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Palestina

Dolce vita en Ramala

Fuentes: Rebelión

Los ideólogos de la ANP se han inventado una nueva táctica denominada «resistencia pacífica» que, según ellos, conducirá a Palestina por la senda de la prosperidad y el crecimiento económico. En el año 2003 EEUU, la Unión Europea y algunos países del golfo Pérsico protestaron enérgicamante ante las autoridades palestinas tras comprobar que millones de […]

Los ideólogos de la ANP se han inventado una nueva táctica denominada «resistencia pacífica» que, según ellos, conducirá a Palestina por la senda de la prosperidad y el crecimiento económico.

En el año 2003 EEUU, la Unión Europea y algunos países del golfo Pérsico protestaron enérgicamante ante las autoridades palestinas tras comprobar que millones de dólares destinados a la ayuda humanitaria se habían desviado a cuentas particulares de sus dirigentes. Por este motivo se encargó al prestigioso economista Salam Fayyad (actual Primer Ministro) de supervisar el gasto y sanear las arcas de la ANP.

Es inconcebible que algunos funcionarios y políticos corruptos se aprovechen de la tragedia del pueblo palestino para enriquecerse. Sin compasión han escupido la memoria de los miles de muertos, heridos, presos o desaparecidos causados por la agresión militar sionista durante estos últimos sesenta y cinco años.

Yasser Arafat fue durante muchos años el máximo responsable de la ANP, es decir, el rais supremo al que nadie hacía sombra. Él solo tomaba las decisiones y manejaba el dinero procedente de las donaciones. Se ha demostrado que poseía cuentas secretas en el Bank Leumi de Tel Aviv y en bancos suizos. La herencia del rais se calcula en varios millones de dólares, y decimos «varios» porque no se sabe a ciencia cierta la cantidad exacta aunque se especula puede alcanzar una cifra exorbitante. Esa es la famosa «caja de resistencia» que reclaman ante los tribunales tanto su viuda Sohua como la ANP. Souha desde un principio se ganó el desprecio del pueblo palestino pues pronto se supo que su verdadera causa era la monetaria. Nadie olvida que cuando ella iba a dar a luz exigió que la trasladaran a un hospital francés aduciendo que «los centros de salud palestinos son un desastre». En los peores momentos de la II intifada buscó refugio en París ya que no podía dar rienda suelta a sus más extravagantes caprichos. Sohua mientras vivía exiliada en Túnez se asoció con Leila Ben Ali, la esposa del exdictador tunecino perteneciente al mafioso clan de los Trabelsi. La viuda de Arafat cayó en desgracia luego de revelar intimidades que le confesó la primera dama y por tal motivo tuvo que escapar a la isla de Malta perdiendo buena parte del capital invertido.

En las elecciones legislativas del 25 de enero de 2006 la población palestina cansada de la corrupción y el neopotismo de la OLP y Al Fatah le otorga un voto de confianza a los islamistas de Hamas. Ismail Haniyeh es proclamado primer ministro el 29 de marzo de 2006. Pero los EEUU, la Unión Europea e Israel no reconocen el resultado pues lo consideran el representante de una organización terrorista. En consecuencia el 14 de junio del 2007 es destituido por Mahmud Abbas que cede ante las presión de los países donantes. De inmediato se desata la guerra civil mejor conocida con el nombre de Wakseh o  la «humillación» que dejará más de 600 palestinos muertos. Hamas acusa a Al Fatha de colaboracionismo y alta traición pues han reconocido la existencia del estado de Israel, mientras ellos pregonan su aniquilamiento. Entre Gaza y Cisjordania no existe un nexo geográfico, y el duelo fratricida entre ambas facciones los conduce a la autodestrucción.

El actual presidente de la ANP Abu Mazen como buen empresario ha decidido instaurar en Palestina el «capitalismo del siglo XXI» (¿humanitario?) contradiciendo los principios fundacionales de la OLP más proclives al socialismo marxista. Parece que con el paso del tiempo los revolucionarios se han vuelto pragmáticos y conservadores y, sobre todo, se han olvidado que el bien colectivo está por encima de los intereses privados. Uno de los más importantes miembros de Al Fatha es Munib el Masri, multimillonario benefactor de Arafat, cuya fortuna alcanza los 5.000 millones dólares. El Masri, que vive en un castillo en Nablus, ejerce el monopolio industrial y de la construcción en Palestina. Además, está estrechamente relacionado con los jeques sauditas y, por debajo de cuerda, con los magnates judíos mediante una intrincada red de testaferros. Uno de sus mejores amigos es el empresario Rami Lévy quien posee una cadena de supermercados en Cisjordania e Israel. Entre los defensores de la «prosperidad y el progreso» se encuentran: Jamal Tarifi, ministro de Obras Públicas palestino en 2003, y propietario de Kandelle Tarifiri Company for Cement que en secreto firmó un fabuloso contrato con los judíos para la construcción del «muro del apartheid». Otro que sacó una buena tajada fue Mohamed Rashid, el tesorero de Arafat, que sirvió de intermediario en la venta de cemento egipcio a un consorcio israelí. A Rashid el Tribunal Anticorrupción de Palestina lo encontró culpable de apropiación indebida de fondos públicos y lavado de dinero. El siguiente en la lista es Aqhmed Korei, primer ministro en el 2005 y propietario de Al Quds Cement Company, quien también puso su «granito de arena» en la construcción del muro. Moussa Arafat, primo de Yasser Arafat, Ministro de Seguridad en el 2004, tenía bajo su responsabilidad el control de las aduanas que es uno de los cargos más apetecidos ya que con el menor esfuerzo proporciona grandes dividendos. A Yasser y Tarek, los hijos de Mahmud Abbas, se les acusa de ganar millones de dólares con el negocio de importación de cigarrillos y capitalizar sus empresas con las ayudas de la USAID. Uno de los ejemplo más palpables del repentino «milagro financiero» es la mansión familiar del presidente de la ANP cotizada en más de seis millones de dólares.

La ANP ha cobrado comisiones, ha sobornado, chantajeado, ha pagado lealtades y traiciones. Tampoco se han librado de escándalos sexuales como el de Rafik Husseini, jefe del gabinete de Abu Mazen, que además se embolsaba un dinero extra de contratos y transacciones bancarias. Todas estas acusaciones se han intentado infructuosamente censurar por parte de las autoridades para obstaculizar la labor de los informadores.

Y todo esto sucede en una Palestina carente de recursos estratégicos tales como electricidad, el agua, el petróleo, una Palestina donde el 90% de los productos que consume proceden de Israel. Sin mencionar el mal estado de las infraestructuras como las carreteras, acueductos y el alcantarillado. Estamos ante una vergonzosa dependencia de los países donantes que aportan más del 60% del presupuesto nacional. A partir de la proclamación de Palestina como estado observador en la ONU Israel ha decidido suspender las transferencias de los impuestos aduaneros. Una medida que los ha dejado al borde del colapso pues no pueden pagar los sueldos de los 150.000 funcionarios de la administración.

Las clases sociales palestinas están muy bien delimitadas. En primer lugar se encuentran los muwataneen, o la aristocracia, que  se caracteriza por su extremo conservadurismo y complaciencia con el ocupante.- Los anales de la historia negra nos revela que a principios del siglo XX los señores feudales y terratenientes palestinos vendieron sus propiedades a la sociedad sionista Karen Hayessody o a los representantes del barón de Rothschild que poco a poco fue introduciendo a miles y miles de colonos de la diáspora. El otro grupo es el de los estudiantes e intelectuales que un día fundaran al Fatha y la OLP. Hoy reconvertidos en burócratas, y por último los refugiados simpatizantes del islamismo radical quienes están decididos a continuar la lucha contra el ejército de ocupación. Ellos son los que en realidad mantienen vivo el espíritu de resistencia.

Cuando vivía Arafat, Abu Amar el «padre constructor» supo complacer a cada uno de los clanes o hamulas para no provocar envidias y agravios comparativos que pudieran alterar las alianzas que se habían forjado. Recordemos que tras los tratados de Oslo los dirigentes de la OLP y Al Fatha exiliados en Túnez volvieron a Palestina donde fundaron compañías y empresas con el dinero «ahorrado» después de tantos años de lucha clandestina.

Hoy aquellos viejos combatientes cuya consigna era «Revolución hasta la victoria» disfrutan de una jubilación dorada en sus lujosas residencias arropados por su numerosa prole. El paradigma patriarcal en los países árabes estructura la sociedad y rige los complicados entresijos del poder. Por eso se prioriza la endogamia para reafirmar alianzas o consolidar la preponderancia del clan. De ahí que sean tan importante el apellido paterno como carta de presentación que garantiza el pedigree del individuo. La élite dominante es un club bien exclusivo que no admite intrusos ni advenedizos.

A partir de la firma de los acuerdos de Oslo la ANP se comprometió a renunciar a la violencia y la lucha armada. Para hacer frente al nuevo orden establecido los ideólogos se han inventado una nueva táctica denominada «resistencia pacífica» que, según ellos, conducirá a Palestina por la senda de la prosperidad y el crecimiento económico.

Quien hoy visite Ramala y pasee por sus calles quedará muy impresionado por el boom de la construción que en los últimos años ha quintuplicado el casco urbano. No faltan los condominios, villas de lujo y hasta rascacielos como el Palestine Trade Tower for Business. Emblema del nuevo y dinámico Oriente Medio. En el exclusivo barrio Al Mafiun o en los alrededores de la Mukata, donde tienen sus sedes las embajadas, prosperan los negocios de alto standing al estilo de París o New York. Se han abierto distinguidas boutiques (Sarar, Calista) o supermercados como el Plaza Mall en Al Bireh para complacer a los  amantes del shopping y los gustos más refinados. Igualmente hacen furor los restaurantes francesces (Karaz) o italianos (Pronto), o los cafés bohemios como la Paix, Sangria’s, Stone’s, Zaman, Ziryab, el Orjuwan Lounge que atienden una exclusiva clientela conformada por periodistas extranjeros, cooperantes, diplomáticos, políticos locales o funcionarios de la solidaridad internacional y la ayuda humanitaria. Definitivamente comienza una nueva era donde los valores humanos se medirán en base a la competitividad y el poder adquisitivo.

Acaudalados hombres de negocios, tecnócratas, empresarios, y los palestinos de la diaspora con pasaporte americano o europeo han decidido retornar sus raíces e invertir fuertes sumas de dinero en la construcción del «nuevo estado palestino». Uno de los inversionistas más destacados es el multimillonario príncipe Alwaleed de Arabia Saudita propietario del Arab-Palestinian Investiment Company y que tiene acciones en el hotel Movenpick, Lacoste, LionHeart, Exalt, Technologies, MobiStine, Ultimit, Jaffa.Net, Sadara, Ventures, Asal Technologies. El emir Hamad ben Khalifa Al-Thani de Qatar se ha comprometido a aportar los fondos solidarios que refloten la economía Palestina además de impulsar múltiples proyectos inmobiliarios. Aunque los empresarios palestinos y extranjeros a la hora de multiplicar sus beneficios no tienen ningún pudor en invertir miles de millones de dólares en Israel o en los asentamientos pues así se ahorran un 30% en los costos de producción.

Ramala es la sede del gobierno y el motor económico de Palestina y por tal motivo en los últimos años ha recibido una gran oledada de inmigrantes procedentes de distintos pueblos y ciudades de Cisjordania acuciados por el desempleo y el elevado costo de la vida.

Pero esta ciudad de 60.000 habitantes esconde en sus entrañas el drama de los campos de refugiados. Por Kalandia, Jalazone, Am’ari o Qaddura ningún turista o ejecutivo viene a pasear   ya que allí es donde languidecen olvidados miles de palestinos que han sufrido el despojo, el expolio y el destierro. Son los ecos de la Naksa y de la Nakba que remueven las conciencias y nos llenan de indignación. El pesimismo se palpa en el ambiente pues parecen que estan avocados a una larga agonía ya que no se vislumbra ninguna solución a su eterno drama.

Mientras tanto los funcionarios de la ANP sin ningún remordimiento prefieren dedicarse a la dolce vita, los sibaritas no se privan de los más refinados placeres en medio de la más absoluta precariedad. Esta inmoral exhibición de opulencia y despilfarro nos deja estupefactos.

Los políticos de la ANP argumentan que Palestina no puede quedarse estancada en el pasado, que es el tiempo de apostar por un futuro más promisorio. Este principio filosófico se refleja en las grandes obras arquitectónicas como el hotel de cinco estrellas Movenpick (SPA for business or leisure) inaugurado en el 2010 con un costo de 42 millones de dólares. Desde entonces este se ha convertido en el punto de encuentro de la crema y nata de los burócratas, funcionarios del gobierno, diplomáticos, miembros de las Ongs y grandes personalidades. El día de nuestra visita la carta del menú gourmet ofrecía los siguientes platillos: foie grass, ragout de pescado en salsa marinera, lomo de ternera a la parrilla, todo regado con vinos franceses y españoles. De postre: mousse de limón y fresas con albahaca. Eso de comer humus, ful medames o falafel es cosa de barriobajeros. Fuimos testigos del tremendo banquetazo que devoró la plana mayor de las fuerzas armadas palestinas. No podemos ser tan mal pensados pues quizás celebraban un «golpe exitoso en su denodada lucha contra el ejército de ocupación sionista». Luego los comensales pasaron al Salón Presidencial a disfrutar de una amplia gama de licores importados entre los que se distinguían el whisky escocés, brandy, ron o el amareto de Salorno. Aunque hay un pequeño detalle que tenemos que resaltar y es que a tan sólo a trescientos metros del hotel se encuentra el campo de refugiados de Am’ari donde la gente sobrevive hacinada en una auténtica ratonera.

A los funcionarios de la ANP les encanta vestir con trajes Emilio Tucci o Armani pues deben mantener una imagen pulcra y respetable que inspire credibilidad. Atrás quedan esos sucios milicianos cubiertos con la kufiya, el fusíl terciado y las cartucheras repletas de balas. Ahora nos cuesta reconocerlos luciendo sus gafas Ray Ban polarizadas, perfumadidos a lo Dolce y Gabbana y hablando a través de sus teléfonos móviles de última generación. A tan altos dignatarios siempre les espera en la calle un Mercedes Benz o BMW con un chófer incluido.

Actualmente en Cisjordania y en Gaza existen 59 campos de refugiados (a estos hay que añadir los de Jordania, Líbano y Siria). La ANP no cuenta con los recursos para asumir tan titánica misión y por lo tanto delega dichas funciones a la UNRWA (agencia de la ONU para los refugiados palestinos en Oriente Medio) las Ongs y demás organismos de ayuda humanitaria. Pero eso si el discurso victimista del que hacen gala les proporciona sustanciosos dividendos y sin ningún reparo se entregan al más descarado latrocinio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.