Hace dos meses, y gracias a que su promotor Alejandro Cantón es un fiel y activo oyente de nuestro espacio, el programa La Tarde se Mueve informó en primicia que se estaban organizando por lo menos par de juegos, en Miami y Tampa, para celebrar los 50 años de la fundación de Industriales. Un equipo […]
Hace dos meses, y gracias a que su promotor Alejandro Cantón es un fiel y activo oyente de nuestro espacio, el programa La Tarde se Mueve informó en primicia que se estaban organizando por lo menos par de juegos, en Miami y Tampa, para celebrar los 50 años de la fundación de Industriales. Un equipo emblemático con el que todo el mundo quiere topar y por supuesto ganar. El beisbol es una pasión del cubano donde quiera que esté y la política también. Las dos cosas a la vez, ya pueden imaginar. Así que el empresario Alejandro Cantón tenía que estar consciente de que a pesar de la intención eminentemente deportiva de hermanar en un terreno a peloteros que han jugado para Industriales y hoy residen dentro y fuera de la isla de Cuba, este sueño de muchos iba a recibir la embestida de la extrema derecha de Miami, siempre insaciable.
El programa de Ninoska Lucrecia Pérez Castellón en Radio Mambí ha devenido en el cuartel general contra ese evento deportivo. La locutora ha dedicado ya varios programas a atizar el odio contra los peloteros industrialistas los cuales, por cierto, ella desconoce, como desconoce a Cuba. Con lo que Ninoska ignora de Cuba se puede reescribir la Enciclopedia Británica. Su estratagema no cambia: después de media hora de destilar odios y falsedades abre los micrófonos para que algunos de sus más intolerantes y batistianos oyentes desahoguen su resentimiento. También se han prestado vergonzosamente para la difamación algunos personajes que han conocido, disfrutado y hasta escalado gracias a la pelota revolucionaria, como es el caso del señor Orlando Chinea, un ex entrenador de pitcheo que en un programa de Ninoska Lucrecia se despachó sobre sus antiguos compañeros de equipo y como si fuera un representante electo o un líder religioso dijo que en Tampa nadie iba a jugar. Este señor Chinea se ha dedicado sistemáticamente a ganar méritos como crítico del beisbol cubano; en una entrevista con el periodista de El Nuevo Herald Jorge Ebro, publicada en ese periódico el día 20 de octubre del 2012, el propio Chinea alardeó que salió por el mar y con él sacó al menos a un pelotero: «Sí, yo traje a Kendris Morales. Lo fui a buscar a la Habana y lo ayudé a venir acá.» Esa operación podría calificar como tráfico humano, un delito penado en Estados Unidos e internacionalmente; y a confesión de parte, relevo de pruebas. Es lógico que personajes así estén en contra del juego de homenaje al equipo Industriales y que estén en contra de la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, porque si esto sucede su trapicheo con jóvenes prospectos del deporte cubano se les puede ir abajo.
Pero los extremistas han inventado otro ataque. Ellos por definición están contra el juego, de eso a nadie le quepa duda; aunque con cinismo algunos dicen que no están en contra del evento en sí, que no están en contra de que vengan a Miami los jugadores de Industriales que viven en Cuba sino solo dos de ellos: El ex jardinero Javier Méndez y el ex segunda base Juan Padilla. Es mentira: no quieren a ninguno de ellos aquí aunque hagan énfasis en esos dos. La razón alegada es la supuesta agresión que estos peloteros cometieron contra una persona en Winnipeg, Canadá, en los Juegos Panamericanos de 1999; pero antes de aclarar esto déjenme hacer un breve recordatorio histórico.
Las agresiones contra el deporte revolucionario se remontan por lo menos a los X Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1966 en Puerto Rico donde a la delegación cubana se le obstaculizó su arribo a la sede teniendo que entrenar a bordo del buque Cerro Pelado donde había llegado. Tras lograr desembarcar los deportistas cubanos tuvieron que padecer ofensas y amenazas ejecutadas por contrarrevolucionarios ya asentados en la hermosa isla caribeña.
En octubre del año 1999 el triple campeón olímpico y mundial Teófilo Stevenson fue objeto de una provocación en el Aeropuerto Internacional de Miami. A pesar de haber tratado el incidente con prudencia no pudo impedir que se le difamara en los peores círculos miamenses. El propio Stevenson relató a la prensa que el 23 de octubre, sábado, había arribado a la terminal aérea desde Washington DC donde participó en un homenaje a un amigo suyo, el también boxeador y campeón del mundo Muhammad Ali. Cuando estaba chequeando un señor que nada tenía que ver con las autoridades del aeropuerto se le acercó exigiéndole el boleto y luego empezó a ofenderlo. Al caérsele el pasaje durante el incidente, el deportista cubano se agachó a recogerlo y dada su estatura le da un cabezazo que el hombre no asimiló. Pues ese suceso bastó para armar una enorme alharaca e inventar una demanda que por supuesto no llegó a nada. El campeón cubano falleció recientemente en La Habana rodeado de la admiración de su familia y de su pueblo. También hubo un incidente agresivo durante el juego de vuelta del tope amistoso entre la selección nacional cubana de beisbol y el equipo de grandes ligas Orioles de Baltimore el 3 de mayo en el Camden Yards, cuando un juez cubano fue agredido por un contrarrevolucionario. El provocador se puso tan fatal que el árbitro cubano, que al parecer sabía algo de artes marciales, le dio un estrellón en medio del terreno que parecía una exhibición de judo parte al espectáculo. Como con Stevenson y muchos otros, la contrarrevolución amenazó con acciones y demandas contra el colegiado cubano y nada ha pasado; incluso se comenta que el referido árbitro reside hoy en Miami y hasta oficia tranquilamente muchos juegos en la ciudad. El copresentador de La Tarde se Mueve Eddie Levy, quien estuvo ese día en Baltimore, ha dicho con toda razón que los deportistas cubanos deben defenderse de las acciones de personas que han demostrado su violencia más de una vez. Las propias autoridades norteamericanas lo entienden, por eso se llevan detenidos a los verdaderos agresores y no a los deportistas.
Así que ya pueden imaginar a dónde irá a parar la famosa demanda que amenazan con interponer contra los peloteros industrialistas Juan Padilla y Javier Méndez, quienes cuentan con muchísimos admiradores en Miami. Les aclaro ahora lo que realmente sucedió con estos peloteros. En el juego final de la competencia de beisbol de los Juegos Panamericanos de 1999 en Winnnipeg, celebrado en el Can West Global entre equipo anfitrión y Cuba, una persona conocida en el ambiente miamense como «Tintorero», un vocinglero del estilo del actual Miguel Saavedra (el hombre de la aplanadora y la mandarria machuca discos), saltó al terreno con un cartel increpando a los visitantes. Como la llegada de la policía demoraba, Méndez, Padilla y otros peloteros trataron de manejar la situación. Hay que agregar que durante toda la competencia la dirección del Comité Olímpico de Cuba se había quejado de la deficiente seguridad y del acoso que los talentos cubanos estaban sufriendo diariamente. Hay suficiente información disponible sobre lo sucedido.
Como no se puede dejar cabos sueltos, indagué en el día de hoy con el abogado John de León, miembro de la American Civil Liberties Union (ACLU), y este dijo que cualquier tipo de demanda hay que presentarla antes de los 120 días del hecho; y una vez presentada, si no se ventila, prescribe a los cuatro años. Así que según el abogado esto se queda como siempre en una amenaza. Yo creo que están tratando que Cuba no envíe al equipo para evitar problemas; pero de cualquier forma aquí no va a pasar nada. Si los enemigos de la fiesta beisbolera tenían algún papel preparado ya pueden comenzar a amasarlo hasta formar un rollito tubular, que después se pueden fumar en la su feria de Cuba Nostalgia o introducírselo como recuerdo en un lugar bien seguro.