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Guerra y muerte cabalgan de nuevo

Fuentes: Rebelión

El consorcio del crimen, la asociación imperialismo-sionismo. La alianza entre ideologías enmarcadas en un supuesto destino manifiesto y aquellos que se consideran elegidos. La cofradía que gusta de bañarse en sangre ajena y pisar los huesos de aquellos que han asesinado, toman sus caballos apocalípticos y proclaman, que ha llegado la hora de la guerra y la muerte.

El mundo está en peligro y no se trata sólo de considerar las consecuencias de esta pandemia global, que ha generado una crisis sanitaria, social y económica en todos los continentes. Está en peligro pues los demonios de la guerra y la muerte han vuelto a cabalgar aprovechando a un mundo paralizado, más dedicado a una sálvese quien pueda, que a contribuir a renovar un planeta que nos alerta respecto a transformar una forma de vida que no da el ancho. Estamos en peligro, porque la demencia criminal de dos regímenes, Estados Unidos e Israel, desean afianzar sus posturas, que van a contrapelo de los derechos del conjunto de la humanidad.

Estos dos jinetes del Apocalipsis reúnen las calamidades de guerra y muerte, cabalgando con la impunidad de un mundo, que calla en forma cómplice, frente a esta conducta de imponer una política, que vulnera los derechos humanos de cientos de millones de personas, al igual que la violación del derecho internacional. El primer jinete, Estados Unidos, que avanza atropelladamente contra la República Islámica de Irán e impide el pleno goce de sus derechos como nación soberana, afectada hoy por sanciones, bloqueos, embargos y amenazas de Washington de recrudecer estas conductas unilaterales, si acaba el embargo de armas que pesa contra la nación persa. Un embargo, que el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA por sus siglas en inglés) y la Resolución N.º 2231 del Consejo de Seguridad consignan, claramente, que en octubre de este año 2020 debe cesar, en virtud del cumplimiento de Irán de sus obligaciones, emanadas del mencionado acuerdo nuclear, del cual Estados Unidos se retiró en mayo del año 2018 y sin embargo hoy hace exigencias y se erige como juez.

El segundo jinete, sediento de sangre, pleno de ambición por apoderarse de más tierras palestinas, en un engullir que se prolonga ya por 72 años, ha decidido, en función de su desprecio por la vida y derechos del pueblo palestino, contra toda lógica, respeto a las leyes internacionales, contra toda racionalidad, iniciar su proceso de anexar tierras Cisjordanas, porque desea unir los asentamientos plagados de colonos terroristas en suelo palestino, a una entidad que denominaron Israel a partir de mayo del año 1948. Un Israel creado artificialmente, sobre una Palestina histórica mancillada por estos extranjeros dotados de una ideología supremacista, racista y criminal como es el sionismo.

Estos jinetes de la guerra y la muerte pisotean los cuellos de millones de seres humanos, sin contemplación alguna, sin diferenciar sus edades, si son hombres o mujeres, poco importa. Su actuar al tratar de someter a la población de Irán y de Palestina, intenta poner sus rodillas en los cuellos de sus habitantes. Una conducta que ejercen también, en su propio territorio, sobre sus minorías, ya sea negros, latinos, asiáticos, indígenas. Y, como acontece, igualmente, contra la minoría árabe en la entidad israelí, despojada de derechos y violentados en sus raíces y que se amplifica en forma tal, que es incluso calificada como crímenes de lesa humanidad, tanto en la bloqueada Franja de Gaza como en la ocupada Cisjordania.

Una analogía que el líder religioso de la República Islámica de Irán, Sayed Ali Jamenei describe con claridad cuando señala: “El asesinato de un afroamericano a sangre fría, por un policía en Minneapolis, ilustra el comportamiento y la esencia del régimen de Estados Unidos y es un reflejo de las atrocidades cometidas por Washington en todo el mundo. El crimen cometido contra este hombre negro es similar a lo que el gobierno estadounidense ha perpetrado en Afganistán, Iraq, Siria, Vietnam y muchos otros países. El lema del pueblo antirracistas estadounidense “I Can´t Breathe (No puedo respirar), que se canta en las protestas masivas en todo Estados Unidos, también representa las palabras sinceras de todas las naciones contra las cuales Washington ha cometido sus atrocidades”.

Es una analogía no sólo interesante, es una equivalencia del todo justa, que va a la médula de lo que las naciones oprimidas sienten cuando potencias extranjeras presionan, sancionan, desestabilizan o invaden un país, lo agreden, ocupan, colonizan y tienen una conducta de humillar permanentemente a esas sociedades. El grito de George Floyd en tierras estadounidenses es el grito de todos los pueblos que desean sacudirse el yugo del imperialismo y el sionismo. Es el grito del pueblo palestino asesinado en Gaza y Cisjordania, impedido de retornar desde los campos de refugiados en los países vecinos. Bloqueados por tierra, mar y aire, impedidos de respirar aire de libres bajo la bota infame de este jinete apocalíptico llamado Israel.

Dereck Chauvin, el policía que brutalmente puso la rodilla en el cuello de George Floyd es con relación a este ciudadano estadounidense, lo que Donald Trump es con relación a Irán, como también contra países como Irak, Afganistán, Libia, Siria, Cuba, Venezuela, como también lo que Netanyahu es con relación a Palestina. Pero no es un actuar solitario, la conducta de Chauvin en Estados Unidos tuvo cómplices que son aquellos policías, que no impidieron este asesinato y por tanto también son culpables, son los que acompañan a los jinetes de la guerra y la muerte. Es por tanto, una analogía adecuada, sostener, que cuando un país, una entidad ocupa, saquea otro país, aniquila a su población y el mundo no hace nada, son coautores de esa acción, de esos crímenes. Organizaciones como la ONU, la Liga árabe, la Unión Europea o sociedades que eligen a criminales como sus gobernantes, como también aquellos que callan y no actúan.

Poner la rodilla en el cuello de un detenido es un acto de sometimiento, de humillación, de decirle claramente que es un alguien sin derechos, que se ejerce violencia brutal porque se detenta un poder injusto. Una rodilla en el cuello es un acto despreciable, es el uso de la fuerza bestial para someter, atemorizar, mostrar que la vida de ciertas personas no vale nada, considerados como subhumanos, seres de segunda categoría, goyim. La rodilla del sionismo está sobre el cuello de los niños, hombres y mujeres palestinos sin que exista una movilización mundial por defender a este pueblo del ejercicio sanguinario de la ocupación.

En el caso del imperialismo este ha tratado de colocar su rodilla y así asfixiar a Irán, pero este pueblo resiste y le hace pagar caro estas acciones. Para las autoridades de la nación persa “un gobierno, como el estadounidense, cuya política se basa en la rodilla, ya sea en el cuello contra su propio pueblo o de otros en todo el mundo, debería estar realmente feliz con el terrorismo económico y la presión que ejerce contra la gente. Pero han visto que no se retorció el cuello de los iraníes, sino la propia rodilla imperial. Pronto tendrán que arrodillarse ante la nación iraní” ojalá así sea también Palestina. El rendirse, así sostenido por sus máximas autoridades, no es consistente con la cultura y religión.

En este escenario, donde los jinetes de la guerra y la muerte tratan de imponer su cabalgata criminal, la violencia de los pueblos es a todas luces justa y necesaria. Ya sea en sociedades como la estadounidense donde ese país se formó en base a la violencia y el exterminio contra la población nativa, contra los negros, forzados a salir como esclavos de sus tierras en África. Violencia justa y necesaria contra el sionismo y una sociedad que debe asumir sus propias responsabilidades al callar. No hablemos de violencia cuando la palabra es resistencia de los ocupados y colonizados, eso es la respuesta necesaria, esperable, el cansancio de seguir poniendo el cuello ante los déspotas y opresores. La intención de anexar más tierras palestinas puede significar muertos a raudales, pero que sepan los sionistas, que parte de ellos volverán a los lugares que usurpan desde el año 1948, si algo de justicia aún existe, en bolsas negras.

Tanto el pueblo palestino como la nación persa son los que deben definir el curso de acción a tomar contra los jinetes de la muerte y la guerra. No necesitan nuestros consejos, necesitan nuestro apoyo y solidaridad. Son ellos los que sufren las consecuencias de esta política de máxima presión, que incluye sanciones, bloqueos, ocupación y son ellos los que definirán si la respuesta es amplia, incluyendo en ello la militar. Es una línea posible y necesaria para un cambio en el mundo, donde se hace imprescindible una correlación de fuerzas distintas. Esto que para algunos puede significar un idealismo imposible es el norte que nos debe guiar. Estados Unidos, su imperialismo y su aliado sionista deben caer de sus caballos y debe ser en forma estrepitosa, deben caer sus bases militares, su arrogancia, su poder financiero, su forma miserable y brutal de llevar adelante la política internacional. Los jinetes de la guerra y la muerte encontrarán su final en las manos d ellos propios pueblos agredidos.

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