Ni la tiranía ejercida por un dictador; ni el uso por parte del «régimen» de armamento químico; ni el imperativo de restaurar la democracia explican, según la analista internacional y especialista en Oriente Medio, Nazanin Armanian, la decisión de un ataque a Siria por parte de Estados Unidos. Para lograr una aproximación rigurosa a los […]
Ni la tiranía ejercida por un dictador; ni el uso por parte del «régimen» de armamento químico; ni el imperativo de restaurar la democracia explican, según la analista internacional y especialista en Oriente Medio, Nazanin Armanian, la decisión de un ataque a Siria por parte de Estados Unidos. Para lograr una aproximación rigurosa a los hechos, se hace imprescindible en primer término desmontar el cúmulo de mentiras difundidas por el bando belicista y, a continuación, según la politóloga y escritora, analizar la realidad siria como una cuestión compleja en la que se entrecruzan diferentes conflictos, de carácter local, regional y global.
La autora de «Irán. La revolución constante» (2012) ha subrayado -en un acto organizado por la Fundació Institut d’Estudis Polítics d’EUPV-IU- lo que se ha convertido en una «verdad común» a todos los conflictos bélicos: la defunción de la verdad. Las falacias mediáticas comienzan en Siria por la misma definición del régimen y, sobre todo, por la comparanza con otros de la zona. «Siria no es una teocracia sino un país laico; de hecho, la religión se halla más o menos separada del poder; se trata de una República árabe hereditaria, gobernada por un dictador, pero no menor que los de otras dictaduras impuestas por Estados Unidos en la zona», recuerda la escritora. Ciertamente, el dictador Bachar el-Assad reprimió a sangre y fuego (entre otros periodos en los que procedió de este modo) la denominada «primavera de Damasco» en 2000; pero nada se dice del jeque reinante en Arabia Saudí, ni de la vulneración de los derechos humanos que se produce en este país, incluida la situación de las mujeres, la persecución de homosexuales o las condiciones en que trabaja la mano de obra inmigrante (de esclavitud) en la industria petrolífera.
Casi nada se dijo tampoco en los medios occidentales cuando el ejército de Arabia Saudí (instado por Obama) sofocó las revueltas en Bahrein contra el dictador-califa en 2011. Recuerda Armanian que en Bahrein se ubica la V Flota de los Estados Unidos, de gran utilidad para vigilar a Irán. Otra de las grandes hipocresías guarda relación con el uso de armas químicas. Se acusa al gobierno sirio de utilizarlas, mientras se oculta que Israel las ha empleado en Gaza; Estados Unidos ha hecho lo mismo contra Iraq (Faluya), cuyos efectos pueden apreciarse en forma de malformaciones genéticas; y contra Afganistán (uso de uranio empobrecido). Pero la cuestión es que actualmente de la guerra no hay imágenes, subraya Nazanin Armanian. En Mali (país rico en uranio y oro) se han sucedido siete meses de bombardeos, «de los que únicamente conocemos la muerte de un francés», añade la coautora de «El Islam sin velo». También se falsea la verdad cuando se afirma que Obama ha resuelto que las tropas estadounidenses abandonen Iraq (permanecen 150.000 soldados). Y se oculta la presencia de varios «Guantánamos» en Afganistán, país que se bombardea no por la presencia talibán, ni por la liberación de la mujer, ni por instaurar la concordia democrática, sino por los intereses en las rutas del gas.
Se ocultan los efectos de los ataques sobre Paquistán con drones (aviones no tripulados); se habla, mediáticamente, del impacto de los piratas somalíes sobre la seguridad marítima mundial, cuando los intereses estratégicos presentes en la zona son bien distintos: ante la inseguridad de las rutas terrestres (resulta muy sencillo atentar contra un gasoducto), el mar ha devenido un elemento trascendental para el transporte de mercancías y materias primas. «Por eso Estados Unidos ha militarizado el cuerno de África; el objetivo es la ocupación de los mares frente al gran rival, China», sentencia la politóloga.
¿Y qué realidad subyace, por otra parte, a los conflictos que atraviesan Siria? (con independencia de los campos de gas y petróleo existentes en este país y su interés estratégico para las rutas comerciales). Según la autora de «Irak, Afganistán e Irán. 40 respuestas al conflicto en Oriente Próximo», el conflicto de fondo se genera por los vínculos entre Siria e Irán. En otros términos, «hay un conflicto de fondo entre Israel e Irán, pero como Israel no puede enfrentarse a Irán en solitario pide el apoyo de su gran aliado, Estados Unidos». Sin embargo, la realidad resulta compleja y con una gradación de conflictos a diferente escala. En primer lugar, la realidad socioeconómica interna de Sira en los últimos años, marcada por la privatización de empresas estatales, las masas de parados (que se dispara entre la población joven), pobreza, inflación y una formidable sequía (que fuerza el éxodo a las ciudades). Todo ello aderezado con un fenómeno de explosión demográfica y, en el ámbito político y administrativo, el clientelismo y la corrupción. Unas protestas en 2011 que se saldan con la detención de 15 jóvenes hacen ver a Estados Unidos e Israel que se hallan ante la gran oportunidad de comenzar a intervenir en Siria. La inestabilidad como coartada.
En este punto puede hablarse ya de un conflicto regional. Siria es el último aliado de Irán en Oriente Medio. «Irán le enseña a Bachar el-Assad a luchar contra la guerrilla urbana (a partir de la experiencia ya adquirida en la represión del «movimiento verde»), envía 5.000 guardias islámicos y muchísimo dinero», explica la politóloga afincada en Barcelona. El gobierno sirio recibe asimismo el apoyo de Rusia, lo que (junto al sustento iraní) le permite permanecer en el poder. Por otra parte, Qatar, Arabia Saudí y Turquía financian a la oposición armada y, de este modo, el conflicto adquiere un alcance internacional. Aunque sobre todo adquiere este relieve global por los intereses de Estados Unidos en la zona y, particularmente, en Siria: el control del levante mediterráneo (ya han caído Iraq, Libia, Mali y Egipto); eliminar a un enemigo de Israel, aunque también de Arabia Saudí y Qatar; quitar de en medio a un aliado de Rusia (la única base militar rusa en Oriente Medio se emplaza en Siria) e Irán; reanimar a la industria armamentística, uno de los pilares de la economía norteamericana; que Obama pueda demostrar ante los republicanos que no es un líder pusilánime; y, por último, desactivar a la ONU como posible mecanismo de resolución legal de conflictos.
Por lo demás, subraya Nazanin Armanian, es evidente que a Estados unidos le beneficia por el momento una situación de «caos controlado» y «guerra civil», que desgaste a otros países: Irán, Turquía, Arabia Saudí, Rusia y China (afectada por el incremento de los precios del petróleo o la inestabilidad que el conflicto genera en su área de influencia y para el tráfico comercial). Cabe agregar otras razones no menos inconfesables. Pretende Estados Unidos que ningún país del mundo tenga contacto con las armas rusas, es decir, que la generalidad de países se vea forzado a adquirir el armamento producido por empresas estadounidenses. Y, por descontado, las razones de índole económica: desde la necesidad de la guerra para deshacerse de material bélico antiguo y así poder renovarlo, o como laboratorio de experimentación para nuevo armamento; y, por otra parte, el hecho de que Irán ya construye un gasoducto que (tras su paso por Iraq y Siria) alcanzaría el mediterráneo europeo; esta iniciativa perjudicaría los proyectos de gasoductos alternativos que plantea Qatar y los intereses de Turquía en formar parte de las grandes rutas estratégicas.
En definitiva, ¿a qué intereses reales responde Obama cuanto plantea un ataque a Siria? «Crear un gran cordón de países en torno a Irán que permita debilitarlo y, además, cortar las venas de suministro energético a China», responde la escritora. Ello a pesar de las consecuencias que tendría un ataque militar: millones de víctimas (muertos, heridos y desplazados), el desarrollo de la carrera armamentística y el fortalecimiento del wahabbismo promovido por Arabia Saudí y Qatar. ¿Se producirá finalmente el ataque y el derrocamiento de Bachar el-Assad? «Sólo les queda llegar a un acuerdo y pactar las condiciones para liquidarlo; en el momento que lo tengan claro, actuarán», concluye la politóloga hispano-iraní.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.