Hubo un tiempo en que el Estado de Israel tenía verdaderos líderes políticos. Su capacidad para mentir y ocultar sus verdaderos (y odiosos) objetivos bajo una fachada de moderación y disposición para el compromiso los hizo populares en todo el mundo (occidental). Ellos argumentaban que el verdadero problema era la falta de una contraparte del […]
Hubo un tiempo en que el Estado de Israel tenía verdaderos líderes políticos. Su capacidad para mentir y ocultar sus verdaderos (y odiosos) objetivos bajo una fachada de moderación y disposición para el compromiso los hizo populares en todo el mundo (occidental). Ellos argumentaban que el verdadero problema era la falta de una contraparte del otro lado que estuviera dispuesta -como los líderes israelíes supuestamente estaban- a hacer «concesiones dolorosas».
David Ben-Gurion fue ese tipo de gran líder mentiroso, y debido a su capacidad para ocultar los hechos detrás de una cortina de humo de mentiras, fue capaz de obtener el apoyo de la comunidad internacional para el establecimiento del Estado de Israel. Teddy Kollek, alcalde de Jerusalén en 1967, fue capaz de anexar Jerusalén Este y aún así conservar la imagen de político moderado y motivado por la voluntad de trabajar por la plena igualdad entre judíos y árabes en la «ciudad unida».
Los actuales dirigentes de Israel han olvidado casi todo lo que deberían haber aprendido de los padres fundadores, incluyendo la capacidad de mentir. Ellos dicen abiertamente que no están interesados en ningún tipo de compromiso, que desprecian la idea misma de igualdad entre judíos y árabes, y que la judaización de Cisjordania, incluida Jerusalén, es su objetivo estratégico.
Semejante discurso directo hace de la moderación extrema de Mahmoud Abbas un chiste penoso: es él el que no tiene contraparte israelí para cualquier tipo de compromiso, y sus llamadas a una «vuelta a las negociaciones de paz» son correctamente percibidas como patéticas. Después de años de «esperen y vean», el pueblo palestino ha perdido totalmente la confianza en un acuerdo político entre la OLP e Israel. Los palestinos solo creen en los actos del gobierno de Israel, y no en las promesas vacías de su presidente.
El gobierno de extrema derecha israelí ha decidido enterrar a Mahmoud Abbas bajo una serie de provocaciones, principalmente la construcción de nuevas colonias -y no de forma discreta, como el gobierno de Estados Unidos está sugiriendo, sino anunciándolo abiertamente. Más aun, ha decidido aumentar la provocación apoyando a los activistas de ultraderecha israelíes que invaden la mezquita de Al Aqsa, el sitio más simbólico no solo para el pueblo palestino, sino también para cientos de millones de musulmanes en todo el mundo.
Las últimas provocaciones en Al Aqsa bien pueden haber sido un paso demasiado lejos: en las últimas semanas, la población palestina de Jerusalén se encuentra en un estado de rebelión, y Jerusalén es una ciudad en guerra; una guerra de baja intensidad, pero una guerra al fin. Los palestinos están manifestando para defender su lugar sagrado, y están dispuestos a hacer frente a la brutalidad de la policía israelí para detener la nueva agresión. Diariamente cientos de policías armados atacan brutalmente a los jóvenes manifestantes, y el gas lacrimógeno y los helicópteros sobrevuelan permanentemente sobre la ciudad; pero cada día la movilización palestina está ganando más impulso.
Hace unos meses sugerí que la próxima intifada será en Jerusalén; Netanyahu, Bennett y el alcalde de Jerusalén, Barkat, están haciendo sus mayores esfuerzos para cumplir esta predicción.
Michel Warschawski (Mikado) es un activista antisionista israelí. Lideró la Liga Comunista Revolucionaria Marxista hasta su desaparición en la década de 1990, y co-fundó el Centro de Información Alternativa (AIC). Publicado el 25/10/14 por el AIC.
Traducción: María Landi
Tomado de http://mariaenpalestina.wordpress.com/