El Parlament de Catalunya ha puesto en marcha el proceso de autodeterminación que el pueblo catalán viene impulsando de forma muy fehaciente desde la histórica manifestación de la Diada y que ha tenido su preámbulo más reciente en las elecciones del 25-N. La aplastante mayoría de los partidos que proponían en su programa electoral el […]
El Parlament de Catalunya ha puesto en marcha el proceso de autodeterminación que el pueblo catalán viene impulsando de forma muy fehaciente desde la histórica manifestación de la Diada y que ha tenido su preámbulo más reciente en las elecciones del 25-N. La aplastante mayoría de los partidos que proponían en su programa electoral el llamado derecho a decidir avala la voluntad de la gran mayoría social del país para que se les consulte sobre su futuro. En este sentido, la «Declaració de sobirania i del dret a decidir del poble de Catalunya» aprobada el miércoles pasado con 85 votos a favor, 41 en contra i 2 abstenciones pone las bases del proceso con una legitimidad democrática incuestionable ya que ha estado aprobada por más del doble de «sí» que de «no», y con dos terceras partes de la cámara.
Es cierto que la declaración aprobada no tiene efectos jurídicos, pero lo que hace es dotar al proceso de autodeterminación del marco en que se desarrollará. Declara el pueblo de Catalunya como sujeto político y jurídico soberano, es decir sujeto nacional de decisión y enmarca el proceso en unos ejes de legitimidad democrática, transparencia, dialogo, cohesión social, europeismo, legalidad (sin ceñirse a la española), impulso parlamentario y participación ciudadana.
El apoyo a la declaración de CiU, ERC, ICV-EUiA y CUP supone además una pluralidad imprescindible que va desde del nacionalismo de centroderecha y cristianodemócrata a la izquierda independentista rupturista, pasando por el independentismo socialdemócrata o los ecosocialistas. Por tanto es un bloque potente que alberga la pluralidad de la sociedad catalana.
También es cierto que la CUP ha expresado un sí crítico visualizado con un voto a favor y dos abstenciones, pero es un sí claro al proceso, aunque sin cheques en blanco. Habrá que afinar muy bien los pasos que se dan a partir de ahora para que nadie se baje del carro de este bloque que ha puesto en marcha el citado proceso. Las objeciones de la CUP han sido básicamente por la territorialidad (querían una vinculación explícita del derecho a decidir de todos los Països Catalans) y por las referencias a la Unión Europea que no consideran válidas desde del punto de vista social.
Por su parte, el bloque unionista se limita al PP y a Ciutadans y un PSC claramente dividido. Cuentan con el apoyo de sectores oligárquicos y poderes fácticos pero poca base en las clases populares del país.
El resultado final de la votación, en cierta medida, está por debajo de los máximos previstos porque el PSC finalmente no se ha querido incorporar a pesar de llevar en su programa electoral el derecho a decidir. Es cierto que eso rebaja un poco la potencia del bloque impulsor del proceso pero no le quita ni un gramo de legitimidad por lo expuesto anteriormente. De todas maneras el unionismo utilizará este tema para deslegitimar el proceso argumentando una mayoría insuficiente y una falsa fractura social cuando queda demostrado que una gran mayoría está por el derecho a decidir.
El proceso ha generado profundas contradicciones en la mayoría de fuerzas políticas que en mayor o menor medida han generado inestabilidad.
CiU: Finalmente los dos partidos han mantenido la unidad de acción pero las tensiones previas a la declaración han sido muy fuertes. Las acusaciones de sectores de CDC a Duran porque su españolismo frena el proceso y las expectativas electorales de la federación, han sido duras. CiU tendrá que calibrar muy bien los ritmos, y que CDC puede llevar más aceleradamente pero no tanto UDC. Unió tiene ahora 13 de los 50 diputados de CiU pero no es muy previsible, de momento, que se pueda dar el caso de votar por separado. La ruptura no será tan fácil como los españolistas quisieran, aunque presionaran a Duran dede los poderes fácticos contrarios al proceso para que lo frene o amenace con la ruptura. Pero Duran sabe que Unió lo tiene mal si se presenta sin CDC. Otro tema que puede influir es el desarrollo de los casos de corrupción que los afecta (caso Palau (CDC), caso Pallerols (UDC), entre otros).
ERC: Es el partido más reforzado del proceso. Después de los grandes resultados del 25-N las encuestas lo sitúan ya con unos 30 diputados. Ha capitalizado el proceso, lo ha impulsado y además, sin tensiones internas. Otra cosa diferente es que para conseguir esto ha tenido que firmar un acuerdo de gobernabilidad con CiU que en primera instancia le ha salido bien porque ha forzado a CiU a preveer menos recortes pero que según qué medidas tire para adelante el gobierno de la Generalitat le puede pasar factura y provocar futuras tensiones por esos aspectos sociales.
PSC: Es el más tocado sin duda. La fractura es total. No solo por los 5 diputados que se saltaron la disciplina de voto y se negaron a votar en contra de la declaración, sino porque desde el mismo momento de la votación no para de haber dimisiones de alcaldes, concejales y bajas de militantes. El PSC está atrapado entre los postulados fundacionales del partido (en que la agrupación del PSOE era un sector muy minoritario) favorable a la autodeterminación del pueblo de Catalunya y los intereses no sólo del PSOE, sino de los dirigentes catalanes que aspiran a liderar el PSOE con Carme Chacón a la cabeza. Las contradicciones son insoportables y ya se están dando trasvases a otros partidos y al nuevo partido de Ernest Maragall, Nova Esquerra Catalana.
ICV-EUiA: El debate interno es muy intenso en relación al proyecto político de futuro que plantean. Se debaten entre los partidarios de la independencia y un estado propio y los confederales, en el marco de los pueblos ibéricos. Pero en todo caso no hay fisuras en esta fase del proceso a favor del derecho a decidir.
CUP: Hay una cierta división entre los sectores más históricos de la izquierda independentista clásica que apuestan por estar en el proceso sin fisuras y los sectores metropolitanos vinculados a movimientos sociales que son favorables, pero no quieren identificase con la derecha de CiU. De todas maneras, las discrepancias son menores y por supuesto como ellos dicen, estarán con «la mano abierta para ir hacia la libertad nacional del pueblo catalán y el puño cerrado contra las medidas antisociales del gobierno de CiU» En todo caso el proceso para proclamar la independencia será el microsegundo histórico en que están dispuestos a coincidir con CiU.
A partir de ahora, con toda probabilidad, éstos serán los pasos a seguir después de la declaración y que está previsto que se desarrollen durante el 2013 según los acuerdos entre CiU y ERC y el apoyo del resto de grupos del bloque:
a) Creación de un Consejo de Transición Nacional formado por personalidades de la sociedad y políticas que impulse el proceso y prepare el país para el caso que en la consulta sea favorable a un estado propio.
b) Negociación con el estado español para tantear si hay alguna posibilidad de acuerdo para que se produzca un referéndum acordado.
c) Aprobación de la ley de consultas catalana que permitiría hacer una consulta si hay una negativa rotunda española al referéndum.
d) Si impugnan esta ley al Tribunal Constitucional se iniciará un proceso de denuncia en instancias internacionales del Estado español y se buscará la forma de consultar a la ciudadanía.
e) Crear estructuras que permítanla país subsistir durante el proceso para hacer frente al ahogo financiero a que el Estado español puede intentar someter a Cataluña como medida de presión y de represalia.
La votación del pasado miércoles ha supuesto un momento histórico para la ciudadanía del Principat, pero también para el resto de naciones sin estado que en el mismo corazón de Europa aspiran a materializarse como un estado propio. El camino para ejercitar el derecho a decidir no será fácil, las fuerzas unionistas buscarán todo tipo de obstáculos para frenar e impedir el proceso, pero como señalan algunos analistas y juristas, el ejercicio del derecho de autodeterminación, es el procedimiento más democrático, y la democracia debería estar, y de hecho lo está, «por encima de supuestas «unidades» estatales, inmutabilidades constitucionales, e incluso del uso de la fuerza».
Txente Rekondo.- Analista internacional
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