Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Mientras la agonía de los presos palestinos en huelga de hambre no disminuye en lo más mínimo, el gobierno israelí ha sorprendido a los observadores con un conjunto de nuevas leyes adoptadas en secreto. Estas leyes permiten volver a detener y a encarcelar indefinidamente a los presos políticos palestinos liberados gracias al acuerdo que medió Egipto hacer aproximadamente un año y medio.
Se suele considerar que el sistema judicial israelí es un mero visto bueno en manos de los poderosos responsables de la seguridad, especialmente la inteligencia interior conocida como Shin Bet.
El fracaso del sistema judicial israelí
Abogados y activistas de derechos humanos palestinos han calificado estas leyes de «escandalosas e inmorales». El ministro para Asuntos de los Presos de la Autoridad Palestina Issa Karakei las describió como «un acto inmoral propio de ladrones y gángsteres».
«Es un acto criminal y carente de ética al que se le da una apariencia judicial. En cualquier otro país el comportamiento de Israel se habría considerado una auténtica burla de la justicia». El ministro palestino pidió tanto a la comunidad internacional como a las organizaciones de derechos humanos que condenaran las posturas de Israel en los términos más duros. «Israel demuestra que los no judíos no pueden encontrar verdaderamente la justicia bajo el gobierno judío sionista. Parece que nos considera hijos de un Dios menor o quizá algo peor», añadió Karakei.
Ismael Haniyya, primer ministros del gobierno de Gaza dirigido por Hamás, pidió al gobierno egipcio que presionara a Israel para que pusiera fin a su «vengativa» actitud con los presos palestinos.
Se considera que Egipto es el principal garante del acuerdo alcanzado gracias a la mediación egipcia entre Hamás e Israel en octubre de 2011. Según este acuerdo, Hamás liberó a soldado israelí [llamado Shalit] al que había hecho prisionero varios años antes. A cambio Israel accedió a liberar a cientos de presos palestinos de las cárceles israelíes, muchos de ellos con muy pocas posibilidades de ser liberados dado el draconiano trato judicial impuesto a los palestinos acusados de estar implicados en la resistencia a la ocupación israelí.
Los observadores creen que Israel se sitió humillado y que actuó bajo presión al liberar a una cantidad importante de «pesos pesados» palestinos. De ahí que el resentido odio y hostilidad del Estado judío.
Los altos cargos israelíes se han mostrado indiferentes al sufrimiento de los presos palestinos. Recientemente se citaron las palabras de un ministro israelí que afirmaba: «¿Quiere que sienta pena por terroristas y asesinos?». Con todo, el portavoz de Hamás Sami Abu Zuhri respondió a las afirmaciones del ministro sionista: «Vosotros sois los verdaderos terroristas y asesinos. Vosotros robasteis nuestro país, vosotros asesinasteis a nuestros niños, destruisteis nuestras casas y desterrasteis a nuestro pueblo desperdigado por todas partes, y ahora tenéis la desfachatez de llamarnos terroristas y asesinos».
Indiferencia «estilo nazi»
Uno de los destacados presos palestinos que ahora está cerca de la muerte es Samer Eisawi, residente en Jerusalén. Según su familia, Samer ha permanecido 212 días en huelga de hambre intermitente. Eisawi, de 35 años, fue liberado en 2011 como parte del canje por el soldado Shalit y después lo volvieron a detener seis meses. Fuentes médicas y sus abogados afirman que su salud se está deteriorando rápidamente y que en cualquier momento puede sucumbir a la enfermedad.
Un familiar afirmó: «Le ha visitado un abogado en la cárcel y afirmó que está en una situación muy difícil y que está empeorando». La hermana de Eisawi, Sherin, acusó a la clase dirigente israelí de un «apatía y crueldad estilo nazi».
«Compruebo que los israelíes se están comportando con nosotros de una manera muy similar a como se comportaron los nazis con los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Los israelíes nos asesinan cien veces al día. Disfrutan enormemente viéndonos sufrir. Son más que sádicos, son más que crueles, son decididamente criminales».
Mostrándose desafiante, Sherin afirmó que no apelaría al gobierno israelí para que transigiera. «No apelo a ellos. Sé que no tienen corazón. En el fuego no se encuentra agua. Apelo, sin embargo, a los hombres y mujeres amantes de la libertad de todo el mundo para que presionen a esta vil entidad para que libere a mi hermano que se está muriendo».
Más tarde acusó a Israel de «jugar la carta sádica con nosotros».
«Esperan hasta el último momento, cuando solo le quedan una horas para morir, antes de decidir llevarle al hospital. Es un mensaje odioso pero inequívoco que comunican a todas las personas en huelga de hambre y a sus familias […] El contenido del mensaje es que todas las personas en huelga de hambre tendrían que morir o estar cercanas a la muerte antes de siquiera soñar con la libertad».
Curiosamente, Eisawi, al que volvieron a detener hace seis meses, no había cometido ningún delito grave desde que fue liberado en 2011.
La inteligencia israelí le acusa de «visitar a un amigo» en Cisjordania, algo que el aparato de seguridad israelí considera una violación de las cláusulas del trato por Shali. Sin embargo, es muy improbable que la corta visita a su amigo en Cisjordania sea la explicación real del vengativo trato infligido por Israel a Eisawi.
«Esto no es más que la excusa legal. La verdadera razón es el sadismo y odio israelí. Israel no tiene que tener una razón para ser aborrecible, inquietante y brutal», observó Sherin Eisawi tratando de explicar la falta de sensibilidad de Israel ante la terrible situación en la que se encuentra su hermano.
La Espada de Damocles de la detención administrativa
Una de las armas más temibles a las que tienen terror los palestinos presos en las cárceles israelíes es la llamada «detención administrativa». Según el abogado Muhammed Rabai’e de la universidad de al-Khalil, «detención administrativa» es un eufemismo para una encarcelación con final abierto sin cargos ni juicio. «Te tienen en la cárcel en unas condiciones durísimas hasta 12 años sin permitirte saber la razón».
Mustafa Shawar, de 56 años, profesor de la universidad al-Khalil, pasó casi diez años de su vida en el campo de detención de Negev en detención administrativa. «Rogué al juez al juez militar que me permitiera saber por qué estaba entre rejas. Le dije que necesitaba saber de qué se me acusaba para abstenerme de cometer los mismos delitos la próxima vez. ¿Sabe qué me dijo? Dijo que no me concedería ese privilegio».
Hoy en día hay decenas de dirigentes políticos palestinos languideciendo en las cárceles y mazmorras israelíes sin cargos ni juicio. De hecho, la mayoría de estas personas son inocentes de cualquier fechoría, personas como Nayef Rajoub, de 55 años, que lleva en las cárceles israelíes 2006 por la sencilla razón de haber participado en unas elecciones cuyos resultados no gustaron al Estado judío. A pesar de ello, la mayoría de los medios de comunicación del mundo siguen repitiendo como papagayos el tópico mito de que Israel es la única democracia auténtica de Oriente Próximo.
No hace falta decir que esta experiencia peculiarmente frustrante obliga a los presos a luchar contra esta profunda injusticia organizando de forma intermitente huelgas de hambre con la esperanza de que Israel respete la legislación internacional concerniente al trato a las personas bajo ocupación y a los prisioneros de guerra.