chávez venció a Capriles hasta en el Estado de Miranda en la Venezuela Bolivariana.
Ahora el Presidente Obama, sin verse sometido a la presión reaccionaria ni al chantaje obsesivo de sus adversarios, podría dar pasos adelante en una política exterior más acorde con lo que el mundo espera. Para este efecto, la votación del martes 13 en Naciones Unidas, constituye una advertencia. Si el mundo no resiste más la política yanqui contra Cuba, y la rechaza abiertamente; Obama no podrá esperar que el mundo cambie. Tendrá él, que cambiar su conducta en la materia y acabar de una vez el bloqueo que ha causado ingentes daños materiales y humanos a Cuba y al mundo.
Pero el bloqueo a Cuba es parte de un escenario. El otro, está signado por el caso de los 5 valerosos antiterroristas cubanos que fueron condenados en el año 2002 en una farsa de juicio celebrada en Miami y que han cumplido ya más de 14 años tras las rejas en distintos penales de los Estados Unidos. Se trata de Fernando González, Antonio Guerrero, Gerardo Hernández, Ramón Labañino y René González, este último «liberado» de la cárcel de Marianna en octubre pasado, y confinado ilegalmente en el Estado de La Florida, a merced de los grupos terroristas que operan en esa región bajo el amparo de las autoridades norteamericanas y sus servicios secretos.
Se ha dicho, y se ha probado de muy diversas maneras, que «los 5» -como los conoce el mundo- nunca fueron ni espías, ni terroristas, como se esmera en repetir bellacamente la prensa conservadora en el Perú y en otros países; que, por el contrario, actuaron activamente para impedir la consumación de actos terroristas, y salvaron la vida de millares de personas, incluidos mandatarios que iban a ser asesinados en un atentado preparado por Posada Carriles y que debía ocurrir en Panamá hace algunos años.
Luis Posada Carriles -el mismo que consumó el crimen de Barbados derribando a un avión de Cubana en pleno vuelo, en 1976- goza, como se sabe no sólo de absoluta impunidad en territorio yanqui, sino también de la protección y el amparo de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, a la que sirvió, y aun sirve, con ahínco. Pero quienes lo combatieron impidiéndola consumar otros atentados iguales o peores, están presos y sufren los efectos de sentencias inicuos incompatibles con la naturaleza humana: dos cadenas perpetuas más 15 años de cárcel, constituye no una condena sino una lápida puesta sobre un ser humano que está vivo y que aporta al mundo no sólo su capacidad creadora, sino también entereza y valor.
En la nueva coyuntura, y cuando ha de iniciar su nueva etapa de gobierno, el Presidente Obama tiene la posibilidad de enmendar lo que la «justicia» yanqui creó en el pasado: este engendro diabólico que suma el odio con la venganza. Esta es hoy una demanda que plantea el mundo. En todas partes surgen voces reclamando lo mismo. Recientemente 8 Premios Nobel elevaron ese mismo pedido al Despacho de la Casa Blanca. Y es que, en efecto. Intelectuales, escritores, poetas, pintores, directores cinematográficos, actores; pero también personas comunes y corrientes -«ciudadanos de a pie» como se les conoce- hacen lo propio. Y es que se trata de una exigencia más que política, sencillamente humana. En el Perú se ha librado una dura batalla en torno a este tema. Y se continúa en ella con fuerza y empeño. La Causa de los 5 ha flameado en nuestro país en lo más alto cruce de la cordillera andina -en el puesto de Ticlio- a 4,982 metros sobre el nivel del mar. También en las ruina históricas de Sacsahuamán y Machupicchu, en las aguas del litoral y en las grandes avenidas. Pero ha ocurrido también en Washington, en París, Berlín, Moscu, Roma, Londres, Ginebra o muchas otras ciudades del planeta. Nadie ha sido excluido en esta batalla que hoy ha tomado se ha tornado en una acción de millones, digna de la mejor historia.
En los próximos días -el miércoles 27 de noviembre, más precisamente- se iniciaran los trabajos del VIII Coloquio Internacional por los 5 en la oriental ciudad cubana de Holguín. Más de 300 delegados de los más diversos países alzarán una vez más esta demanda que bien puede ser la palabra mayor en nuestro tiempo: ¡Es la hora de los 5! (*) Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera / http://nuestrabandera.lamula.
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