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La ultraderechización de España

Fuentes: Rebelión

Es hora de plantarse, de movilizarse y de tomarnos los Derechos Humanos en serio.

El líder de Vox ya ha pedido la vicepresidencia de la Junta de Castilla y León y hay pocas dudas de que Alfonso Fernández Mañueco le concederá lo que pida a la extrema derecha, por más que en la noche electoral quiera contemporizar. Desde el minuto cero de la irrupción de Vox no ha existido un cordón sanitario contra las ideas de ultraderecha, quizá porque eso no podía funcionar en un país donde los neofranquistas y tardofranquistas nunca han tenido que renunciar a serlo

(Pablo Elorduy)

Se acaban de celebrar elecciones en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, y los resultados son ciertamente desoladores: la derecha y la ultraderecha suben (ésta última de una forma descomunal), el PSOE baja y Unidas Podemos descalabra, además de aparecer en escena diversos partidos localistas. El “centro”, representado por Ciudadanos (en realidad otra manifestación de la derecha) también descalabra, pero esto no nos sorprende, pues ya venimos comentando en los análisis de otras citas electorales, que pensamos que dicha formación está condenada a la irrelevancia política, como de hecho su tendencia está demostrando. La lectura más rápida y directa que se nos ocurre realizar es la siguiente: nuestra democracia está en peligro. Los terribles resultados electorales hablan por sí mismos, y lo que es peor, las encuestas a nivel nacional, de cara a las próximas Elecciones Generales, apuntan en ese sentido.

En efecto, el PP ha obtenido 31 escaños (sube 2), seguido del PSOE con 28 (baja 7), en tercer lugar está Vox con 13 (meteórica subida desde un solo escaño que poseía), que forman el grueso de las formaciones políticas fuertes en la Comunidad de CYL. Después ya se sitúan algunas formaciones localistas y regionalistas (Unión del Pueblo Leonés con 3 escaños, así como Soria Ya! con el mismo número de procuradores), y por fin las fuerzas políticas que solo han obtenido un escaño, donde figuran Unidas Podemos, Ciudadanos (que pierde 11, casi lo que sube Vox) y Por Ávila. La mayoría absoluta se sitúa en 41 escaños. Con este dramático panorama, lo más probable es que el PP se apoye en Vox (incluso integrándolo en su gobierno) para poder gobernar, pues ni siquiera formando un bloque alternativo (PSOE + resto de fuerzas, que sumarían 39 escaños) se alcanzaría una alternativa real de gobierno.

De entrada y como hemos comentado, el PP no solo se mantiene sino que incluso sube ligeramente, lo que quiere decir que ni sus casos de corrupción (inherentes siempre a este partido) ni sus erráticas e injustas políticas le pasan factura. El PSOE baja, y un sector se plantea (bajo la excusa de la “responsabilidad de Estado”) la posible abstención para que pueda gobernar el PP “sin la integración de Vox”, con lo cual, al final, seguimos legitimando y fortaleciendo el bipartidismo, que es precisamente lo que los poderes fácticos y los grandes agentes económicos desean. Por su parte, los localismos aumentan su fuerza parlamentaria, y ello está muy bien en el sentido de representar vida para sus respectivas poblaciones, pero más allá de luchar por los transportes, la banca, la sanidad o la educación para sus regiones o provincias, ¿qué ideologías sustentan a los localismos? Pues mucho nos tememos que no son precisamente de izquierdas, sino que vienen a apuntalar las clásicas y erróneas políticas que han sustentado los grandes partidos desde siempre.

Y por fin y desgraciadamente, Unidas Podemos está en caída libre (únicamente el 5% de los castellanos y leoneses los han votado), a lo cual contribuyen también los injustos algoritmos de la Ley Electoral, a pesar de ser la única formación política que de verdad está sembrando cordura y políticas de izquierda en el actual Gobierno de coalición. Es una verdadera lástima que los votantes no sepan apreciar la tremenda labor que esta formación política está haciendo por nuestro país, gracias a la cual el PSOE está viéndose arrastrado a ejecutar auténticas políticas de izquierda, que por sí solo nunca llevaría a cabo (solo hay que ver las esperpénticas y ridículas reacciones que muchas veces tienen los llamados “Barones” del PSOE ante los anuncios y decisiones de Unidas Podemos).

Y hemos dejado para el final al peligroso fenómeno Vox. Por supuesto, Vox ha movido ficha, como era lógico esperar, y en su línea de siempre, pero ahora con mucho más poder, ha exigido, para apoyar al PP de Castilla y León, no solo entrar en su gobierno (están proponiendo una Vicepresidencia y varias Consejerías), sino también la derogación de determinadas leyes y decretos autonómicos, tales como los relativos a la Violencia de Género, o a la Memoria Histórica (su candidato lo ha resumido en la frase “derogar toda la legislación de izquierdas”). La pregunta fundamental es: ¿Cómo es posible que 200.000 votantes castellanos y leoneses (el 17,6%) hayan dado su confianza a esta formación política? Recordemos que se trata de una formación política que representa la derecha más salvaje y retrógrada, de carácter neofranquista, que desprecia los Derechos Humanos, que no cree en la violencia de género, que no cree en el cambio climático, y que ataca sistemáticamente a la clase trabajadora y a los colectivos más vulnerables y desposeídos, entre otras muchas ideas que los definen. Personalmente he defendido siempre que si el Estado Español fuese una Democracia plena (que evidentemente no lo es, por mucho que se empeñen en divulgar lo contrario), formaciones como Vox estarían, simplemente, ilegalizadas. Ninguna democracia puede alojar en su seno formaciones políticas de carácter fascista, racista, xenófoba y clasista, como es el caso.

Pero aún no hemos respondido a la pregunta que nos formulábamos antes: ¿por qué la gente vota a Vox? La respuesta no es fácil, pero personalmente creo que es la propia deriva capitalista, que ha instalado hondamente en el imaginario colectivo sus valores, la que provoca que cuando las sociedades entran en crisis (crisis que el mismo sistema capitalista provoca), la reacción que las personas tienen es incidir aún más en su confianza hacia las formaciones políticas que representan las opciones más extremas de esa visión capitalista (pues el resto quedan excluidas), que es justamente lo que representa Vox en nuestro país. Todas las demás defienden el capitalismo a capa y espada y no imaginan un mundo configurado de otra manera, bajo otros parámetros ni desde otros prismas o enfoques (salvo Unidas Podemos), pero la diferencia es que Vox representa, como decíamos anteriormente, la versión más retrógrada, salvaje y peligrosa de todas ellas.

Y así, Vox no solo defiende el capitalismo en su versión más fundamentalista, sino que además ataca todos los avances sociales que las fuerzas políticas más “progresistas” han venido consiguiendo durante las últimas décadas. Y dado el panorama de involución de nuestras sociedades, las personas con poca formación política y capacidad intelectual (de debate, de análisis…) se abandonan y se sienten atraídas (como ocurrió con el fenómeno Trump en Estados Unidos) hacia las opciones más integristas del panorama actual. Por eso cada país en concreto posee su formación de ultraderecha, y por eso, además, la ultraderecha española, europea y mundial acapara, peligrosamente, cada vez más poder. Es hora de plantarse, de movilizarse y de tomarnos los Derechos Humanos en serio, impidiendo que estas formaciones puedan formar parte de nuestro catálogo democrático.

(Blog del autor: http://rafaelsilva.over-blog.es)

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