Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Aumenta la tensión en Egipto tras el inicio del juicio del expresidente Mohamed Morsi, el lunes 4 de noviembre. Y, sobre todo, la contrarrevolución ya no oculta sus objetivos: la vuelta al antiguo orden, apenas revocado.
La magnitud de las manifestaciones del 30 de junio de 2013, que llevaron a que el ejército derrocara al presidente, crearon la ilusión entre muchos egipcios, aunque también entre los comentaristas políticos, de estábamos ante «un movimiento rectificativo» que debía poner en buen camino la revolución egipcia gracias al dejar al margen a los Hermanos Musulmanes. No ha ocurrido nada de eso y ya he mencionado en este medio esta contrarrevolución en marcha*. Después todo ha venido a confirmar esta deriva.
No voy a abordar aquí las manifestaciones de oposición organizadas por los Hermanos Musulmanes desde julio. Cuando uno siegue estas manifestaciones, tanto en las redes sociales como en el canal de televisión Al-Jazira, vacila entre una cierta admiración por estos militantes que siguen manifestándose con valor y abnegación a pesar de la feroz represión, y la ceguera de un movimiento incapaz de aprender de sus fracasos. Es cierto que sus dirigentes más importantes se encuentra actualmente entre rejas después de la detención de Essam Al-Erian, vicepresidente del Partido de la Justicia y la Libertad (PJL), el partido fachada de los Hermanos Musulmanes (David D. Kirkpatrick, «High-Anking Muslim Brotherhood Is Seized in Egypt», International New York Times, 30 de octubre de 2013). Algunos militantes han sido objeto de malos tratos y de tortura en la cárcel, que pueden llevarles a la muerte. Eso le ocurrió a Salah Ahmed Youssef, un hombre de treinta y cinco años, miembro de la dirección del sindicato de farmacéuticos, muerto en la cárcel el 30 de octubre. Pocas personas se han emocionado por ello. La organización Human Rights Watch acaba de publicar un comunicado sobre el hecho de que no se haya perseguido judicialmente a los responsables policiales de los asesinatos de manifestantes desarmados («Egypt : Protester Killings Not Being Investigated»).
[El blog] Nouvelles d’Orient junto con el IREMMO (Instituto de Investigación y Estudios sobre el Mediterráneo francés) organizan el sábado 16 de noviembre un seminario sobre los Hermanos Musulmanes (véase el programa en http://blog.mondediplo.net/2013-11-03-Egypte-chroniques-d-une-contre-revolution-II ).
Sin duda el artículo más significativo sobre la contrarrevolución que trata de retomar el control de Egipto lo ha publicado David Kirkpatrick («Ousted General in Egypt is Back, as Islamist’s Foe», The International New York Times, 30 de octubre de 2013). El artículo se interesa por el general Mohamed Farid El-Tohami, nombrado por el nuevo gobierno responsable de los servicios de inteligencia interior, uno de los puestos más importantes del país. Se encarga sobre todo de la represión de los Hermanos Musulmanes y de que cualquier forma de oposición al poder. ¿Quién es este hombre? Había dirigido la seguridad militar antes de ceder el puesto por razones de edad a Abdelfatah Al-Sissi, que desde el 3 de julio se ha convertido en el nuevo hombre fuerte del régimen. Al-Sissi siempre ha considerado a El-Tohami su mentor. Al jubilarse, este último se puso a la cabeza de la Autoridad de Regulación Administrativa, que se encarga de luchar contra la corrupción. Desde la caída de Moubarak uno de sus adjuntos, el coronel Fathi, le acusó de corrupción, pero la justicia militar enterró rápidamente su expediente. Con la llegada de Morsi a la presidencia, Fathi reiteró sus acusaciones contra El-Tohami (que entonces dimitió de sus funciones), pero también contra el general Ahmed Chafik, desafortunado candidato a la presidencia contra Morsi y cuya corrupción se había sacado a la luz durante un célebre debate televisado en 2011 entre Chafik y el escritor Alaa Al-Aswani (posteriormente este último se adhirió al ejército, cuya acción alaba, debido a que «Egipto está en estado de guerra», Mediapart, 16 de octubre de 2013).
Como explica un diplomático occidental con el que se reunió El-Tohami tras el golpe de Estado del pasado 3 de julio, «habla como si nunca hubiera tenido lugar la revolución de 2011″. Por lo que se refiere a Cherif Bassiouni, un jurista estadounidense-egipcio que trabajó para obtener la restitución de los bienes robados a Egipto por el equipo de Mubarak, declaró al periodista estadounidense que la Autoridad de Regulación Administrativa, que tenía las pruebas y los elementos que permitían trazar las sumas robadas, no las había proporcionado y debido ello Egipto no recuperaría ni un euro».
Esta vuelta al régimen anterior, a sus hombres y a sus manipulaciones, va acompañada de una ofensiva generalizada contra la libertad de expresión en un clima de chovinismo nacional (cuyas primeras víctimas son tanto los sirios como los palestinos). Así el programa, emitido en el canal privado CBC, del célebre humorista Bassem Youssef, un crítico virulento de los Hermanos Musulmanes, se ha prohibido después de un solo episodio (se había vuelto a emitir, tras una larga interrupción, el 25 de octubre, véase Claire Talon, «Portrait de l’Egypte en midinette», OrientXXI, 28 de octubre) porque Youssef había osado atacar a los militares. A finales de septiembre lo había despedido CBC (esta decisión confirma lo que todo el mundo sabe: la mayoría de las cadenas privadas del país están en manos de capitales vinculados al régimen anterior). Además, un tribunal militar acaba de condenar a un periodista egipcio a un año de cárcel («Military court sentences journalist to year in prison», Madamasr, 31 de octubre). ¿Quién decía que no habría más procesos militares para civiles?
Finalmente, el derecho de manifestación también está en el punto de mira del nuevo poder (es cierto que los Hermanos Musulmanes también había sido tan ambiguos como él en este asunto): véase Delphine Minoui, «Egypte: l’armée remet en cause le droit de manifester», Le Figaro, 31 de octubre.
Todas estas medidas solo suscitan una leve reprobación por parte de muchos intelectuales de izquierdas egipcios, cuando no las justifican en nombre de la «guerra contra el terrorismo».
Con todo, acabemos con una nota de optimismo, la entrevista del diario Le Monde a Richard Jacquemond («Richard Jacquemond: «Il y a une tradition d’osmose entre l’Etat et l’intelligentsia égyptienne»», 17 de octubre), gran traductor de la literatura árabe y buen conocedor de la escena intelectual egipcia:
«Solo en los diez o veinte últimos años las nuevas generaciones [de intelectuales] han empezado separarse de esta empresa [del Estado], a construir una escena cultural independiente, fuera del «sistema». Un sistema que está en las últimas, como lo demuestra la escasa participación en el «congreso de intelectuales» que acaba de reunir el ministro de Cultura en El Cairo hace unos días».
– Pregunta: ¿Qué escritores han osado ir a contracorriente del pensamiento dominante?
«Por el momento, nadie o casi nadie. Una de las raras voces audibles que está en una postura «ni ni» (ni el ejército ni los Hermanos) es la de Ahdaf Soueif, una gran escritora de expresión inglesa que tiene una fuerte presencia mediática en Egipto y Reino Unido. Milita en Thuwar («revolucionarios»), una enésima coalición de grupos de extrema izquierda y de defensores de los derechos humanos, creada hace unas semanas en torno al Movimiento de 6 Abril. También se puede citar a Bilal Fadl, un cronista muy popular entre los jóvenes. Pero, cuidado, el silencio no quiere decir aquiescencia. No nos dejemos engañar por la unanimidad de la fachada, los retratos del general Sissi y las canciones patrióticas repetidas hasta la náusea. Sobre todo porque con el estado de urgencia y la vuelta del Estado policial (las detenciones no se limitan a los cuadros y simpatizantes de los Hermanos) vuelve con fuerza el miedo, que había desaparecido desde el 28 de enero de 2011. Repetimos, el final de la historia no está escrito».
*Véase la primera parte de este artículo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=173517
Fuente: http://blog.mondediplo.net/2013-11-03-Egypte-chroniques-d-une-contre-revolution-II