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Sobre la intervención de David Fernández (CUP-AE) en el Parlament de Catalunya

Fuentes: Rebelión

Es muy pero que muy difícil estar de acuerdo con alguna de las consideraciones, creencias, tomas de posición o reflexiones de Duran i Lleida, uno de los políticos institucionales más conservadores y antiobreros del arco parlamentario español y catalán (por decirlo mal y rápido. Mal: engloba en «español» nacionalidades y naciones que, partiendo de la […]


Es muy pero que muy difícil estar de acuerdo con alguna de las consideraciones, creencias, tomas de posición o reflexiones de Duran i Lleida, uno de los políticos institucionales más conservadores y antiobreros del arco parlamentario español y catalán (por decirlo mal y rápido. Mal: engloba en «español» nacionalidades y naciones que, partiendo de la misma lógica, al igual que la catalana, no deberían ser incluidas en la expresión). Empero, por una vez y sin que sirva de precedente, sí que es posible coincidir con lo señalado por el pro-nuclear diputado unionista-convergente al afirmar que la intervención de David Fernández (CUP-AE), en la investidura de don Artur, el soberbio y fracasado Moisés, fue un excelente e inusual discurso, «un discursazo» exclamó don Josep Antoni, de los que no suelen oírse.

Es imposible no emocionarse, no aplaudir, no estar de acuerdo, cuando uno escucha o lee palabras llenas de coraje, veracidad y dignidad como las siguientes: «Yo soy insumiso. Me negué a hacer el servicio militar obligatorio porque no tenía ni tenemos ganas de aprender a matar ni a morir. Lo hicimos 40 mil personas, y era ilegal y era un acto de desobediencia al estado de derecho, que finalmente ensanchó el derecho a no aprender a morir y a matar y el fin de una leva militar obligatoria […] la historia de la humanidad ha avanzado única y exclusivamente a través de la desobediencia civil. Y así seguiremos y así seguirá este país» (Es marginal ahora estar totalmente de acuerdo con el «única» y el «exclusivamente»)

Empero, tomando pie en la (mejorable) traducción castellana de su intervención [1], cabe hacer algunos comentarios, apuntar algunos matices, desde la fraternidad política y desde unas coordenadas político-culturales que tienen muchos puntos en común con lo que DF y sus compañeras y compañeros defienden.

Sobre el titular de su intervención: «Todo el pueblo andamos juntos en el proyecto que es de la CUP, que es de ruptura democrática, de transformación social y de rescate de la democracia». Aquí «pueblo «remite, muy probablemente, a pueblo catalán. Pero no cabe duda que el referente permite su ampliación a «pueblos de Sepharad». No es fácil ver contraposiciones irresolubles entre la lucha del pueblo catalán y la del pueblo madrileño, extremeño o andaluz. ¿No aspiran todos ellos, no aspiramos todas y todos, a la ruptura democrática en serio, a la transformación social con orientación y finalidades socialistas y a la conquista de una democracia real que no sea un timo ni un mito ni un concepto demediado hasta la simple y pura asignificatividad?

Entrando en materia. Tras una oportuna reflexión sobre las desigualdades y el hambre en el mundo, DF señala: «Vamos al foco, y vamos a nuestra tierra, en nombre de la Candidatura de Unidad Popular-Alternativa de Izquierdas, que son los Países Catalanes..». ¿Por qué nuestra tierra, por qué la tierra de la CUP, son únicamente los «Países Catalanes», noción política por lo demás nada fácil de delimitar territorialmente? ¿Por una historia común? ¿Por proyectos políticos muy similares? ¿Por la existencia de una misma lengua? No parece que la historia de estos «Países catalanes» esté muy alejada de la historia de otros territorios de Sefarad. No parece que los proyectos entre estos países estén más cercanos que proyectos de otros pueblos o países próximos. No parece que lenguas que se usan normalmente en los «países catalanes» estén ausentes en el resto del territorio. Por lo demás, la misma construcción, «Países catalanes», el mismo proyecto, ¿no exigiría un cierto acuerdo o apoyo de la ciudadanía implicada? ¿O se trata más bien del proyecto político-territorial que una vanguardia quiere construir, quiere sugerir, basándose en una determinada lectura de una historia que ofrece multitud de interpretaciones consistentes que ponen el acento en puntos de unión y no de diferenciación?

DF recordó a continuación el tema de los desahucios. «… es verdad que este Parlamento, según el parecer de la CUP, no ha estado a la altura de las circunstancias de la gente que dice representar». No estaba cuando empezaron los desahucios hace cinco años «y ha tenido que ser la fuerza de la gente la que pare los desahucios». ¿Qué gentes, qué ciudadanos han parado esos desahucios? Según todos los indicios e informaciones gentes desfavorecidas, en su mayor parte alejadas de proyectos independentistas, que han construido plataformas de unión y hermanamiento con otros colectivos de Sefarad, sin limitaciones territoriales nacionales ni problemas de entendimiento. El género humano rebelde sigue siendo la Internacional.

El mundo, señaló con razón DF, «está hoy gobernado por ladrones y piratas. Obviamente, se llamen Lehman Brothers, se llamen Golman Sachs, se llame Troika Comunitaria, se llame Dragui o se llame Banco Central Europeo». De acuerdo, de acuerdo, ¡cómo no estarlo!. A lo que podría añadirse como aclaración: se llamen Botín, Isidre Fainé, Salvador Alemany (el asesor económico de don Mas) o Millet, el de las 400 familias y el expolio del Palau. Es cierto también que «el Conseller de Economía de la Generalitat de Cataluña de la X legislatura estaba escogido antes de las elecciones […] porque lo habían escogido los mercados financieros y porque es la troika comunitaria y los hombres de negro que pronto se cargarán los despachos del Departamento de Economía», sin que ello quite ni un quark de responsabilidad al president que estampó su firma para su nombramiento, el mismo president que, según parece (no hay confirmación en el momento que escribo), ha vuelto a confirmarlo a pesar de su decidida apuesta por el desmantelamiento programado y paulatino de todo lo público. Por la senda de Rigau, Boi Ruiz y de tantos otros. De Guindos entre ellos.

DF recuerda la sentencia contra el Estatut renovado: «vale más la opinión de diez jueces que la opinión de todo un pueblo y que la voluntad mayoritaria de este pueblo, en la votación de un estatuto que, como es sabido, nosotros votamos en contra porque nosotros somos nítidamente independentistas y abogamos por el ejercicio del derecho a la autodeterminación». Sin embargo, no recuerda tal vez que la opinión global de todo ese pueblo no fue sólo de apoyo a la reforma del estatut sino de abstención también, de cansancio, de distanciamiento de un gobierno que se decía de izquierdas y que insistía mil y doscientas veces más en temas identitarios olvidándose de problemas obreros esenciales, llegando incluso a despedir con honores de Estado a un individuo de la talla franquista, desalmada y corrupta de Juan Antonio (o Joan Antoni tanto da) Samaranch. ¡Había traído los Juegos a la ciudad! ¡Todo estaba perdonado!

DF señala que «si estamos donde estamos, si el acuerdo para la consulta del 2014 remarca que ahora estamos ante una oportunidad para el pueblo de Cataluña», la CUP-AE invierte los términos: «es el pueblo de Cataluña quien le ha dado la oportunidad a esta casa de avanzar hacia la máxima libertad política. Venimos de un ciclo soberanista persistente, que empezó con movilizaciones por las infraestructuras, que siguió con una consulta donde nos enviaron a la Falange, donde nos enviaron a la abogacía del Estado y a la justicia en Arenys de Munt, no querían una y les ofrecimos 555 desde una expresión pacífica, democrática, masiva y determinada». ¿Quiénes enviaron a la abogacía de Estado? ¿La consellera de Justicia del gobierno convergente catalán estaba implicada? ¿Las infraestructuras catalanas no son, esencialmente, un negocio de La Caixa, de Caixabank, la empresa de la que es ejecutiva doña Cristina de Borbón y don Salvador Alemany, el asesor por excelencia de don Mas? ¿La Falange es un asunto estrictamente «español»? ¿No hay, no ha habido falangistas catalanes? ¿Expresión popular masiva? ¿Qué porcentaje de la ciudadanía participó en las consultas soberanistas? ¿Nos olvidamos de los interesados y calculados apoyos convergentes (Pujol, Mas, por ejemplo)?

En el ámbito socioeconómico, señala DF, «no hay que decir que llevamos tres huelgas generales en los últimos dieciocho meses, y en el ámbito democrático, como mínimo desde nuestra lectura, el estallido de la indignación en plazas, calles y redes fueron sin duda aire fresco que dijo que la democracia estaba en quiebra, que la democracia había entrado en una crisis profunda y que era una desfiguración de sí misma». ¿No había que hacer referencia aquí al 15M, al movimiento cívico-rebelde que ha sido caracterizado como «españolista» en ambientes nacionalistas catalanes? ¿No había que hacer referencia también al dignísimo papel de algunos, de muchos sindicatos obreros que jamás se han rendido y que han llegado a protagonizar duras batallas como la huelga de hambre de los trabajadores de Telefónica?

Entrando en la materia sobre la que se debate hoy, continua DV, «el debate de investidura, nosotros no utilizamos un lenguaje equívoco, pensamos que la sinceridad y la honestidad política son imprescindibles, por lo tanto hablamos de autodeterminación para avanzar hacia la independencia». Podía y debía haberse añadido: reconociendo, por justicia y verdad, que cuando muchos «nacionalistas» no hablaban del tema ni de muchos otros asuntos y estaban ubicándose en la línea de mando y oportunidades neoliberales, la tradición marxista-comunista no independentista, catalana y no catalana, abonó la lucha por el ejercicio de ese derecho. Miles de documentos lo corroboran, miles de acciones llevaron ese ideario a la práctica.

Nosotros, los catalanes señala DF, «somos los valencianos norteños, somos los isleños de poniente, seguimos pensando en los Países Catalanes porque tenemos un músculo que se llama memoria, y nosotros no tenemos memoria de pez, sino que tenemos memoria de elefante», y en este país, prosigue el diputado de las CUP haciendo referencia tal vez a España, ha habido un intento «de desculturización y de despolitización, pero no negaremos que la lengua de Joan Fuster, que la lengua de Maria Mercè Marçal, que los poemas de Biel Mayor son los que nos agrupan todavía hoy en día como realidad social y cultural, que querríamos también política y que hoy reconocemos que se tiene que hacer desde el confederalismo y que hoy es Cataluña la que lleva el ritmo hacia la plena libertad política».

La lengua catalana, una de las lenguas de Maria Mercè Marçal, ¿es el único medio de hermanamiento social y cultural en los «Países catalanes»? ¿No hay otras lenguas que incluso son, en muchos territorios de esos Países, tan o más incluso más habladas que la catalana? ¿El castellano no es también medio de hermanamiento social y cultural en estas tierras? La lengua (o una de las lenguas habría que decir más bien) de Manuel Sacristán, Gil de Biedma, Paco Fernández Buey, Joaquín Miras, José A. Goytisolo, ¿no agrupa, no ha agrupado al pueblo de los PC (Países Catalanes por supuesto)? De hecho, el propio DF señala: «hoy todavía no podemos anular la sentencia de Companys, hoy todavía no podemos anular la sentencia de muerte a un poeta como Miguel Hernández, lo mejor del país (¡bravo!) continúa estando hoy en las cunetas», el autor de Vientos del pueblo sería, debería ser también parte de estos Países Catalanes que la CUP propone y que sepamos el grueso de su obra está escrita en la misma lengua en la que escribieron García Lorca, Luis Cernuda o Carlos Barral.

DF usa luego una familiaridad difícilmente comprensible: «[…] después se reduzca; también lamento que los 4.000 millones de euros, señor Quico Homs, se anunciaran después de las elecciones y no el viernes antes…». ¿Quico por Francesc? ¿Hablando del señor Homs? ¿Al portavoz-vendo-humo del gobierno neoliberal hay que llamarle «Quico», como a Quico Pi de la Serra? No me lo puedo creer. Debe ser un problema de traducción.

Este pueblo, prosigue momentos después DF, refiriéndose lógicamente a todo el pueblo catalán sin exclusiones, «ha sobrevivido a décadas de guerra, de exilio, de campos de trabajo franquista, de campos de concentración nazis, pero ha sobrevivido gracias a la cultura». ¿Sólo a la cultura? ¿Y no jugó ningún papel el trabajo de los catalanes, de algunos catalanes, y de muchos trabajadores que llegaron de otros rincones de la piel de toro? Cuando no teníamos estado, señala también DF (¿Quiénes no tenían estado? ¿Los catalanes? ¿El senyor Porcioles, el senyor Samaanch, el senyor López Rodó no eran estado, no tenían su estado?) «también hacíamos enciclopedias y también hacíamos cultura y también dábamos clases de catalán a escondidas». Enciclopedias hubo muchas. Y hubieron clases de catalán y castellano, de cultura política básica y de muchas otras materias impartidas por catalanes de origen, de adopción o por personas, por compañeros que se sintieron muchas cosas al mismo tiempo. DF, «un catalán que viene de Zamora, mis abuelos eran labradores, campesinos, labriegos de la tierra», alguien que afirma que aquí, creo entender en Catalunya, «hay unos cuantos que son labradores del miedo y que no nos harán creer que la España más metafalangista es el futuro de este pueblo», debería saberlo, debe saberlo mejor que muchos. Por lo demás, la España neofranquista y neoliberal no es ni puede ser el futuro para ninguno de los pueblos que la constituyen. ¿Por qué iba a saberlo? ¿Qué pueblos rebeldes abonan ese horizonte?

Irónicamente, DF señala que «durante veinte años de guerra mediática, política y judicial contra nuestra lengua, contra el catalán de todos, contra la inmersión lingüística, han conseguido, después de veinte años de tener todos los recursos, que doce familias de cincuenta mil no quieran estudiar en catalán. Los felicito de todo corazón y les recuerdo que la misma ofensiva….». El paso parece abonar la política lingüística de la inmersión que yo no pongo en cuestión desde luego. Insisto: no pongo en cuestión, no me pronuncio. Eso sí, si criticarla es un disparate, si abonar otras políticas es una traición o síntoma de españolismo, el señor Mas y amplios sectores de la burguesía catalana que han llevado a sus hijos a «Aula» durante varias décadas o han estudiado ellos mismos en esa institución elitista de éxitos indudables, han recorrido ese camino de traición y abandono porque en Aula no se practica la inmersión, quiera o no quiera la familia que lleva sus hijos a la citada escuela. Los hijos del señor Mas, por ejemplo, no la siguieron. ¿Es traidora la familia Mas por ello? ¿Entonces…?

DF acaba de forma sorprendente. Hemos -¿quiénes han sobrevivido?- «sobrevivido a Espartero, hemos sobrevivido a Franco… Señor Rivera, la dictadura franquista era un estado de derecho […], el estado de excepción del nacionalsocialismo era un estado de derecho, y nosotros no queremos que en Cataluña vuelvan los nacionalistas; simplemente queremos que Cataluña sea de los catalanes». ¿El franquismo es un estado de Derecho? ¿Qué tipo de derecho? ¿Sólo los españolistas son nacionalistas? ¿No estaban los nacionalistas gobernando Catalunya hasta hace muy pocos meses? ¿No continuarán gobernando? Por lo demás, esa forma de concebir España asociada a Esartero, franquismo y Aznar deja algunos nombres en el tintero. Estos, por ejemplo: Ibárruri, Cernuda, García Lorca, Antonio Machado, Julián Grimau, José Arnal Cerezuelo. ¿Ellos son también franquismo, españolismo y reacción?

Nuestros adversarios hoy, sostiene DF, «son el Estado español», incluida por tanto la Generalitat, y «los mercados financieros». ¿Incluimos también al empresariado y a las finanzas catalanas? Por supuesto, como no podía ser de otro manera.

DF añade un paso magnífico, inconsistente desde mi punto de vista con otras afirmaciones de su discurso: «Y acabo diciendo que seguramente, desde un punto de vista colectivo, la lección del 25-N a la cual se han referido también otras representantes, es Sepharad y es Espriu. Nunca un pueblo se tiene que poner detrás de una persona, sino que de aquí, o salimos entre todos o no salimos». ¡Es Sepharad y es el Espriu de la pell de brau, la de las hablas diversas! ¿No es posible entenderse con ese pueblo, con esos pueblos?

Para hacer la tesis, la antítesis y la síntesis, señala DF en mejorable lenguaje dialéctico, «haré el resumen con la mano extendida para la autodeterminación de este pueblo; mano extendida a nuestro pueblo -avanzaremos donde haga falta para avanzar-, y el puño bien cerrado contra los recortes y contra cualquier agresión a los derechos sociales o a los servicios públicos». ¿Mano extendida a CiU, a quiénes abonan agresiones sociales, demonizan, agreden e insultan a las clases trabajadoras y privatizan aguas, educación y sanidad? ¿Un acuerdo con gentes asi?

Sí que diremos una cosa, añade DF, a los que niegan la libertad: «a nosotros no nos hace falta permiso para ser libres ni perdón por serlo». ¿Y quiénes niegan esa libertad? ¿»Los españoles», el gobierno central, los Botín, los Godó? ¿Quiénes?

El «Visca la terra!» con el que DF finalizó su intervención tampoco está entre los mejores momentos de su intervención. Acaso fuera un guiño en lenguaje interno o acaso, para bien de todos, esta «terra» hiciera referencia a toda la Tierra, aquella que, como quería García Loca, debe dar sus frutos para todas y para todos. Sin exclusiones nacionales y de ningún tipo.

Nota:

[1] «Cataluña: Discurso de investidura de David Fernàndez (CUP-AE)». http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161349

Salvador López Arnal es miembro del Frente Cívico Somos Mayoría

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.