Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Yassin al-Haj Saleh (nacido en Raqqa en 1961) es un destacado escritor e intelectual sirio. En 1980, cuando estudiaba Medicina en Alepo, fue encarcelado por sus actividades políticas permaneciendo tras las rejas hasta 1996. Escribe sobre temas políticos, sociales y culturales relacionados con Siria y el mundo árabe para varios periódicos y revistas árabes fuera de Siria, colaborando de forma regular con el periódico Al-Hayat, editado en Londres, la revista egipcia de izquierdas Al-Bosla y el periódico sirio online The Republic. En 2012 se le concedió el Premio Príncipe Claus en «tributo al pueblo sirio y a la revolución siria», que no pudo recoger por estar viviendo en la clandestinidad en Damasco.
-¿Qué piensa Vd. acerca de la cobertura que se hace de la información procedente de Siria?
-En los medios occidentales impera un consolidado enfoque respecto a «Oriente Medio» por el que los periodistas se aproximan a la región desde una perspectiva geopolítica, tratándola como un escenario internacional para el conflicto. La consecuencia es que en esa información no vemos a las sociedades involucradas ni vemos a la gente común ni su lucha por controlar la política y sus vidas. Hay otro enfoque que contempla las cuestiones regionales a través de la lente de las religiones, las sectas y las etnias, considerándolas como entidades inmutables y eternas que actúan como bloques políticos unificados en todas las circunstancias y que están en lucha permanente unas contra otras. Hay también una tendencia inherente fija hacia la islamofobia y una falsa compasión por las «minorías», a las que se considera víctimas perpetuas.
A todo esto podemos añadir también una visión siempre confinada a un estrecho segmento del presente que no deja espacio para la perspectiva histórica o para conocer las fases de la historia por las que esos países han atravesado, sus conflictos o la lucha de sus sociedades por la justicia y la liberación.
Lo que completa este enfoque es una preferencia persistente por la estabilidad en la región, que en términos prácticos significa apoyar a los poderosos, considerados capaces de proporcionar las bondades de esa estabilidad.
Es raro que alguno de los expertos en las cuestiones sirias y en Oriente Medio -un ejemplo de los cuales sería Robert Fisk- sepa algo importante sobre Siria, precisamente porque creen que ya conocen todo lo que merece la pena conocerse. Por eso, incluso cuando visitan Damasco se quedan en hoteles de cinco estrellas como huéspedes del régimen, reuniéndose con personalidades importantes asociadas con dicho régimen: agentes de los servicios de seguridad y «agentes» de los medios de comunicación. Nunca se entrevistan con intelectuales independientes, activistas políticos o gente común.
En general, hay una especie de deshumanización respecto a Siria y sus habitantes, eliminando de la conversación sus experiencias vividas, como si no estuviéramos hablando de seres humanos que son como cualquier otro ser humano. Existe también la sensación de que las disciplinas humanísticas utilizadas en el estudio de todas las sociedades no se aplican al de las nuestras, porque creen que son sociedades únicas y diferentes. Por cierto, esto es también lo que dicen los islamistas.
Hay excepciones notables y hay también en Occidente medios que se centran más en lo humano y menos en la religión y en la geopolítica. Pero es preciso que se produzca un cambio fundamental de perspectiva.
-¿Cómo podría avanzarse en la discusión?
-No deberíamos confundir el ISIS [Estado Islámico de Iraq y el Levante] con la lucha armada ni imaginar un enfrentamiento entre ellos y el régimen y su violencia criminal. Además, no se trata de la confrontación entre dos «villanos» -el régimen y el ISIS- y los buenos representados por los activistas no violentos. Considerar las cosas de ese modo es reducir la lucha del pueblo sirio a una imagen excesivamente simplificada. Y esta es exactamente la imagen que circula por unos medios de comunicación occidentales que no saben nada sobre el conflicto sirio. Para romper la imagen de enfrentamiento entre dos males es preciso entender los múltiples niveles del conflicto sirio; desde la lucha pacífica, que ha adoptado numerosas formas (manifestaciones, cobertura en los medios, documentación, trabajo de ayuda humanitaria, actividades políticas…), a la lucha armada y al Ejército Libre, y todo esto antes de la aparición de los grupos islámicos, de las organizaciones yihadistas que vinieron a continuación y del ISIS después. Estos últimos constituyen fenómenos oportunistas y parasitarios que surgen en las sociedades destruidas y agotadas por la guerra. Desde principios de la primavera de 2011, una sociedad entera ha estado luchando con todos los medios de que disponía, enfrentándose a una devastación implacable, y los abusos y excesiva violencia sufridos han generado una dinámica de radicalización e islamización.
Nuestra situación no era ésa desde el principio, ni es una expresión inevitable de la naturaleza innata de nuestra sociedad que no podía manifestarse de otra manera. Nuestra situación actual es el resultado de una violencia excesiva e implacable que se ha cobrado ya las vidas de más de 150.000 víctimas, que ha desplazado también de sus hogares al 40% de la población siria, fomentando una boyante industria de la tortura y el asesinato, asolando por hambre a cientos de miles de seres, destruyendo comunidades enteras por todo el país y perpetrando docenas de masacres que son de conocimiento público.
Lo que está teniendo lugar en Siria no es un campeonato de fútbol en el que se ha llegado al partido final entre el equipo de Asad y el equipo del ISIS. Estamos siendo testigos de la continua destrucción de una sociedad, de la matanza generalizada de los habitantes de Siria y de la deliberada fabricación de extremismo.
Lo que pasa es que para poder romper esa imagen de los dos villanos necesitamos conocer, por un lado, más detalles sobre la situación siria y sus múltiples facetas y, por otro, entender las etapas del conflicto y su desarrollo, así como una serie de conocimientos sociales e históricos más amplios sobre Siria.
Creo que si lo que nos ha sucedido a lo largo de estos tres últimos años hubiera tenido lugar en Gran Bretaña y si Tony Blair hubiera destruido, por ejemplo, un barrio de Birmingham y hubiera matado a 25.000 de sus habitantes en una anterior generación, y después hubiera traspasado el gobierno a su hijo, que había estudiado medicina en Siria, y cuando estallara una revolución contra Blair hijo se pusiera a perpetrar masacres en decenas de ciudades británicas, y hubiera atacado Bradford con armas químicas, y destruido Sheffield con aviones de combate, y lanzado misiles Scud sobre Manchester, y asesinado a 11.000 británicos torturándolos y matándolos de hambre en las prisiones de sus fuerzas de seguridad… si algo parecido a esto hubiera sucedido, los británicos actuarían de forma muy parecida a como están actuando los sirios en estos momentos… Veríamos aparecer extremistas de mente estrecha y quizá Blair hijo estuviera financiando secretamente a algunos de esos grupos extremistas para poder decir que está combatiendo el terrorismo, etc., etc.
Y al cubrir la información, es posible que algunos periodistas sirios que supieran unas cuantas palabras de inglés atribuyeran toda la violencia y brutalidad a la naturaleza de Gran Bretaña y a la religión de sus habitantes, o a una conspiración de la India, Egipto y Francia contra el gobierno de Blair hijo, ¡porque se opone al imperialismo indio!
Anne-Marie McManus tradujo esta entrevista al inglés del original en lengua árabe.
Malu Halasa es coeditora de «Syria Speaks: Art and Culture from the Frontline», una antología con más de cuarenta voces del levantamiento sirio que Saqi Books publicará el próximo mes de julio. Halasa será la moderadora del panel «Translating the Syrian News» para el Free Word Centre y English PEN el 29 de mayo de 2014.
Fuente original: http://www.freewordcentre.com/blog/2014/05/how-the-west-reports-the-syrian-news/